La
victoria del bando franquista con su política dictatorial, represiva e
intolerante, puso fin a un periodo de esplendor artístico en España y trajo a
su vez fatídicas consecuencias para el mundo de la cultura.
Sólo entre los escritores debieron
tomar el camino del exilio los
poetas Juan Ramón Jiménez, León Felipe, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Rafael
Alberti, o Luis Cernuda; los novelistas Ramón J. Sender, Max Aub, Rosa Chacel,
Arturo Barea o Francisco Ayala; y dramaturgos como Alejandro Casona. Miguel
Hernández fue encarcelado y murió en prisión; Federico García Lorca fue
fusilado durante la guerra y Antonio Machado murió poco después de salir de
España al exilio. De esta forma los jóvenes escritores quedaban huérfanos de
posibles maestros, de transmisores de la tradición.
Pablo Ruiz Picasso, Guernica (1937) |
Tras la Guerra Civil (1936-1939) el empobrecimiento cultural es patente. El
panorama está marcado por una rígida censura.
Se prohíbe publicar obras críticas con el régimen franquista (novelas sociales,
novelas de los exiliados,…) y obras de corte innovador procedentes de Europa.
La censura se muestra implacable en todo lo concerniente a los temas político,
religioso o sexual. Incluso algunos de los escritores que no marcharon al
exilio (caso de Dámaso Alonso o Vicente Aleixandre) nos dieron testimonio de la
conciencia de “autocensura” con la que abordaban sus obras. El empobrecimiento
cultural se vio agravado con la proliferación de una literatura nacionalista
mediocre, la traducción de muchas obras irrelevantes artísticamente y la
parcialidad manifiesta de la crítica literaria de la prensa franquista.
Tras la guerra se abre en la literatura española una etapa muy distinta a todo lo
publicado antes del conflicto. Se rompe
con las tendencias estéticas anteriores en todos los géneros literarios. En
la novela se olvidan las “nivolas” de
Unamuno, los esperpentos de Valle-Inclán, las novelas intelectuales de los
novecentistas o las novelas sociales de los años treinta. En poesía las formas
vanguardistas son rechazadas. En el teatro las aportaciones de Valle-Inclán o
de García Lorca no van a encontrar continuidad en los nuevos autores. Así, los
primeros años de posguerra van a ser de tanteos y búsquedas estéticas carentes
de fuerza. En palabras de Martínez Cachero son “años de convalecencia”.
La Guerra Civil provocó
una doble escisión entre los
escritores españoles. La primera escisión
fue entre los que marcharon al exilio y los que decidieron
quedarse. Los autores de la “España
peregrina” que bautizó José Bergamín cultivarán una literatura muy distinta a
la de los que se quedan: va a girar en torno a la nostalgia de la tierra
perdida, la imprecación contra los vencedores o la recreación la España anterior a 1939. La
segunda escisión se produce entre los autores que se quedaron en España. Dámaso
Alonso habló de una “literatura arraigada” (la de los autores adictos al
régimen franquista que se desentienden de la realidad trágica del momento y
buscan sólo la perfección estilística) y de una “literatura desarraigada”
(cultivada por los escritores preocupados por manifestar sus sentimientos de angustia
y frustración ante la realidad del hombre y del mundo transmitida con un
lenguaje más directo y dramático).
En LETRAS DE BATALLAS, excelente página de Lluís Rius Oliva, encontrarás multitud de informaciones y sugerencias de lecturas acerca de la Guerra Civil: la historia del conflicto, las vivencias de distintos escritores en aquellos años, la valoración de varios pensadores acerca del fenómeno de la guerra,...
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