Dámaso Alonso, el poeta del 27, nos recuerda en estos fragmentos entresacados de «Góngora entre dos centenarios» (1962) lo que significó el centenario del poeta barroco para sus compañeros de grupo. En los dos primeros párrafos nos da cuenta de las noticias de los actos organizados por los jóvenes poetas, entre los que destaca el homenaje en el Ateneo de Sevilla los días 16 y 17 de diciembre de 1927 del que guardamos testimonio fotográfico (debajo de estas líneas); y en el tercero nos explica las razones profundas de la seducción que Góngora ejerció sobre los poetas del 27.
Homenaje a Góngora en el Ateneo de Sevilla (1927). De izquierda a derecha: Alberti, Lorca, Chabás, Bacarisse, Platero, Blasco, Guillén, Bergamín, Alonso, Diego.
|
Todos los
poetas del grupo, en nuestras reuniones en cafés o en casa de algún amigo, hablábamos
de Góngora, discutíamos pasajes. Queríamos también preparar la defensa contra
los feroces enemigos: estábamos indignados porque la Academia no había querido
celebrar el centenario del poeta [...]
Queríamos
organizar actos para la celebración del centenario. Escribimos cartas -firmadas
por todos nosotros- a varios de los maestros literarios de entonces. Las contestaciones
a esas cartas fueron casi todas negativas. Quisimos hacer una biblioteca del
centenario en la que se publicaran las obras de Góngora y otras en su honor. Yo
preparé la edición de las Soledades,
y mi libro tuvo un éxito mundial (con muchas reseñas en España, Europa y
América); Gerardo Diego reunió su preciosa Antología
Poética en honor de Góngora, que es un excelente índice del influjo del
poeta a través de siglos de poesía española; Cossío publicó una pulcra edición
de los romances; Salinas, Guillén y Alfonso Reyes se comprometieron a editar
los sonetos, las octavas y las letrillas del poeta, pero no lo hicieron [...]
El
centenario de Góngora, en 1927, fue una explosión de entusiasmo juvenil. Los jóvenes
de entonces nos sentíamos cerca de algunos de los problemas estéticos que habían
ocupado a Góngora. Estaba en el ambiente europeo la cuestión de la pureza literaria:
se trataba de eliminar del poema toda ganga, todo elemento no poético. Nos preocupaba
también la imagen: en la imagen íbamos detrás del movimiento ultraísta -en el
que alguno, Gerardo Diego, había participado ya-. Ese movimiento había sido estridentista.
Y ahora, en los años inmediatamente anteriores a 1927, nada de estridentismo:
se trataba de trabajar perfectamente, en pureza y fervor, de eliminar del poema
elementos reales y dejar todos los metafóricos, pero de tal modo que éstos satisficieran
a la inteligencia con el sello de lo logrado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario