viernes, 31 de marzo de 2023

RECETAS DE CONVIVENCIA: UNA ACTIVIDAD DE ESCRITURA CREATIVA

Cartel de Guillermo y Andrés

Hoy muestro este ejercicio de escritura creativa que han elaborado mis alumnos de 2º de ESO. Después de haber estudiado, leído y escrito diferentes textos normativos e instructivos y después de conocer cómo algunos autores, como Julio Cortázar, fueron capaces de darles la vuelta a esos textos con ironía y creatividad, se han lanzado a esta propuesta: elaborar la receta de un buen plato de convivencia. Para ello han seguido la estructura típica de las recetas y han cambiado los ingredientes culinarios por los necesarios para que haya una buena convivencia en el aula y el instituto y han propuesto un peculiar proceso de elaboración. Realizaron el trabajo por parejas y, después del borrador escrito en clase, han pasado el texto a un Din A3, con el objetivo de que fuera un cartel que pudiera utilizarse en el instituto, para lo que lo han adornado con dibujos y una caligrafía especial. Creo que los resultados están a la altura y que es una experiencia de escritura creativa que integra varias habilidades comunicativas y la educación en valores.

Todos los trabajos pueden verse en este enlace

 https://issuu.com/complemento-agente/docs/recetasconvivencia

Cartel de Elsa y Lizara

 

Cartel de Camila y Rita

 

[Las correcciones ortográficas y de estilo no están recogidas en los carteles, sino en hoja aparte]

lunes, 27 de marzo de 2023

RAZÓN DEL TEATRO

Este año celebramos el Día del Teatro, además de acudiendo el próximo jueves a la representación de Diálogo de sombras en el Teatro de la Estación, con las reflexiones que Juan Mayorga nos planteó en su discurso Razón del teatro, con motivo de su ingreso en la Real Academia de Doctores de España en 2016. Seguro que nos hacen pensar sobre el hecho teatral de una manera nueva y más profunda. Estas reflexiones pueden completarse y complementarse con las que hizo en su otro discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua titulado Silencio que ya reseñé en otra entrada del blog.

Ofrezco las dos primeras partes de Razón del teatro que puede terminarse de leer en el enlace de la obra.

1

Unas personas se separan de otras para representar ante estas posibilidades de la existencia humana. Es un desdoblamiento asombroso. Da que pensar. En ese separarse y ponerse enfrente para representar la vida, los actores abren un conflicto. A esa escisión conflictiva llamamos teatro.

2

El teatro es el arte de la reunión y la imaginación. Lo único que le es imprescindible es el pacto que el actor ha de establecer con su espectador. Borges expresa el carácter de ese pacto cuando dice que la profesión del actor consiste en fingir que es otro ante una audiencia que finge creerle. Es, en efecto, en el doble fingimiento del actor y el espectador, en ese contrato implícito conforme al que este se hace cómplice de las mentiras de aquel, donde residen la esencia del hecho teatral, su posibilidad y su fuerza. El corazón del teatro es ese ingenuo acuerdo que se establece entre el cómico y quien lo mira y escucha –“Durante un rato voy a hacer que soy Edipo”./“Yo voy a hacer que me lo creo”. El resto –el vestuario, la escenografía, la iluminación, la música, incluso el texto– sólo será aquí valioso en la medida en que apoye tan extraña alianza. El teatro es el arte del encuentro –y, por tanto, del conflicto– entre un actor y un espectador, y todos los demás participantes –el autor, el director, el vestuarista, el escenógrafo, el iluminador, el músico...– tienen el importante pero subordinado trabajo de ayudar a que actor y espectador se encuentren –se enfrenten– en un compromiso de fingidores. Por eso, lo que distingue a los actores más grandes, antes que cualquier otra capacidad, es la de hacer del espectador su cómplice. La capacidad de hacer –desde el primer momento, y sobre todo en el primer momento, pues es entonces cuando se firma el invisible contrato– que el espectador quiera creer. La transfiguración se produce no en el escenario, sino en la imaginación del espectador. Sucede porque el espectador la desea, y la misión del actor consiste en provocar ese deseo.

El cuerpo del actor –centro del hecho teatral– es obstáculo para que el espectador vea al personaje. Sólo la imaginación del espectador puede convertir el obstáculo en ocasión.

El teatro no puede engañar al espectador; ha de hacer del espectador su cómplice. Este puede desdoblar una persona en otra; un objeto, un espacio, un tiempo en otros. Pero si el espectador les niega su complicidad, ese tiempo, ese espacio, ese objeto, esa persona sólo son lo que fuera del teatro.

Que el teatro sea arte del desdoblamiento limita el uso que podamos hacer, para hablar sobre él, de la palabra “realismo”, con la que son designadas formas infrecuentes en las historia de las artes escénicas. Sólo por comparación podemos hablar de un teatro realista. Podemos decir que una interpretación, un texto, una escenografía, un vestuario, una iluminación son más realistas que otras. Pero la experiencia del espectador teatral nunca será “realista” del modo en que puede serlo la de quien lee un libro o mira una pantalla. Libro y pantalla pueden ser tomados por espejos. Ante el teatro no cabe esa confusión.

El teatro no es calco, sino mapa. Un espejo que despliega. Su nombre viene de la palabra con que los griegos nombraban el mirar. Es un sitio para mirar. Pero lo más importante que da a ver, el ojo no puede verlo.

El teatro no sucede en el escenario, sino en el espectador, en su imaginación y en su memoria –la cual es también, finalmente, imaginación-. Aristóteles –el primero que hizo de su asombro ante el teatro meditación– marca en la Poética la estrecha franja en que tiene lugar el teatro: por encima de cierto nivel de complejidad, la imaginación desiste porque se siente abrumada; por debajo de otro umbral, desiste porque se aburre. En ambos casos, el espectador no ve.

Extender lo visible es el fin del teatro. El objetivo de toda auténtica experimentación teatral no es la oferta de novedades como las que ansiosamente busca la industria de la moda, sino la extensión de lo visible.

viernes, 24 de marzo de 2023

ENCUENTRO LITERARIO CON MARÍA BASTARÓS

Hoy los alumnos de 1º de Bachillerato del IES Medina Albaida de Zaragoza han mantenido un animado encuentro literario con María Bastarós, una de las autoras jóvenes que más está dando que hablar en el actual panorama literario. Esta actividad ha sido posible gracias a la campaña de animación a la lectura de la Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura del Ministerio de Cultura y Deporte

En primer lugar, tres alumnos han presentado a la escritora que, además, es historiadora del arte y gestora cultural. Después han reseñado brevemente sus obras: su primera novela, la galardonada Historia de España contada a las niñas, y sus dos obras enciclopédicas, Herstory: una historia ilustrada de las mujeres y Sexbook: una historia ilustrada de la sexualidad. Han comentado también su activa participación en los medios de comunicación, por ejemplo, en el diario El País o en el pódcast Derroteros de Carne Cruda. Por último, hicieron una breve introducción del volumen de relatos No era a esto a lo que veníamos, escrito durante la pandemia.

Cartel del encuentro realizado por Carmen Ramón
A continuación, María Bastarós ha tomado la palabra. En su exposición y en el coloquio que ha mantenido con los alumnos nos ha descubierto diferentes aspectos de su obra literaria. Su vocación de escritora despertó en la infancia y con sus narraciones siempre se propuso explicarse el mundo y repararlo. Su escritura nace a partir de imágenes y de intuiciones. Algunas de las preocupaciones que desatan sus creaciones son la violencia, la alienación, la soledad o los conflictos humanos, porque siempre trata de reflejar estados de ánimo. Los personajes que tienen un deseo siempre desencadenan una historia. Y esta siempre se liga a un territorio que la determina. Para alimentar la pulsión de escribir, nos da un remedio: leer, leer y leer. Entre sus referentes literarios se cuentan los narradores estadounidenses Raymond Carver o Lydia Davis y la novelista española Sara Mesa. Por último, después de casi dos horas de animado y fructífero coloquio, cinco alumnos de Literatura Universal le han realizado una entrevista en la que han seguido ahondando en algunas de las claves literarias de la escritora.

Esta actividad se ha completado con los textos que los alumnos escribieron a partir de la lectura de tres relatos de No era a esto a lo que veníamos, los titulados Hambre de qué, Las chicas no y Amor. Los alumnos escribieron comentarios críticos en los que comparaban los tipos de narradores elegidos, las protagonistas femeninas, la ambientación y los desenlaces. Entre todos ellos, muy acertados en general, destaco este de la alumna Daniela Borraz que plasma las impresiones de su lectura con mucho tino y criterio.

MARÍA BASTARÓS: NO ERA ESTO A LO QUE VENÍAMOS

Daniela Borraz

La lectura de los relatos de No era a esto a lo que veníamos de María Bastarós despierta múltiples sugerencias. En primer lugar, llama la atención el empleo de protagonistas femeninas y, además, sin nombre propio. Todas las protagonistas tienen en común el hecho de estar tratando de, o bien escapar de su vida y realidad, o bien encajar en una nueva. En el caso de Amor, las protagonistas tratan de escapar de la relación tóxica que tiene Sandy la langosta y que posteriormente tiene otra de las amigas, ya que esta es un peligro para todas ellas, como finalmente se observa. Por otro lado, en Las chicas no la protagonista es una niña que, a pesar de las negativas de su madre, trata de encajar en un grupo de chicos. Finalmente, el personaje principal de Hambre de qué, es una mujer que atrapada en su rutina consigue escapar de forma sobrenatural. Este escape ficticio es empleado por María Bastarós para hacernos ver que, en la vida real, realmente es muy difícil huir de estas situaciones. Me llama además la atención que la autora haya escogido que los personajes no tengan nombre propio, haciendo ver así que esta situación nos puede pasar a todas y no es única de una persona concreta.

En cuanto a los ambientes en los que suceden los relatos, vemos que estos no están elegidos al azar por la escritora. A diferencia de los otros dos relatos, Hambre de qué se sitúa en una oficina en pleno centro de la ciudad. En este relato la autora aprovecha la monotonía de la ciudad ("es un trabajo como cualquier otro, en un edificio como todos los demás") para intensificar la rutina de la vida de la protagonista. Los otros dos relatos se localizan en pueblos pequeños. En el caso de Las chicas no, yo interpreto que el ambiente hace referencia al estereotipo que se suele tener de que la gente de los pueblos tiene la mente más cerrada y, por lo tanto, los chicos, al no haber visto más situaciones que las que suceden en su pueblo, actúan influidos directamente por su entorno. Por otro lado, Amor utiliza distintos ambientes para mostrar el cambio de realidad que vive la protagonista. Aparte de situarse en un pueblo, la protagonista habla de un viaje que realizó con la cara a Florida, y que al regresar de ese viaje fue cuando las cosas se empezaron a torcer, mostrando así el paso de la felicidad, cuando estaban de viaje, a la cruda personalidad del novio cuando regresan al pueblo.

En los relatos de Amor y Hambre de qué aparece la figura del narrador en tercera persona. Es un narrador externo que cuenta los hechos de forma subjetiva y aportando valoraciones: "a poder ser no una de las giratorias", "inclinadas sobre esa fantasía que más parece un intestino que una cara". En cambio, en Las chicas no, podemos ver a un narrador interno en primera persona del plural, representado por los chicos del pueblo que cuentan la historia que vivieron con la protagonista. En mi opinión, la existencia de un narrador interno hace ver la historia como si la estuvieras viviendo en primera persona y, por otro lado, en los otros dos relatos siento que se narra una historia ajena a mi persona, de modo que alguien me la está contando sin formar parte yo de ella. 

Respecto a los finales, tengo opiniones muy variadas. En primer lugar, el final de Hambre de qué no me gustó ya que no me suelen atraer las historias que se salen de la realidad y, por tanto, el hecho de que la protagonista se metiera en la nevera y huyera al bosque, no es el final que yo hubiera escogido para la historia. Por otra parte, el final de Las chicas no fue el que más me interesó, pues me pareció muy sorprendente el giro que da la autora al final de la historia. Sin duda, lo que más me impactó fue cuando la chica accedió a que la violaran como castigo por sentirse culpable de la muerte de su madre. Me parece un final muy duro, pero que expresa muchas emociones difíciles de entender a la vez. Para finalizar, Amor fue un relato que me costó un poco entender. No tanto el final en sí, sino la relación entre los personajes que aparecen en la historia. Una vez entendí esto, me pareció un final realista y que muestra una situación que seguro alguna mujer ha tenido que vivir alguna vez en la historia.

martes, 14 de marzo de 2023

LA VIGENCIA DE TERESA DE JESÚS

Leyendo a los poetas místicos del siglo XVI en la clase de esta mañana, hemos comentado la vigencia de santa Teresa de Jesús en nuestro tiempo, algo que no es de extrañar, dada la fuerza de su personalidad y de su obra. En los últimos meses hemos conocido, por ejemplo, que la directora de cine aragonés Paula Ortiz ha terminado el rodaje de la película «Teresa», basada en la obra que Juan Mayorga le dedicó a Teresa de Jesús, La lengua en pedazos, o la polémica que ha suscitado la prohibición de la representación teatral de la obra de Paco Bezerra, Muero porque no muero, debido a que ofrece la visión de una mujer rebelde que cuestionó las convenciones y privilegios de su tiempo. En esa misma línea de defensa de una mujer y una escritora que rompió moldes está Últimas tardes con Teresa de Jesús, novela que publicó hace tres años Cristina Morales, una de las escritoras más sobresalientes de los últimos años. Resulta muy revelador que las voces de los autores jóvenes más innovadores reparen en la figura de alguien que murió hace más de cuatrocientos años. Como comentó el propio Mayorga, «Teresa se nos presenta como personaje a contracorriente, intempestivo en su tiempo y en el nuestro».

Comparto con los lectores del blog unos fragmentos de La lengua en pedazos de Juan Mayorga, obra teatral que recrea un diálogo imaginario entre santa Teresa y un inquisidor, que nos servirá para revivir las palabras y la figura de esta mujer que lo cuestionó todo y que encontró en la escritura su salvación.

 

Cocina del monasterio de San José, al atardecer. Teresa corta cebolla. Hasta que, al darse cuenta de que alguien ha entrado, se levanta en actitud de respeto. El recién llegado observa a Teresa y luego avanza estudiando el lugar. Mira los alimentos, entre los que encuentra libros. Toma uno, lo acaricia sin llegar a abrirlo, lo deja donde lo encontró.

Inquisidor.—«Entre pucheros anda Dios». Se os atribuye tan curiosa sentencia: «Entre pucheros anda Dios». Es justo que nos encontremos aquí, entre pucheros. Porque de él se trata. ¿Sabéis quién soy?

Teresa.—Sé quién sois.

Inquisidor.—Entonces también sabéis por qué estoy aquí.

Silencio.

Veintisiete años hace que tomasteis hábito. Durante lo más de ese tiempo, tuvisteis el amor de vuestras hermanas de la Encarnación. Nadie temía que vinieseis a ser causa de controversia. Mas de un tiempo acá, desafiando a vuestra madre priora, a vuestro confesor y al Provincial de vuestra orden, con otras que habéis arrastrado a vuestra parte, hacéis trato de fundar esta casa que llamáis monasterio de San José. Ya no os parece bastante buena la casa de la Encarnación, ya no os sirve para servir a Dios. Lo que habéis hecho divide a vuestras hermanas y causa escándalo a la ciudad. Nunca, Teresa, nos habíamos encontrado. Pero si vos sabéis quién soy, tampoco vos sois para mí desconocida. He caminado vuestro camino. He entrado en la casa en que nacisteis, he hallado a quienes os vieron crecer, he escuchado a vuestros amigos y a vuestros enemigos. He oído relatos de portentos que, según se dice, os acompañan en la oración. He discutido con vuestros médicos. He indagado cómo se ha hecho esta casa. Con lo que tengo sabido, me sobran razones para deshacerla. No es eso, sin embargo, lo que quiero. Quiero que vos misma cerréis la casa.

(...)

Teresa.—Cada noche le digo: «¿Cómo dejaste que se ensuciase tanto esta posada donde habías de morar? De cuántas cárceles me has sacado. ¿Antes me cansaré yo de ofenderte que tú de perdonarme? En tu paciencia conozco tu amor».

Inquisidor.—¿Con tan atrevidas palabras, así le habláis?

Teresa.—No sé otro modo de hablarle. Ni creo que él mire las palabras, sino la voluntad con que se dicen.

Inquisidor.—Solo un dios pequeño atendería a palabras tan pequeñas.

(...)

Inquisidor.—No hay mal mayor que mal de religiosos. ¿Cómo asombrarse de la derrota del mundo cuando quienes habrían de ser los mejores, para que todos los imiten, tienen borrado el espíritu? Limpiar el mundo empieza por limpiar la Iglesia.

(...)

Teresa.—Mi enfermedad fue tal que el cuerpo teme que el alma haga memoria. Cuantos sanadores hace mi padre que me vean, todos me desahucian. El mal de corazón se hace más recio. Dientes agudos me lo muerden, tanto que temo sea rabia. Como la garganta no traga, que aun agua no puede pasar, me hallo sin fuerza, y gastada porque me dan purga cada día, y con tristeza muy honda. Encogidos los nervios en dolores que ni dormida me dan sosiego, me encojo yo en ovillo sin poderme más mover que si estuviera muerta. La lengua hecha pedazos. La lengua en pedazos de mordida.

(...)

Inquisidor.—Veis a Cristo ante vos. ¿En qué forma?

Teresa duda.

Teresa.—No veo en qué forma. Pero que está a mi derecha, lo siento muy claro, y que es testigo de lo que hago.

Inquisidor.—No entiendo que podáis verlo a vuestro lado si no veis la forma en que está. 

Teresa duda.

Teresa.—Con ojos del alma lo veo.

Inquisidor.—Ojos otros que los del cuerpo, yo no los conozco.

Teresa.—Yo a él lo veo con los ojos del alma más claramente que lo pudiera ver con los del cuerpo.

Inquisidor.—Así como en los sueños.

Teresa.—No es cosa de sueño.

Inquisidor.—¿Cómo sabéis que es Cristo?

(...)

Inquisidor.—«La imaginación es la loca de la casa». Otra curiosa sentencia vuestra. «La imaginación es la loca de la casa». De niña frecuentabais libros de caballería. Gustáis, desde niña, de fantasías. También lo son esas visiones del Señor. Como tantos charlatanes que en estos tiempos abundan, las inventáis para asentar sobre ellas vuestras acciones. Como tantos impostores que antes que a vos desenmascaré, pensáis que nadie discutirá lo que hacéis cuando lo que hacéis parezca dictado de Dios.

(...)

Teresa.—Una noche, estando en oración, me hallé sin saber cómo metida en el infierno. La entrada es una calle angosta de lodo sucio y pestilencial olor y con muchas sabandijas, que también las hay en la pared, la cual te aprieta y desmenuza como boca de bestia. No entiendo cómo, con no haber luz, se ve allí tanto y da tanta pena lo que se ve. Los daños del cuerpo, con haber pasado, según médicos, los mayores que se pueden pasar, no son nada frente a los que allí vi y sentí y acrecidos porque allí son sin esperar consuelo, como sin consuelo te miran las otras almas. Decir que es un arrancarse el alma es poco, porque el alma misma se despedaza. No hay dolor como el agonizar el alma.