Aunque ha habido autores de la literatura española que
no han valorado a Benito Pérez Galdós o que incluso lo han menospreciado como Valle-Inclán, Juan Benet o Francisco Umbral, ha habido también una legión de autores y lectores que han sentido devoción por él, tal y como estamos presentando en distintas entradas estos días. Un ejemplo sobresaliente es el homenaje de Luis Cernuda, el gran poeta de la Generación del 27, que en su libro
Desolación de la quimera, escrito en el exilio entre 1956 y 1962, nos recuerda con emoción su experiencia de lector de Galdós, desde la niñez (diez, once años) hasta su madurez («los bien amados libros, releyéndolos / Cuántas veces, de niño, mozo y hombre»). Cernuda pondera del autor canario su capacidad de creación «de un mundo mágico / La otra realidad que está tras ésta», su facultad para mostrarnos «el escondido drama de un vivir cotidiano» y la riqueza de las distintas lecturas que admiten sus obras. De sus lecturas de las novelas y los
Episodios nacionales recuerda con fervor a sus protagonistas, «en la busca de un imposible sueño vivo», inasequibles a la decepción. La España de Galdós es para Cernuda más real que aquella «obscena y deprimente» que tuvo que dejar tras la Guerra Civil, «en la que regenta hoy la canalla».
Este es el poema de Luis Cernuda, la segunda parte de «Díptico español».
Bien
está que fuera tu tierra
Su
amigo, ¿desde cuándo lo fuiste?
¿Tenías
once, diez años al descubrir sus libros?
Niño
eras cuando un día
En
el estante de los libros paternos
Hallaste
aquellos. Abriste uno
y
las estampas tu atención fijaron;
Las
páginas a leer comenzaste
Curioso
de la historia así ilustrada.
Y
cruzaste el umbral de un mundo mágico,
La
otra realidad que está tras esta:
Gabriel,
Inés, Amaranta,
Soledad,
Salvador, Genara,
Con
tantos personajes creados para siempre
Por
su genio generoso y poderoso,
Que
otra España componen,
Entraron
en tu vida
Para
no salir de ella ya sino contigo.
Más
vivos que las otras criaturas
Junto
a ti tan pálidas pasando,
Tu
amor primero lo despertaron ellos;
Héroes
amados en un mundo heroico,
La
red de tu vivir entretejieron con la suya,
Aún
más con la de aquellos tus hermanos,
Miss Fly, Santorcaz, Tilín, Lord
Gray,
Que,
insatisfechos siempre, contemplabas
Existir
en la busca de un imposible sueño vivo.
El
destino del niño esos lo provocaron
Hasta
que deseó ser como ellos,
Vivir
igual que ellos
Y,
como a Salvador, que le moviera
Idéntica
razón, idéntica locura,
El
seguir turbulento, devoto a sus propósitos,
En
su tierra y afuera de su tierra,
Tantas
quimeras desoladas
Con
fe que a decepción nunca cedía.
Y
tras el mundo de los Episodios
Luego el de las Novelas conociste:
Rosalía,
Eloísa, Fortunata,
Mauricia,
Federivo Viera,
Martín
Muriel, Moreno Isla,
Tantos
que habrían de revelarte
El
escondido drama de un vivir cotidiano:
La
plácida existencia real y, bajo ella,
El
humano tormento, la paradoja de estar vivo.
Los
bien amados libros, releyéndolos
Cuántas
veces, de niño, mozo y hombre,
Cada
vez más en su secreto te adentrabas
y
los hallabas renovados
Como
tu vida iba renovándose;
Con
ojos nuevos los veías
Como
ibas viendo el mundo.
Qué
pocos libros pueden
Nuevo
alimento darnos
A
cada estación nueva en nuestra vida.
En
tu tierra y afuera de tu tierra
Siempre
traían fielmente
El
encanto de España, en ellos no perdido,
Aunque
en su tierra misma no lo hallaras.
El
nombre allí leído de un lugar, de una calle
(Portillo
de Gilimón o Sal si Puedes),
Provocaba
en ti la nostalgia
De
la patria imposible, que no es de este mundo.
El
nombre de ciudad, de barrio o pueblo,
Por
todo el español espacio soleado
(Puerta
de Tierra, Plaza de Santa Cruz, los Arapiles,
Cádiz,
Toledo, Aranjuez, Gerona),
Dicho
por él, siempre traía,
Conocido
por ti el lugar o desconocido,
Una
doble visión: imaginada y contemplada,
Ambas
hermosas, ambas entrañables.
Hoy,
cuando a tu tierra ya no necesitas,
Aún
en estos libros te es querida y necesaria,
Más
real y entresoñada que la otra:
No esa, mas aquella es hoy tu tierra,
La
que Galdós a conocer te diese,
Como
él tolerante de lealtad contraria,
Según
la tradición generosa de Cervantes,
Heroica
viviendo, heroica luchando
Por
el futuro que era el suyo,
No
el siniestro pasado donde a la otra han vuelto.
La
real para ti no es esa España obscena y deprimente
En
la que regenta hoy la canalla,
Sino
esta España viva y siempre noble
Que
Galdós en sus libros ha creado.
De
aquella nos consuela y cura esta.