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jueves, 24 de septiembre de 2020

A VUELTAS CON LAS LECTURAS

La escritora Care Santos publicó en El Periódico el artículo que comparto hoy («Fin de curso para lectores») a finales del curso 2018-2019 para reflexionar sobre el siempre interesante tema de la lectura en los jóvenes. [Un extracto de este artículo apareció en el ejercicio de Lengua castellana y Literatura en la pasada EvAU de julio en Aragón]. En el artículo, entreveradas con experiencias de la propia autora y con una propuesta muy llamativa al final, se recogen ideas interesantes sobre el fomento de la lectura, las lecturas obligatorias o las vivencias de los lectores, que pueden ayudarnos en este comienzo de curso tan singular que estamos viviendo para seguir invitando a la lectura a nuestros alumnos de Secundaria y Bachillerato.

Fin de curso para lectores

El curso pasado conocí en un instituto a un joven lector que no leía los libros que le mandaban sus profesores, sino que prefería pintarlos. Con gruesos rotuladores negros dibujaba figuras geométricas sobre las líneas paralelas de las páginas. Me contó que lo hacía porque no le gustaba leer y, en cambio, le gustaba mucho dibujar. Me enseñó su obra: sus figuras del tamaño de la mancha de texto eran realmente preciosas, muy trabajadas y originales. Según él, valía más la pena ilustrar los libros con aquellos mandalas psicodélicos que tratar de leerlos. Sin embargo, venía a enseñarme el primer libro que no había pintado en su vida. Una rara avis, tratándose de él. Por una vez, le había parecido más interesante leer que pintar. Y al hacerlo había descubierto el placer de la lectura. Me prometió que iba a buscar otros libros que merecieran quedarse como están. Y yo le aseguré que esos libros existen y me ofrecí a ayudarle a dar con ellos. No he vuelto a saber de él. Me emociona haber asistido de este modo al nacimiento de un lector.

Estamos casi a fin de curso. En solo una semanas ya no habrá lecturas obligatorias para nadie, solo lecturas por puro placer. Ojalá alguno de esos estudiantes que ha descubierto los libros por imposición de un profesor militante se convierta en un lector libre y feliz. Serán pocos, lo sabemos. Los lectores nunca fuimos muchos. Leer es un privilegio, un ejercicio de libertad absoluta, una actividad de élites puesta por vez primera al alcance de todos gracias al empeño de muchos docentes y al compromiso de algunas instituciones. Fomentar la lectura es una labor ardua y lenta, que ni luce a corto plazo ni sirve para ganar votos. Quien lo hace desea una sociedad preparada y crítica y piensa a largo plazo.

Tiempo y silencio, dos bienes escasos

La mayoría de gente que reconoce no leer dice que es por falta de tiempo. Tal vez sea verdad. Tal vez es la vida la que nos está dejando sin tiempo. El estilo de vida que hemos elegido, rodeados de pantallas, ruidos y prisas. Para leer es necesario tiempo y silencio, dos bienes escasos. Es necesario alejarse del teléfono móvil, ponerlo en modo avión, ignorar sus mil alarmas y notificaciones. Poder prescindir de maldito aparatito en los tiempos que corren también es un lujo.

Una de las razones por las que siempre he adorado leer es porque los libros me permiten dejar de ser yo durante un rato. A través de las páginas de una buena novela puedo convertirme en otra persona. Sentir y vivir como ella. Un astronauta, un asesino en serie, una mujer adúltera, un multimillonario sin escrúpulos, un pobre funcionario sin voluntad, una bruja, un terrorista islámico, una esclava sexual, una mujer sin hijos, un hombre, alguien que ostenta el poder absoluto o un bebé nonato que piensa. Quisiera ser durante un rato cualquiera de ellos. Por eso leo novelas. Algunas veces les cuento este secreto mío a los adolescentes. Les digo que en los libros está todo lo que necesitan saber. Lo bueno y también lo malo. Cualquier cosa del ser humano que les aterrorice o les fascine, porque leer es, sobre todo, un viaje al corazón de nuestras propias tinieblas.

Los libros han inspirado temor desde tiempos inmemoriales. Contienen ideas peligrosas, capaces de pervertir a la gente, de despertarla, de revelar la verdad. Todo el que quiere imponer a otros sus ideas comienza por prohibir, quemar o esconder libros. Esta suerte de inquisición bibliófila pervive de algún modo en el temor que algunas personas siguen sintiendo hacia ciertos temas y ciertas novelas. En los institutos se cuentan muchos casos de padres enfadados por las lecturas de sus hijos adolescentes. Padres que ignoran que vivir una experiencia a través de una ficción literaria es un modo magnífico de adquirir conocimientos. El lado oscuro de la vida que tanto nos tienta de adolescentes se aprende leyendo. Cuando nos asustamos de ciertas tramas y las prohibimos estamos alejando a los jóvenes no solo de los libros, también de la vida.

Propongo un ejercicio estival para padres con tiempo y ganas: la lectura compartida en voz alta. Se trata de pasar un buen rato en familia y a la vez contagiar entusiasmo, compartir emociones. Conviene buscar un rato al día y un lugar tranquilo. Se lee por turnos. Los adolescentes agradecerán este protagonismo. Los más pequeños reclamarán toneladas de paciencia por parte de sus compañeros. La lectura compartida en voz alta es un ejercicio que nos recuerda al siglo XIX, a las largas veladas familiares anteriores al invento de la televisión, a las narraciones junto a la chimenea. En el siglo XXI es un acto casi revolucionario, como la lectura misma. Y a la vez una de esas cosas que no caducan jamás.

Ojalá el curso que viene haya muchos alumnos que decidan leer sus libros en lugar de pintarlos.

jueves, 28 de noviembre de 2019

«QUIERO» Y «NO QUIERO»...


Yo quiero amor, quiero gloria,

quiero un deleite divino,

como en mi mente imagino,

como en el mundo no hay.

José de Espronceda, A Jarifa en una orgía


Como hicieron los románticos del siglo XIX, vamos a crear dos poemas que expresen nuestros deseos y nuestras opiniones. Para ello vamos a seguir el ejemplo de dos poetas españoles del siglo XX, José Agustín Goytisolo y Ángela Figuera Aymerich. De sus poemas imitaremos la estructura y también trataremos de inspirarnos en su sensibilidad para expresar los deseos y en su creatividad.
José Agustín Goytisolo escribió el poema «Quiero todo esto» que ya apareció en el blog y que comienza así:

Quiero ser informado sobre lo que ocurre
al más alto nivel
Quiero ver a la gente uno por uno
Quiero que me amnistíen por todo lo que pienso hacer
         de ahora en adelante
Quiero entrar en los cines sin pagar
Quiero que una persona de fiar escoja mis camisas
         y nunca se equivoque
Quiero un informe sobre el comportamiento sexual
         de los sexólogos
Quiero que los cocineros no sean obscenos [...].

En este poema, lleno de ternura y de ironía, entre burlas y veras, entre deseos sinceros y peticiones extravagantes, expresaba una lista de deseos casi interminable. 
  • Ahora vais a manifestar vuestros deseos en un poema de no menos de quince versos. Solo hace falta que cada verso comience con la anáfora de «quiero» y que el final del poema quede claro que todo lo que pedís es «irrevocable». En el poema caben todos vuestros sueños y todos vuestros gustos, podéis entremezclarlos como deseéis. Os puede servir de ejemplo algún otro poema inspirado en el de Goytisolo, como este de la escritora Care Santos .
Ángela Figuera Aymerich escribió «No quiero» para expresar aquellas cosas que no le gustaban o que aborrecía. Seguro que el poema nos invita también a reflexionar y a crear.
NO QUIERO
No quiero
que los besos se paguen
ni la sangre se venda
ni se compre la brisa
ni se alquile el aliento.
No quiero
que el trigo se queme y el pan se escatime.

No quiero
que haya frío en las casas,
que haya miedo en las calles,
que haya rabia en los ojos.

No quiero
que en los labios se encierren mentiras,
que en las arcas se encierren millones,
que en la cárcel se encierre a los buenos.

No quiero
que el labriego trabaje sin agua
que el marino navegue sin brújula,
que en la fábrica no haya azucenas,
que en la mina no vean la aurora,
que en la escuela no ría el maestro.

No quiero
que las madres no tengan perfumes,
que las mozas no tengan amores,
que los padres no tengan tabaco,
que a los niños les pongan los Reyes
camisetas de punto y cuadernos.

No quiero
que la tierra se parta en porciones,
que en el mar se establezcan dominios,
que en el aire se agiten banderas
que en los trajes se pongan señales.

No quiero
que mi hijo desfile,
que los hijos de madre desfilen
con fusil y con muerte en el hombro;
que jamás se disparen fusiles
que jamás se fabriquen fusiles.

No quiero
que me manden Fulano y Mengano,
que me fisgue el vecino de enfrente,
que me pongan carteles y sellos
que decreten lo que es poesía.

No quiero amar en secreto,
llorar en secreto
cantar en secreto.

No quiero
que me tapen la boca
cuando digo NO QUIERO...

  • Vais a escribir otro poema en el que imitaréis la estructura de «No quiero»: ha de tener no menos de quince versos agrupados en estrofas que comiencen con «no quiero» y que al final del texto vuelva a decirse de nuevo «no quiero». Es una manera estupenda de plasmar por escrito las cosas con las que estamos en desacuerdo o que nos disgustan o nos repugnan.

lunes, 17 de octubre de 2011

QUIERO TODO ESTO

Hemos leído estos días muchos textos románticos en los que se expresaban los deseos y las ansias de los autores de principios del siglo XIX. "Yo quiero amor, quiero gloria,/ quiero un deleite divino,/ como en mi mente imagino,/ como en el mundo no hay" decía Espronceda en "A Jarifa en una orgía".
Muchos años después, en 1983, el poeta español  José Agustín Goytisolo  escribió un poema sobre los deseos que se titulaba  "Quiero todo esto". En este poema, lleno de ternura y de ironía, entre burlas y veras, entre deseos sinceros y peticiones extravagantes, expresaba una lista de deseos casi interminable.

Ahora vas a manifestar tú tus deseos en un poema de no menos de veinte versos. Solo hace falta que cada verso comience con la anáfora de "quiero" y que el final del poema quede claro que todo lo que pides es "irrevocable". En él caben todos tus sueños y todos tus gustos, puedes entremezclarlos como desees. Te puede servir de ejemplo algún otro poema inspirado en el de Goytisolo, como este de la escritora Care Santos .
Tienes que presentar tu escrito antes del 26 de octubre. Con este poema abrirás el "Cuaderno de escritura" que a lo largo del curso irás completando con otros textos personales: microrrelatos, greguerías, sueños,...