El espíritu romántico,
profundamente idealista, insatisfecho y rebelde, nos ha legado la
creación o la revitalización de personajes literarios que plasman sus
inquietudes y su visión del mundo. Entre sus páginas abundan bandoleros y gitanas (como en Carmen, la novela de Mérimée); piratas y corsarios (protagonistas de numerosas leyendas y canciones); caballeros medievales (como Ivanhoe de Walter Scott, novela en la que también aparece Robin Hood); damas sensibles y enamoradizas (como La dama de las camelias de Dumas) y jóvenes suicidas (como Werther, el personaje de Goethe).
Entre todos ellos nos fijaremos en tres personajes representativos de este espíritu romántico, convertidos hoy en mitos de la modernidad e inspiradores de numerosas obras literarias, musicales, artísticas y cinematográficas (entre las que se encuentran los carteles de las películas que sirven para ilustrar esta entrada). Son don Juan, Fausto y Frankenstein.
Entre todos ellos nos fijaremos en tres personajes representativos de este espíritu romántico, convertidos hoy en mitos de la modernidad e inspiradores de numerosas obras literarias, musicales, artísticas y cinematográficas (entre las que se encuentran los carteles de las películas que sirven para ilustrar esta entrada). Son don Juan, Fausto y Frankenstein.
Don Juan, cuyo origen rastreamos en la obra del español Tirso de Molina El burlador de Sevilla y convidado de piedra,
es un seductor valiente, un osado conquistador de mujeres, un libertino
que sabe que no conocerá la felicidad con ninguna mujer. Para
lord Byron, autor de un poema épico titulado Don Juan, es el
arquetipo de la libertad, de la rebeldía ante la ley humana y la divina,
y del heroísmo individualista. En España donjuanes serán Félix de
Montemar, protagonista de El estudiante de Salamanca de Espronceda, y
don Juan Tenorio, el protagonista del drama homónimo de José Zorrilla. El espíritu rebelde del primero se mantiene hasta la hora de su muerte: no se arrepiente de su vida pasada y desafía a Dios antes de morir. El don Juan de Zorrilla, sin embargo, se salva del infierno en el último momento, al arrepentirse de sus pecados y dejarse llevar por la mano de doña Inés desde su tumba, pues la joven ha hecho un pacto con Dios para salvar el alma de don Juan.
Fausto, protagonista ya de una antigua leyenda germánica, es un sabio, astrólogo y alquimista, que, insatisfecho con su vida, pacta con el diablo y vende su alma a cambio de la sabiduría y los placeres mundanos. Goethe inmortalizó a este personaje en su obra de teatro y lo convirtió en símbolo de la humanidad, que yerra cuando actúa, pero que debe actuar para encontrar la salvación. En la obra se plantean cuestiones capitales para la humanidad: ¿cuáles son los límites del saber?, ¿es posible el conocimiento sin la acción?, ¿en qué medida somos reflejo de lo divino?,...
Frankenstein es, junto a la criatura creada por él, el protagonista de la obra de Mary W. Shelley, una novela entre el terror gótico y la ciencia ficción. Está inspirada en el mito clásico de Prometeo, el titán que desafió a los dioses y entregó el fuego a los hombres. La novela narra el intento de doctor Frankenstein de crear un ser humano y su dramático fracaso. Entre las diferentes interpretaciones que se han hecho de esta novela, destaca la que la considera como símbolo de la perversión que puede traer el desarrollo científico: igual que la criatura se rebela contra su creador, el uso irresponsable de la ciencia y la tecnología puede acarrear a la humanidad consecuencias negativas.
Don Juan, Fausto y Frankenstein son protagonistas de obras que siguen inquietando a los lectores de hoy. Es una buena oportunidad para acercarnos a alguna de ellas.
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