Ahora que empezamos en 4º de ESO y 2º de Bachillerato las clases de gramática, después de haber dado vuelta a los textos desde diferentes perspectivas, quiero compartir con los lectores del blog unas palabras de Ignacio Bosque, uno de los grandes maestros de nuestra gramática. Están entresacadas de una entrevista que le hicieron a él y a la lingüista Brenda Laca en un periódico uruguayo y tratan de la enseñanza de la gramática como arquitectura del pensamiento y de la necesidad de que se traslade a los alumnos que la lengua es algo suyo. Espero, como siempre, que estas palabras, un elogio de la gramática, sean inspiradoras del quehacer que tenemos por delante.
«Hay que tener en cuenta que la lengua es una parte esencial de nosotros mismos, no algo que está afuera; los estudiantes creen que la lengua es como el Código de Derecho Mercantil, algo que está ahí afuera y no tiene nada que ver con ellos. Se suele enseñar una gramática rutinaria, un etiquetado mecánico y circunstancial; siempre surge la pregunta de por qué los estudiantes la detestan, y la respuesta es sencilla: porque no tiene nada que ver con ellos. El cambio fundamental que hace falta en la docencia de la gramática es que los docentes permitan esa noción de la lengua como un patrimonio individual y colectivo, pero sobre todo individual, que les pertenece a los estudiantes, y uno intenta que conozcan mejor una parte de ellos mismos».
Ignacio Bosque. (El País) |
«Educar es enseñar a crecer personal e intelectualmente, pero también ayudar a argumentar, a formar la capacidad crítica; un estudiante debe ser capaz de darse cuenta de que le están dando un argumento de autoridad, debe ser capaz de reaccionar ante eso. La capacidad crítica de los ciudadanos se educa, no va de suyo. La gramática es la arquitectura del pensamiento, es el sistema que nos permite dar forma a lo que pensamos y sentimos. No obstante, los estudiantes no lo ven así, y ellos no tienen la culpa: alguien les ha transmitido la idea de que es un etiquetado mecánico que hay que hacer porque es una actividad curricular; es terrible, pero realmente es así. La educación es lo más importante de cualquier sociedad; yo no sé si los políticos están realmente convencidos de eso. La gramática es una pequeña parte, pero hay que educar en valores cívicos, hay que enseñar la capacidad crítica, a no aceptar todo lo que nos digan, hay que enseñar a argumentar y contraargumentar, a dar discursos articulados y formular encadenamientos coherentes. Todo eso es parte de la educación».
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