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viernes, 18 de febrero de 2022

EL ESPERPENTO: VISIÓN CRÍTICA DE LA ESPAÑA DE HACE CIEN AÑOS


La relectura de Luces de bohemia de Valle-Inclán, un siglo después de su publicación, nos pone alerta acerca de uno de los temas recurrentes de nuestra liteartura, el tema de España. Como afirma Zamora Vicente, toda la crítica literaria ha destacado el aire de queja y de protesta que encierra la obra. De la crítica no se libra nada ni nadie, la obra arremete contra toda la sociedad.  Valle-Inclán nos ofrecerá una amarga reflexión sobre la sociedad española de su tiempo: “España es una deformación grotesca de la civilización europea” (escena XII).

La crítica social de Valle no se dirige contra individuos, clases o colectivos concretos, sino que es una queja total contra toda la vida nacional. En la obra aparecen criticados y satirizados grupos sociales de distinta índole: el mundo artístico bohemio absurdo e inútil (los modernistas), los políticos corruptos (el ministro), los policías brutales, las agrupaciones paramilitares, los periodistas al servicio del poder, los poetas fracasados, la burguesía (los comerciantes), las prostitutas y los borrachos. En definitiva, la España que aparece en la obra es una multitud que vive como puede, hundida en la miseria moral y económica: “En España el mérito no se premia; se premia el robo y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo” (escena XIV).

En Luces de bohemia hay una denuncia frontal del capitalismo (conversación de Max y Mateo en la escena VI) y de quienes sostienen ese orden capitalista: la policía autoritaria -que maltrata los ciudadanos, que asesina los opositores al régimen, que aterroriza a la población- y los políticos corruptos e ineficaces.

Por boca de Max escuchamos también la crítica de la “chabacana sensibilidad” del español ante los grandes misterios de la vida y la muerte (este pueblo “transforma todos los grandes conceptos en un cuento de beatas costureras. Su religión es una chochez de viejas que disecan al gato cuando se les muere”).

Igualmente se satiriza a la cultura oficial (improperios  a la Real Academia española) y a la prensa que está al servicio de los políticos y los empresarios.

Además, en la obra se incluyen comentarios críticos y corrosivos acerca de la historia de España, la más lejana (Felipe II, El Escorial, la Leyenda Negra,…) y la más cercana (guerra de Marruecos, Semana Trágica,…).

En definitiva, la denuncia de Valle es radical y responde al propósito crítico y satírico con el que nace el esperpento. Por debajo de la burla y de la caricatura está el significado profundo, la interpretación crítica de la realidad que le ha tocado vivir. Así es como se entiende el verdadero sentido de la obra.

viernes, 24 de enero de 2020

«NUESTRO TEATRO»: UN ACERCAMIENTO AL TEATRO ESPAÑOL DEL SIGLO XX

Recojo en esta entrada una selección de los vídeos publicados por el Centro Dramático Nacional, bajo la dirección de Ernesto Caballero, dedicados a algunos de los dramaturgos españoles más importantes del siglo XX, que se integran en la serie documental «Nuestro Teatro». Estos breves documentales son un buen complemento a las explicaciones y lecturas de teatro que venimos haciendo estos días en clase. Están dedicados a Valle-Inclán, García Lorca, Jardiel Poncela, Miguel Mihura y Buero Vallejo. Espero que os sean de utilidad para aclarar los contenidos vistos, pues incorporan imágenes de puesta en escena de diferentes obras y comentarios muy acertados.









viernes, 8 de febrero de 2019

LA EVOCACIÓN DE LA VIDA BOHEMIA EN "LUCES DE BOHEMIA"


Max Estrella: Odian mi rebeldía y odian mi talento.
En palabras de Manuel Aznar Soler, “Luces de bohemia es un réquiem elegíaco de la bohemia literaria finisecular”. La obra es un nostálgico y emotivo recuerdo de la autenticidad de la bohemia perdida.
En la obra de Valle-Inclán se presentan tanto la vida bohemia como aprendizaje de la vida artística, como las actitudes literarias y políticas que caracterizan a los bohemios de principios del siglo XX.

La bohemia es el aprendizaje de la vida artística y ello está reflejado perfectamente en la obra (estancias en París, forma propia de hablar, miseria, marginalidad,…). En Luces de bohemia hay bastantes alusiones a París, al Barrio Latino (origen de la bohemia) y a los modelos literarios de la bohemia: Verlaine, Víctor Hugo, Ibsen. Las dos alucinaciones que sufre Max Estrella se retrotraen al pasado parisino, huyendo del presente. Igualmente, en las conversaciones que Max mantiene con el Ministro de la Gobernación (escena VIII) y Rubén Darío (escena IX) se evocan nostálgicamente los recuerdos de la bohemia vivida.
Rubén Darío escribió de Sawa que como buen bohemio “estaba impregnado de literatura, hablaba en libro; era gallardamente teatral”. Por eso, a lo largo de la obra aparecen integradas en el habla habitual de los personajes o en las acotaciones citas y referencias literarias de Calderón, San Juan de la Cruz, Góngora, César o  Rubén Darío. Hay varias alusiones a autores clásicos o contemporáneos (Homero o Shakespeare, Ibsen o Unamuno) así como a personajes literarios de ficción (Segismundo, Hamlet y Ofelia). En la obra se incorporan como personajes autores contemporáneos (Rubén Darío, Dorio de Gádex) o autores bajo personalidad supuesta (Max Estrella es Alejandro Sawa, Basilio Soulinake es Ernesto Bark). El marqués de Bradomín, trasunto literario del propio Valle y protagonista de las Sonatas por ejemplo, aparece también en la obra.
La miseria será la consecuencia de su voluntaria decisión de vivir el arte al margen del mundo burgués. “Las letras no dan para comer” dice Max Estrella. La miseria en la que vive el protagonista es determinante en la obra: propone el suicidio colectivo de la familia, empeña sus libros y su capa, acepta el “sueldo” que le asigna el ministro (“Soy un canalla. No me estaba permitido irme del mundo sin haber tocado alguna vez el Fondo de los Reptiles”). El décimo que le hubiera sacado de la pobreza sale premiado pero lo cobra Don Latino, acentuando más la ironía trágica del destino. Rubén Darío dijo de Sawa que “prefirió muchas veces la miseria a macular su pureza estética”.
En su vagabundeo por la noche madrileña Max Estrella se topa con personajes que rondan la delincuencia o la marginalidad (la Pisa-Bien, el rey de Portugal, el borracho) y con las prostitutas (escena X). Todos estos personajes eran del gusto de los bohemios porque se apartaban del mundo burgués.
Las actitudes literarias de la bohemia también están reflejadas en la obra. El bohemio busca la consagración, pero lo hace rechazando el ser asimilado por el mundo literario oficial. Max no admite ser rechazado por aquellos a quienes desprecia: “Odian mi rebeldía y odian mi talento”. En la obra hay por esto duras palabras contra la Academia y el Ateneo (la “Docta Casa”).     
La reacción contra el Realismo literario es patente entre los bohemios. Es muy despectiva, por ejemplo, la referencia a Galdós (“Don Benito el Garbancero”, nombre con el que era conocido entre los jóvenes modernistas por su estilo, según ellos, prosaico y vulgar).
El entronque entre bohemia y Modernismo es total en la España de ese tiempo. Rubén Darío, el gran maestro del Modernismo, participa en la obra y sus versos son citados por otros personajes. Max Estrella y Rubén Darío se profesan gran admiración. Los Epígonos del Parnaso Modernista que acompañan al protagonista de la obra eran escritores conocidos en el mundo literario de la época. Visten la indumentaria tópica (“pipas, chalinas y melenas”) y son acusados por don Filiberto de iconoclastas y cínicos.
En la obra concurren las dos tendencias de la bohemia en la forma de concebir el arte: “el arte al servicio de de los intereses del proletariado” (Max Estrella) y  “el arte por el arte” (Dorio de Gádex).
Las actitudes políticas de la bohemia se plasman también en Luces de bohemia. La desafiante protesta, romántica e individualista, del artista bohemio se dirige contra el capitalismo y contra la mediocridad, la vulgaridad y la burocratización de la sociedad burguesa. Este rechazo se manifiesta en la profunda aversión y desprecio hacia la política oficial.
Es muy sintomático el comportamiento de Max Estrella contra cualquier forma del poder establecido: el capitán Pitito, el Sereno, los guardias, Serafín el Bonito, Dieguito o el propio Ministro.
La crítica de los políticos contemporáneos y la denuncia de la corrupción política son continuas en la obra. Maura, García Prieto, Romanones, Castelar o Alfonso XIII son criticados sin paliativos. También se denuncia la corrupción política en sus diferentes manifestaciones: el caciquismo (Manuel Camo), el nepotismo (García Prieto), el reparto de la riqueza (Romanones) o la connivencia de Acción Ciudadana con la policía y el poder.      
El anarquismo será visto como la opción política radical y revolucionaria más adecuada. Las palabras de Max Estrella y del preso catalán entroncan con el pensamiento radical anarquista y comunista (desaparición de las clases sociales, necesidad de una revolución,…), únicas alternativas a la corrupción política oficial.

viernes, 16 de febrero de 2018

LA LENGUA DEL ESPERPENTO EN «LUCES DE BOHEMIA»

MAX: Latino, deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España.

En manos de Valle-Inclán la lengua es el instrumento más eficaz para cumplir con el propósito de recrear y criticar la sociedad española en su totalidad, empeño fundamental de sus esperpentos y de Luces de bohemia en concreto.
La lengua del esperpento es rica, compleja, variada. Superpone registros lingüísticos muy diferentes entre sí. Busca el habla total que abarca desde el habla más culta de personas refinadas al habla vulgar de las personas desheredadas de dinero y de espíritu. Los niveles culto y popular no siempre se dan de modo indiferenciado, sino que a menudo se produce el cruce de ambos, en busca del chispazo grotesco («yo también chanelo el sermo vulgaris» dice Max al Capitán Pitito). Este cruce provoca un desgarro lingüístico que será una de las señas de identidad de todos los esperpentos.
La mezcla de diferentes niveles lingüísticos sirve a Valle, además de para sus fines esperpénticos («deformemos la expresión»), para recrear el habla de los bohemios, el propio Valle-Inclán entre ellos, que gustaban de hablar «en cínico y en golfo».
El nivel culto está presente a lo largo de toda la obra y es de extracción predominantemente modernista. Puede servir tanto para homenajear palabras de Rubén Darío («Padre y maestro mágico», «¡Juventud, divino tesoro!») como para ridiculizar sutilmente al propio Modernismo (el «¡admirable!» del propio Rubén). Además de las numerosísimas citas literarias que aparecen en las palabras de los personajes (Calderón, Góngora, San Juan de la Cruz,…) el lenguaje culto se enriquece con la selección léxica cultista («¿Qué rumbo consagramos?»), la sentenciosidad de muchas expresiones («La revolución es aquí tan fatal como en Rusia») o el empleo de la hipérbole («he sido […] inquisitorialmente torturado»). Este lenguaje enfático y grandilocuente sirve en muchas ocasiones para ridiculizar a los personajes.
En la obra destaca la prodigiosa recreación artística del habla popular madrileña, la del arrabal. Esta forma de hablar era la característica del teatro paródico de aquellos años. Con Valle-Inclán todo este caudal lingüístico se hace reflejo vivo de la vida real, la que escapa a la hipocresía de la norma. Es así como aparece la voz callejera de la pobreza y el dolor, entremezclada con las jergas de la delincuencia y de la taberna.
El léxico del habla madrileña se caracteriza por distintos recursos lingüísticos:
  • Abreviatura de nombres comunes o propios («Delega», «La Corres»).
  • Deformación de palabras con sufijos que no corresponden («vivales», «naturaca»).
  • Empleo de prefijos intensificadores («requetebién», «releche»).
  • Uso de cultismos estridentes («no introduzcas tú la pata», «un café de recuelo te integra»).
  • Aparición de numerosas ironías (llamar «palacio» a la buhardilla; «capitalista» al mendigo,…).
El habla popular está salpicada de vulgarismos («hablar muy dilustrado», «sus lo entrego«), coloquialismos («curda», «golfa») y frases hechas («dar para el pelo», «tomar la coleta»). Además se nutre de gitanismos («mulé», «mangue», «pirante»,…) y de las jergas del mundo marginal («dar el pan de higos» por conceder a alguien favores amorosos; «ser visitada por el nuncio» por tener la menstruación,…).
Los personajes de Luces de bohemia además de estar descritos magistralmente en las acotaciones aparecen caracterizados por su forma de hablar. Los personajes extranjeros (como Madama Collet y Basilio Soulinake) presentan errores sintácticos y léxicos en sus intervenciones. Otros personajes están caracterizados por las muletillas lingüísticas que emplean (el «no te pongas estupendo» de Latino cuando Max le acosa con su ironía, el «¡cráneo privilegiado!» del borracho Zacarías,…). La intención humorística de las palabras del Rey de Portugal o la intención provocadora de Max o la intención irónica de Latino caracterizan igualmente diferentes facetas de los personajes en la obra.
Toda la obra destaca por el prodigioso empleo del idioma que hace Valle-Inclán. Tanto en las acotaciones como en los diálogos el autor manifiesta una clara voluntad de estilo que hace que su obra alcance un valor literario excepcional. Las acotaciones son un prodigio literario. Además de su valor funcional destacan por el estético. No sólo describen sino que tienen una gran capacidad de evocación y sugerencia. Con una técnica impresionista, con el empleo de la enumeración, con un estilo nominal y con una sorprendente adjetivación, Valle-Inclán logra caracterizar con intensidad tanto personajes como ambientes. Los diálogos se caracterizan por su brevedad, su concentración expresiva y por la rapidez en el juego de réplicas y contrarréplicas. El ingenio, la ironía, la chanza, la crítica o el sarcasmo salpican las intervenciones de los personajes, confiriendo a la obra una gran variedad de tonos y registros, característica de los esperpentos de Valle-Inclán.

lunes, 20 de febrero de 2017

VALLE-INCLÁN HABLA SOBRE EL TEATRO DE SU TIEMPO

Valle-Inclán en 1911.
[Fotografía de Pablo Audouard]
Las palabras de Valle-Inclán servirán en esta ocasión para adentrarnos en el teatro español del siglo XX. Su afán renovador chocó con los gustos del público burgués de principios de siglo, como ya habíamos leído en una entrada anterior del blog. Su nueva concepción del espectáculo teatral hizo que muchas de sus obras no se representaran en su época, pero esto no ha sido obstáculo para que hoy sea considerado como uno de los grandes renovadores del teatro mundial del siglo XX. Las palabras de Valle-Inclán no difieren mucho de las que ya habíamos oído en boca de García Lorca también en el blog.

  • Las primeras declaraciones de Valle-Inclán que recogemos fueron transcritas por «El caballero audaz» (pseudónimo del novelista Jose María Carretero) en 1922.

«Si Lope de Vega viviese hoy, lo más probable es que no fuese autor dramático, sino novelista. ¡Habría que oír al «Fénix» cuando los empresarios le hablasen de las conveniencias de escribir manso y pacato para no asustar a las niñas del abono!... El autor dramático con capacidad y honradez literaria hoy lucha con dificultades insuperables, y la mayor de todas es el mal gusto del público. Fíjese usted que digo el mal gusto y no la incultura. Un público inculto tiene la posibilidad de educarse, y esa es la misión del artista. Pero un público corrompido con el melodrama y la comedia ñoña es cosa perdida. Vea usted el público de la Princesa».

«Yo no soy autor, abastecedor de esos teatros que usted dice existen; yo no soy empresario; yo no soy actor ni espectador. De modo y manera… ¿Qué podré decirle a usted sobre esa crisis del Teatro…? ¡Ah! Sí. Ahora recuerdo que en ya muy lejanos días estrené… Mas de mi aprecio profesional a aquel estreno le diré el detalle de que cuando la obra se editó yo no puse, yo no hice ni la más leve mención de que aquella obra de lectura había sido obra de teatro, se había representado en las tablas escénicas».

Afirma después Valle-Inclán que él no va a los teatros  y que prefiere los locales de «varietes». Además, también se considera un apasionado del cine. Y del cine dice:

«Ese es el Teatro nuevo, moderno. La visualidad. Más de los sentidos corporales; pero es arte. Un nuevo Arte. El nuevo arte plástico. Belleza viva. Y algún día se unirán y completarán el Cinematógrafo y el Teatro por antonomasia, los dos Teatros en un solo Teatro. Y entonces se podrá concurrir, perder el tiempo en el Teatro».
  • Las declaraciones siguientes aparecieron publicadas en la revista Luz en 1933. Esta es la respuesta a la pregunta de cómo debería ser el teatro español:
«El nuestro, como ha sido siempre: un teatro de escenarios de numerosos escenarios. Porque se parte de un error fundamental, y es éste: el creer que la situación crea el escenario. Eso es una falacia, porque, al contrario, es el escenario el que crea la situación. Por eso el mejor autor teatral será siempre el mejor arquitecto. Ahí está nuestro teatro clásico, teatro nacional donde los autores no hacen más que eso: llevar la acción sin relatos a través de muchos escenarios».

«El teatro ha de conmover a los hombres o divertirles; es igual. Pero si se trata de crear un teatro dramático español, hay que esperar a que esos intérpretes, viciados por un teatro de camilla casera, se acaben. Y entonces habrá que hacer un teatro sin relatos, ni únicos decorados; que siga el ejemplo del cine actual, que, sin palabras y sin tono, únicamente valiéndose del dinamismo y la variedad de imágenes, de escenarios, ha sabido triunfar en todo el mundo…»

[Los textos están entresacados del libro Literatura española de los maestros Fernando Lázaro Carreter y Vicente Tusón, que a su vez los tomaron del libro de José Esteban, Valle-Inclán visto por...]