Ilustración significa el abandono por parte
del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa
la incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún
otro. Uno mismo es el
culpable de dicha minoría de edad cuando su causa no reside en la
falta de entendimiento, sino en la falta de resolución y valor para servirse
del suyo propio sin la guía del de algún otro. Sapere aude! ¡Ten valor para servirte de tu propio entendimiento! Tal es el
lema de la Ilustración.
Inmanuel Kant, ¿Qué es la Ilustración?
Portada de L'Encyclopédie (1751) |
Recibe
el nombre de Ilustración el
movimiento cultural que renueva profundamente el pensamiento a lo largo del
siglo XVIII o Siglo de las Luces.
Como principio ilustrado general, es básico el cuestionamiento del criterio de
autoridad y, por tanto, el desarrollo del método inductivo, de la observación y
de la experimentación. Ello llevará a desligar ciencia y teología y a criticar
numerosos postulados religiosos. La Ilustración se define, pues, por el deseo
de saber. De esta modo, rasgos típicamente ilustrados son:
- El racionalismo. El fundamento del conocimiento se encuentra en la razón y no en instancias superiores como Dios, la tradición, las costumbres o la autoridad de los escritores de la antigüedad. La fundamentación racional del saber favorece, lógicamente, el desarrollo científico y técnico.
- El utilitarismo. Los avances científico-técnicos, el ansia de saber y las reformas sociales deben tener como guía el hecho de ser beneficiosos para la comunidad. Frente a las concepciones religiosas y metafísicas de tiempos anteriores, se impone ahora una concepción materialista y burguesa del mundo, para la que solo es importante lo que es útil. Esto implica también un cambio en los valores morales: la virtud se relaciona ahora con la utilidad, por lo que un hombre es más virtuoso cuanto más útil resulta para sus conciudadanos.
- El progreso. El dominio de la naturaleza hace dueño de su futuro al hombre, que puede progresar indefinidamente. Se trata de una nueva utopía que permite albergar la esperanza de una mejora constante de las condiciones de vida, tanto materiales como espirituales, y que, por tanto, ha de hacer posible la felicidad sin necesidad de posponerla a paraísos religiosos que llegarían después de la muerte.
- Lo natural. La razón se aplica también a esferas del conocimiento no estrictamente materiales, como la filosofía, el derecho, la moral o la religión. En estos campos se abandona la idea de que existen verdades absolutas o reveladas y se insiste en el concepto de que algo es más humano cuanto más conforme esté con su naturaleza. De modo que, frente al derecho de inspiración divina, se defienden ideas jurídicas basadas en el Derecho natural; frente a las normas morales predicadas por las religiones, se proponen criterios éticos derivados de una moral natural y frente a las disquisiciones teológicas escolásticas que han dominado la especulación filosófica durante siglos se extiende ahora la Filosofía de la Naturaleza. En el terreno religioso es frecuente el deísmo (creencia en un ser superior que no se tiene que corresponder con la imagen de ningún dios de las religiones concretas, a las cuales se niega) o el ateísmo.
- El reformismo. Los ilustrados aspiran a que sus ideas tengan una realización práctica en la realidad, por lo que proponen reformas sociales, económicas y políticas que los hagan posibles. En este sentido, ideología ilustrada y despotismo ilustrado son inseparables ya que el despotismo es la concreción política de la Ilustración.
Estas
ideas aparecen reiteradamente en los textos dieciochescos, en los que se
atestigua una renovación del vocabulario que da prueba de la eficacia de los
valores ilustrados. Se hacen ahora corrientes palabras como luces, ilustración, felicidad, prosperidad, bienestar, libertad, sociedad, cultura, civilización, urbanidad, educación, crítica, novedad, progreso, moda… Todos
estos vocablos son característicos de los pensadores ilustrados, de los
filósofos, quienes tienen la intención de liberar al espíritu humano del peso
de la superstición que lo oscurece y de guiarlo hacia las luces de la razón. Hacia
1760 la filosofía de las luces se ha convertido en una verdadera creencia entre
la minoría ilustrada, que se plasma en la publicación en Francia de los
volúmenes de la Enciclopedia (1751-1772),
que, en forma de diccionario, pretende ser el compendio del saber de la época y
en la que colaboraron muchos de los pensadores más relevantes del momento. Los
principios ilustrados empiezan a tener una repercusión en la vida social con la
propagación de ideas como la abolición de la esclavitud, de la servidumbre y de
la tortura, la condena de la guerra, la tolerancia religiosa, la libertad
económica, la supresión de los privilegios de nacimiento en nombre de la
igualdad de derechos, la universalización de la enseñanza, etc.
En
el campo de las ideas estéticas, se vuelve la mirada al clasicismo francés y a
los modelos clásicos grecolatinos. Es el llamado Neoclasicismo, según el cual
las obras de arte deben estar también sujetas a la razón y obedecer, por tanto,
a unos principios de ordenación lógica. En las artes predominan las líneas
rectas y la composición equilibrada. En literatura, se siguen una serie de
reglas y preceptos: distinción clara entre géneros, separación entre tragedia y
comedia, respeto en las obras teatrales de la regla de las tres unidades:
lugar, tiempo y acción. Conforme pasan los años, sin embargo, una nueva
sensibilidad se extiende entre los artistas dieciochescos, que revalorizan el
individualismo, la naturaleza, el instinto y el sentimiento. Las ideas del
filósofo ginebrino Jean-Jacques Rousseau son decisivas para la extensión de
esta nueva corriente sentimental, que preludia ya el Romanticismo del siglo
XIX y de ahí que haya sido denominada
por algunos como Prerromanticismo.
[Tomado de Lengua castellana y Literatura. 2º de Bachillerato, editorial Akal, 2009, obra entre otros de Ignacio Bosque, Julio Rodríguez Puértolas o Domingo Ynduráin]
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