miércoles, 31 de mayo de 2017

LA LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII: EL NEOCLASICISMO

Que en estos versos trato 
de daros un asunto 
que instruya deleitando.
Félix María de Samaniego

Os dejo esta breve presentación sobre la literatura española del siglo XVIII para que tengáis un primer acercamiento a los autores de este siglo marcado por la Ilustración, la vuelta al mundo clásico, el seguimiento de las normas, la imitación de la naturaleza y el propósito didáctico. Además, os dejo una selección de algunas de las obras más importantes de este siglo.


POESÍA
PROSA
TEATRO

martes, 30 de mayo de 2017

LA ILUSTRACIÓN



Ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa la incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es el culpable de dicha minoría de edad cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino en la falta de resolución y valor para servirse del suyo propio sin la guía del de algún otro. Sapere aude! ¡Ten valor para servirte de tu propio entendimiento! Tal es el lema de la Ilustración.
Inmanuel Kant, ¿Qué es la Ilustración?



Portada de L'Encyclopédie (1751)

Recibe el nombre de Ilustración el movimiento cultural que renueva profundamente el pensamiento a lo largo del siglo XVIII o Siglo de las Luces. Como principio ilustrado general, es básico el cuestionamiento del criterio de autoridad y, por tanto, el desarrollo del método inductivo, de la observación y de la experimentación. Ello llevará a desligar ciencia y teología y a criticar numerosos postulados religiosos. La Ilustración se define, pues, por el deseo de saber. De esta modo, rasgos típicamente ilustrados son:
  • El racionalismo. El fundamento del conocimiento se encuentra en la razón y no en instancias superiores como Dios, la tradición, las costumbres o la autoridad de los escritores de la antigüedad. La fundamentación racional del saber favorece, lógicamente, el desarrollo científico y técnico.
  • El utilitarismo. Los avances científico-técnicos, el ansia de saber y las reformas sociales deben tener como guía el hecho de ser beneficiosos para la comunidad. Frente a las concepciones religiosas y metafísicas de tiempos anteriores, se impone ahora una concepción materialista y burguesa del mundo, para la que solo es importante lo que es útil. Esto implica también un cambio en los valores morales: la virtud se relaciona ahora con la utilidad, por lo que un hombre es más virtuoso cuanto más útil resulta para sus conciudadanos.
  • El progreso. El dominio de la naturaleza hace dueño de su futuro al hombre, que puede progresar indefinidamente. Se trata de una nueva utopía que permite albergar la esperanza de una mejora constante de las condiciones de vida, tanto materiales como espirituales, y que, por tanto, ha de hacer posible la felicidad sin necesidad de posponerla a paraísos religiosos que llegarían después de la muerte.
  • Lo natural. La razón se aplica también a esferas del conocimiento no estrictamente materiales, como la filosofía, el derecho, la moral o la religión. En estos campos se abandona la idea de que existen verdades absolutas o reveladas y se insiste en el concepto de que algo es más humano cuanto más conforme esté con su naturaleza. De modo que, frente al derecho de inspiración divina, se defienden ideas jurídicas basadas en el Derecho natural; frente a las normas morales predicadas por las religiones, se proponen criterios éticos derivados de una moral natural y frente a las disquisiciones teológicas escolásticas que han dominado la especulación filosófica durante siglos se extiende ahora la Filosofía de la Naturaleza. En el terreno religioso es frecuente el deísmo (creencia en un ser superior que no se tiene que corresponder con la imagen de ningún dios de las religiones concretas, a las cuales se niega) o el ateísmo.
  • El reformismo. Los ilustrados aspiran a que sus ideas tengan una realización práctica en la realidad, por lo que proponen reformas sociales, económicas y políticas que los hagan posibles. En este sentido, ideología ilustrada y despotismo ilustrado son inseparables ya que el despotismo es la concreción política de la Ilustración.
Estas ideas aparecen reiteradamente en los textos dieciochescos, en los que se atestigua una renovación del vocabulario que da prueba de la eficacia de los valores ilustrados. Se hacen ahora corrientes palabras como luces, ilustración, felicidad, prosperidad, bienestar, libertad, sociedad, cultura, civilización, urbanidad, educación, crítica, novedad, progreso, moda… Todos estos vocablos son característicos de los pensadores ilustrados, de los filósofos, quienes tienen la intención de liberar al espíritu humano del peso de la superstición que lo oscurece y de guiarlo hacia las luces de la razón. Hacia 1760 la filosofía de las luces se ha convertido en una verdadera creencia entre la minoría ilustrada, que se plasma en la publicación en Francia de los volúmenes de la Enciclopedia (1751-1772), que, en forma de diccionario, pretende ser el compendio del saber de la época y en la que colaboraron muchos de los pensadores más relevantes del momento. Los principios ilustrados empiezan a tener una repercusión en la vida social con la propagación de ideas como la abolición de la esclavitud, de la servidumbre y de la tortura, la condena de la guerra, la tolerancia religiosa, la libertad económica, la supresión de los privilegios de nacimiento en nombre de la igualdad de derechos, la universalización de la enseñanza, etc.
En el campo de las ideas estéticas, se vuelve la mirada al clasicismo francés y a los modelos clásicos grecolatinos. Es el llamado Neoclasicismo, según el cual las obras de arte deben estar también sujetas a la razón y obedecer, por tanto, a unos principios de ordenación lógica. En las artes predominan las líneas rectas y la composición equilibrada. En literatura, se siguen una serie de reglas y preceptos: distinción clara entre géneros, separación entre tragedia y comedia, respeto en las obras teatrales de la regla de las tres unidades: lugar, tiempo y acción. Conforme pasan los años, sin embargo, una nueva sensibilidad se extiende entre los artistas dieciochescos, que revalorizan el individualismo, la naturaleza, el instinto y el sentimiento. Las ideas del filósofo ginebrino Jean-Jacques Rousseau son decisivas para la extensión de esta nueva corriente sentimental, que preludia ya el Romanticismo del siglo XIX  y de ahí que haya sido denominada por algunos como Prerromanticismo.

[Tomado de Lengua castellana y Literatura. 2º de Bachillerato, editorial Akal, 2009, obra entre otros de Ignacio Bosque, Julio Rodríguez Puértolas o Domingo Ynduráin]

miércoles, 24 de mayo de 2017

ÍTACA

Dejo a todos mis alumnos de 2º de Bachillerato de este curso el poema «Ítaca», del poeta C. P. Cavafis, que leyó ayer la profesora Mari Luz Jiménez en el acto de graduación, con el deseo de que disfrutéis del viaje a vuestra Ítaca. Un fuerte abrazo a todos.


ÍTACA 
Cuando salgas de viaje para Ítaca,
desea que el camino sea largo,
colmado de aventuras, colmado de experiencias.
A los lestrigones y a los cíclopes,
al irascible Posidón no temas,
pues nunca encuentros tales tendrás en tu camino,
si tu pensamiento se mantiene alto, si una exquisita
emoción te toca cuerpo y alma.
A los lestrigones y a los cíclopes,
al fiero Posidón no encontrarás,
a no ser que los lleves ya en tu alma,
a no ser que tu alma los ponga en pie ante ti.

Desea que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que -¡y con qué alegre placer!-
entres en puertos que ves por vez primera.
Detente en los mercados fenicios
para adquirir sus bellas mercancías,
madreperlas y nácares, ébanos y ámbares,
y voluptuosos perfumes de todas las clases,
todos los voluptuosos perfumes que te sean posibles.
Y vete a muchas ciudades de Egipto
y aprende, aprende de los sabios.

Mantén siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Pero no tengas la menor prisa en tu viaje.
Es mejor que dure muchos años
y que viejo al fin arribes a la isla,
rico por todas las ganancias de tu viaje,
sin esperar que Ítaca te va a ofrecer riquezas.

Ítaca te ha dado un viaje hermoso.
Sin ella no te habrías puesto en marcha.
Pero no tiene ya más que ofrecerte.

Aunque la encuentres pobre, Ítaca de ti no se ha burlado.
Convertido en tan sabio, y con tanta experiencia,
ya habrás comprendido el significado de las Ítacas.

jueves, 18 de mayo de 2017

«TESORO», POR MANUEL VICENT

Os dejo el texto que apareció en el examen de ayer, el último de este curso para todos los alumnos de 2º de Bachillerato. Es una columna periodística de Manuel Vicent, titulada «Tesoro», en la que de manera poética, por medio de metáforas alusivas a las novelas de aventuras y de piratas, reflexiona sobre los valores de la educación (que nos hace más ricos, más libres y más humanos), critica las tropelías cometidas por los gobernantes en materia educativa y recrea de forma personal y sugerente el mundo de la escuela, en el que se vive la aventura del saber.
Ojalá que todos os llevéis un «tesoro» inolvidable tras vuestro paso por el instituto y recordéis con satisfacción las «aventuras» vividas.

TESORO
Está amaneciendo. Es la hora de los pájaros. A los colegios e institutos llegan en bandadas niños y chavales cargados con sus mochilas. Ellos no lo saben, pero todos se dirigen a la isla del tesoro. Puede que ignoren dónde está ese mar y en qué consiste la travesía y qué clase de cofre repleto de monedas de oro les espera realmente. El patio del colegio se transforma, de repente, en un ruidoso embarcadero. Desde ese muelle lleno de mochilas cada alumno abordará su aula respectiva, que, si bien no lo parece, se trata de una nave lista para zarpar cada mañana. En el aula hay una pizarra encerada donde el profesor, que es el timonel de esta aventura, trazará todos los días el mapa de esa isla de la fortuna. Ciencias, matemáticas, historia, lengua, geografía: cada asignatura tiene un rumbo distinto y cada rumbo un enigma que habrá que descifrar. La travesía va a ser larga, azarosa, llena de escollos. Muchos de estos niños y chavales tripulantes nunca avistarán las palmeras, unos por escasez de medios, otros por falta de esfuerzo o mala suerte, pero nadie les puede negar el derecho a arribar felizmente a la isla que señalaron los mapas como final de la travesía. Ese mar está infestado de piratas, que tienen su santuario en la caverna del Gobierno. Todas las medidas que un Gobierno adopte contra el derecho de los estudiantes a realizar sus sueños, recortes en la educación, privilegios de clase, fanatismo religioso, serán equivalentes a las acciones brutales de aquellos corsarios que asaltaban las rutas de los navegantes intrépidos, los expoliaban y luego los arrojaban al mar. De aquellos pequeños expedicionarios que embarcaron hacia la isla del tesoro solo los más afortunados llegarán a buen término. Algunos soñarán con cambiar el mundo, otros se conformarán con llevar una vida a ras de la existencia. Cuando recién desembarcados pregunten dónde se halla el cofre del tesoro, el timonel les dirá: estaba ya en la mochila que cargabais al llegar por primera vez al colegio. El tesoro es todo lo que habéis aprendido, los libros que habéis leído, la cultura que hayáis adquirido. Ese tesoro, que lleváis con vosotros, no será detectado por ningún escáner, cruzará libremente todas las aduanas y fronteras, y tampoco ningún pirata os lo podrá nunca arrebatar.

miércoles, 17 de mayo de 2017

LECTURA DE «PEDRO PÁRAMO» EN EL CENTENARIO DE JUAN RULFO


 Álvaro Mutis subió a grandes zancadas los siete pisos de mi casa con un paquete de libros, separó del montón el más pequeño y corto, y me dijo muerto de risa: ¡Lea esa vaina, carajo, para que aprenda! Era Pedro Páramo. Aquella noche no pude dormir mientras no terminé la segunda lectura. Nunca, desde la noche tremenda en que leí la Metamorfosis de Kafka en una lúgubre pensión de estudiantes de Bogotá —casi diez años atrás— había sufrido una conmoción semejante.

Gabriel García Márquez


Hoy se conmemora el centenario del nacimiento de Juan Rulfo, el gran escritor mexicano, autor de una breve pero importantísima obra que se resume en la novela Pedro Páramo y en el libro de relatos El llano en llamas
Entre los especiales publicados por la prensa hoy destaca el homenaje que le dedica el diario El País, 100 años. Juan Rulfo, que contiene valiosos documentos (cuentos leídos por el autor, fotografías tomadas por él, vídeos,...) y artículos que estudian su obra.
Ojalá la lectura de Pedro Páramo, cuando ya terminen todos los exámenes, os conmocione igual que lo hizo a Gabriel García Márquez. A mí, cuando la leí por primera vez a los dieciocho años, me dejó igualmente impactado y desde entonces no he dejado de recomendarla como una de las grandes novelas de la literatura castellana. En ella el lector se encuentra un mundo alucinante, en el que las fronteras entre lo soñado, lo evocado y lo vivido, este mundo y el de ultratumba, han desaparecido. Además, está relatada con diferentes técnicas narrativas que la enriquecen poderosamente (contrapunto, desorden cronológico, cambios de punto de vista, monólogos interiores que alternan con diálogos,...) y con una lengua que entremezcla de forma muy sugerente la poesía y el habla popular. Como en todas las grandes novelas, el lector tiene un papel protagonista también.
El comienzo de la novela seguro que no os deja indiferentes.

Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en plan de prometerlo todo. «No dejes de ir a visitarlo —me recomendó—. Se llama de otro modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte». Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas.

Todavía antes me había dicho:
—No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio... El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro.
—Así lo haré, madre.
Pero no pensé cumplir mi promesa. Hasta que ahora pronto comencé a llenarme de sueños, a darle vuelo a las ilusiones. Y de este modo se me fue formando un mundo alrededor de la esperanza que era aquel señor llamado Pedro Páramo, el marido de mi madre. Por eso vine a Comala.