lunes, 6 de noviembre de 2017

VIGENCIA DE ANTONIO MACHADO

Antonio Machado pintado
por Joaquín Sorolla (1917).
Tomado de Wikipedia
La vigencia de un poeta se advierte en las palabras de los escritores que han surgido después de él en el tiempo y que tratan de enlazar con su quehacer literario, con su idea de poesía o con su figura y también en la respuesta positiva que los lectores de diferentes generaciones dan a sus creaciones, recordando, citando o cantando algunos de sus versos. En otras entradas de este blog ya hemos hablado de cómo Antonio Machado siguió siendo leído y admirado por los poetas de los años cincuenta del siglo XX. Hoy añadimos otros dos ejemplos de poetas que han buscado a Antonio Machado como referente de sus obras.
El primero es José Ángel Valente, autor de un poema aparecido en La memoria y los signos, libro escrito entre 1960 y 1965, en el que dialoga con el poeta de Campos de Castilla y en el que le pregunta si es un digno sucesor suyo. Valente, adscrito primero al Grupo poético de los 50, fue el principal defensor, a partir de 1966, de la poesía como conocimiento de una realidad cuya revelación se produce en la creación poética. En el poema seleccionado («Si supieras») se advierte la gran influencia que tuvo el poeta sevillano en la promoción de los poetas sociales de los años cincuenta, a la que iluminó y a la que enseñó el poder combativo de la poesía.

SI SUPIERAS

                    …creo en la libertad y en la esperanza
Antonio Machado



Si supieras cómo ha quedado
tu palabra profunda y grave
prolongándose, resonando...
Cómo se extiende contra la noche,
contra el vacío o la mentira,
su luz mayor sobre nosotros.
Como una espada la dejaste.
Quién pudiera empuñarla ahora
fulgurante como una espada
en los desiertos campos tuyos.
Si supieras cómo acudimos
a tu verdad, cómo a tu duda
nos acercamos para hallarnos,
para saber si entre los ecos
hay una voz y hablar con ella.
Hablar por ella, levantarla
en el ancho solar desnudo,
sobre su dura entraña viva,
como una torre de esperanza.
Como una torre llena de tiempo
queda tu verso.
                          Tú te has ido
por el camino irrevocable
que te iba haciendo tu mirada.
Dinos si en ella nos tuviste,
si en tus sueños nos reconoces,
si en el descenso de los ríos
que combaten por el mañana
nuestra verdad te continúa,
te somos fieles en la lucha.

El segundo es Benjamín Prado, un poeta de la llamada Generación del 99, que rinde homenaje también a Machado a partir del último verso que se encontró en el bolsillo del gabán del poeta tras su muerte: «estos días azules y este sol de la infancia». El poema apareció en sus libros Iceberg y Marea humana.

EL DERROTADO
(Antonio Machado)

Estos días azules
y este sol de la infancia
y el hombre que al mirarlos
sólo ve sangre y nieve,
ve que ya no le importan
ni son suyos
ve que ya no los tiene.

Es un hombre que vino
desde un país a oscuras.
Es el hombre sin nada,
el que ya sólo quiere
agua sin ríos,
pastos sin caballos
y muerte sin campanas..
Sólo muerte.

Estos días azules.

A lo lejos, se escucha
el correr de una fuente
y él lo transforma
en himnos,
en soldados que cantan,
en la música roja
de un corazón que hierve.

Adónde puede ir
quien lo ha perdido todo,
quien perdió su bandera,
su libertad, su gente,
quien no quiere olvidar
lo que pudo haber sido,
quien no puede saltar
el muro de su frente.

Estos días azules
y el hombre que al mirarlos
sólo ve sangre y nieve,
ve que no son de entonces
ni son suyos,
son de un tiempo perdido
y de un país
sin suerte.

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