viernes, 18 de mayo de 2018

EL ENSAYO SEGÚN MICHEL DE MONTAIGNE

Me he constituido a mí mismo como argumento y sujeto de mi libro
Montaigne, Ensayos, Lib. I, Ens. 50
Entre los textos argumentativos que nos ocupan ahora en clase, vamos a detenernos en el ensayo, un tipo de texto escrito en el que el autor expone y justifica sus ideas sobre un tema con la intención de hacer reflexionar al lector. Como género, el ensayo nació con el escritor francés Michel de Montaigne. Para caracterizar el género vamos a leer un fragmento de su obra Ensayos que resulta muy clarificador.
Michel de Montaigne
Es el juicio un instrumento necesario en el examen de toda clase de asuntos, por eso yo lo ejercito en toda ocasión en estos ensayos. Si se trata de una materia que no entiendo, con mayor razón me sirvo de él, sondeando el vado desde lejos; y luego, si lo encuentro demasiado profundo para mi estatura, me detengo en la orilla. El convencimiento de no poder ir más allá es un signo del valor del juicio, y de los de mayor consideración. A veces imagino dar cuerpo a un asunto baladí e insignificante, buscando en qué apoyarlo y consolidarlo; otras, mis reflexiones pasan a un asunto noble y discutido en el que nada nuevo puede hallarse, puesto que el camino está tan trillado que no hay más recurso que seguir la pista que otros recorrieron. En los primeros el juicio se encuentra como a sus anchas, escoge el camino que mejor se le antoja, y entre mil senderos decide que éste o aquél son los más convenientes. Elijo al azar el primer argumento. Todos para mí son igualmente buenos y nunca me propongo agotarlos, porque a ninguno contemplo por entero: no declaran otro tanto quienes nos prometen tratar todos los aspectos de las cosas. De cien miembros y rostros que tiene cada cosa, escojo uno, ya para acariciarlo, ya para desflorarlo y a veces para penetrar hasta el hueso. Reflexiono sobre las cosas, no con amplitud sino con toda la profundidad de que soy capaz, y las más de las veces me gusta examinarlas por su aspecto más inusitado. Me atrevería a tratar a fondo alguna materia si me conociera menos y me engañara sobre mi impotencia. Soltando aquí una frase, allá otra, como partes separadas del conjunto, desviadas, sin designio ni plan, no se espera de mí que lo haga bien ni que me concentre en mí mismo. Varío cuando me place y me entrego a la duda y a la incertidumbre, y a mi manera habitual que es la ignorancia. […] Y encontrándome totalmente desprovisto y vacío de otra materia, me he constituido a mí mismo como argumento y sujeto de mi libro.
Los rasgos del género, que ya están apuntados en las palabras del autor francés, son los siguientes:
  • Actitud reflexiva. El escritor se propone indagar sobre un tema y hacer partícipe al lector de su reflexión: Es el juicio un instrumento necesario en el examen de toda clase de asuntos.
  • Carácter expositivo y argumentativo. No solo presenta sus ideas, sino que las razona y las justifica: A veces [...] buscando en qué apoyarlo y consolidarlo; otras [...] no hay más recurso que seguir la pista que otros recorrieron.
  • Amplitud temática. El género permite tratar todo tipo de temas, cualquier asunto puede ser objeto de un ensayo: A veces imagino dar cuerpo a un asunto baladí e insignificante [...]; otras, mis reflexiones pasan a un asunto noble y discutido.
  • No busca la exhaustividad. En un ensayo, la intención del autor no es exponer todo lo que sabe sobre un tema: Nunca me propongo agotarlos [los temas], porque a ninguno contemplo por entero: no declaran otro tanto quienes nos prometen tratar todos los aspectos de las cosas.
  • Profundidad en el análisis. Interesa sobre todo penetrar en el sentido de las cosas, llegar más allá de lo superficial y descubrir aquello que no es evidente o ya sabido: De cien miembros y rostros que tiene cada cosa, escojo uno, ya para acariciarlo, ya para desflorarlo y a veces para penetrar hasta el hueso. Reflexiono sobre las cosas, no con amplitud sino con toda la profundidad de que soy capaz.
  • Subjetividad. Predomina el tratamiento personal de los temas, la visión personal de la realidad, haciendo referencias a las experiencias e impresiones del autor: El juicio [...]  escoge el camino que mejor se le antoja, y entre mil senderos decide que éste o aquél son los más convenientes. [...] Me he constituido a mí mismo como argumento y sujeto de mi libro.
  • Libertad en la estructura, el tono y el estilo. El autor goza de completa libertad para organizar el texto como quiere, para adoptar el tono que prefiera y para expresarse como desea: Soltando aquí una frase, allá otra, como partes separadas del conjunto, desviadas, sin designio ni plan, no se espera de mí que lo haga bien ni que me concentre en mí mismo.[...] De cien miembros y rostros que tiene cada cosa, escojo uno, ya para acariciarlo, ya para desflorarlo y a veces para penetrar hasta el hueso
[Esta entrada reproduce casi textualmente lo recogido en el libro de Lengua castellana y Literatura de 4º de ESO de la editorial Akal (año 2003), páginas 156 y 157]

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