Yo quiero amor, quiero gloria,
quiero un deleite divino,
como en mi mente imagino,
como en el mundo no hay.
José de Espronceda, A Jarifa en una orgía
Como hicieron los románticos del siglo XIX, vamos a crear dos poemas que expresen nuestros deseos y nuestras opiniones. Para ello vamos a seguir el ejemplo de dos poetas españoles del siglo XX, José Agustín Goytisolo y Ángela Figuera Aymerich. De sus poemas imitaremos la estructura y también trataremos de inspirarnos en su sensibilidad para expresar los deseos y en su creatividad.
José Agustín Goytisolo escribió el poema «Quiero
todo esto» que ya apareció en el blog
y que comienza así:
En este poema, lleno de ternura y de ironía, entre burlas y veras, entre deseos sinceros y peticiones extravagantes, expresaba una lista de deseos casi interminable.
Quiero ser informado sobre lo que ocurre
al más alto nivel
Quiero ver a la gente uno por uno
Quiero que me amnistíen por todo lo que
pienso hacer
de ahora en adelante
Quiero entrar en los cines sin pagar
Quiero que una persona de fiar escoja mis
camisas
y nunca se equivoque
Quiero un informe sobre el comportamiento
sexual
de los sexólogos
Quiero que los cocineros no sean obscenos
[...].
En este poema, lleno de ternura y de ironía, entre burlas y veras, entre deseos sinceros y peticiones extravagantes, expresaba una lista de deseos casi interminable.
- Ahora vais a manifestar vuestros deseos en un poema de no menos de quince versos. Solo hace falta que cada verso comience con la anáfora de «quiero» y que el final del poema quede claro que todo lo que pedís es «irrevocable». En el poema caben todos vuestros sueños y todos vuestros gustos, podéis entremezclarlos como deseéis. Os puede servir de ejemplo algún otro poema inspirado en el de Goytisolo, como este de la escritora Care Santos .
Ángela
Figuera Aymerich escribió «No quiero» para expresar aquellas cosas que no le gustaban o
que aborrecía. Seguro que el poema nos invita también a reflexionar y a crear.
NO QUIERO
No quiero
que los
besos se paguen
ni la sangre
se venda
ni se compre
la brisa
ni se
alquile el aliento.
No quiero
que el trigo
se queme y el pan se escatime.
No quiero
que haya
frío en las casas,
que haya
miedo en las calles,
que haya
rabia en los ojos.
No quiero
que en los
labios se encierren mentiras,
que en las
arcas se encierren millones,
que en la
cárcel se encierre a los buenos.
No quiero
que el
labriego trabaje sin agua
que el
marino navegue sin brújula,
que en la
fábrica no haya azucenas,
que en la
mina no vean la aurora,
que en la
escuela no ría el maestro.
No quiero
que las
madres no tengan perfumes,
que las
mozas no tengan amores,
que los
padres no tengan tabaco,
que a los
niños les pongan los Reyes
camisetas de
punto y cuadernos.
No quiero
que la
tierra se parta en porciones,
que en el
mar se establezcan dominios,
que en el
aire se agiten banderas
que en los
trajes se pongan señales.
No quiero
que mi hijo
desfile,
que los
hijos de madre desfilen
con fusil y
con muerte en el hombro;
que jamás se
disparen fusiles
que jamás se
fabriquen fusiles.
No quiero
que me
manden Fulano y Mengano,
que me
fisgue el vecino de enfrente,
que me
pongan carteles y sellos
que decreten
lo que es poesía.
No quiero
amar en secreto,
llorar en
secreto
cantar en
secreto.
No quiero
que me tapen
la boca
cuando digo
NO QUIERO...
- Vais a escribir otro poema en el que imitaréis la estructura de «No quiero»: ha de tener no menos de quince versos agrupados en estrofas que comiencen con «no quiero» y que al final del texto vuelva a decirse de nuevo «no quiero». Es una manera estupenda de plasmar por escrito las cosas con las que estamos en desacuerdo o que nos disgustan o nos repugnan.
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