miércoles, 24 de abril de 2019

DELIBES Y LA NOVELA ESPAÑOLA DE POSGUERRA

Miguel Delibes (1975)
Os dejo estas declaraciones de Miguel Delibes, de diciembre de 1975, acerca de cómo fue la novela española de posguerra y de cómo su novelística fue adaptándose a las distintas tendencias representativas de cada uno de esos periodos. Sus palabras son un resumen muy acertado de cuestiones que ya hemos estudiado con más profundidad en clase.

De 1940 a 1975 cuatro grupos o promociones de escritores han ido jalonando a lo largo de siete lustros nuestro quehacer narrativo, surgidos aproximadamente de década en década. El primero, nacido con los años cuarenta, se caracteriza por un pesi­mismo doliente a consecuencia de la guerra civil, su falta de contacto con los novelistas extranjeros coetáneos y su calidad desigual, y, en líneas gene­rales, poco brillante. El segundo, que aflora por la década de los 50, el de los objetivistas, muestra una pro­gresiva eliminación de los resortes emocionales, una honda preocupación por la construcción y el estilo y una actitud objetiva absolutamente imparcial hacia las historias que rela­tan. La tercera promoción, los so­cial-realistas de los años 60, convierte el incipiente inconformismo del gru­po anterior en una posición critica radical y esencialmente político-so­cial ante la sociedad, al tiempo que consideran como medio los ideales estéticos y formalistas de aquellos. Por último, en nuestros días, asisti­mos al lanzamiento de un cuarto grupo, el de los experimentalistas, cuya aparición conecta con el 'nou­veau roman' y es activado por el reciente 'boom' de la novela hispa­noamericana. Por primera vez desde la guerra, la novela española abandona el cauce del realismo para apuntalar la narración en la estructura y el lenguaje. Los relatos se fraccionan, se altera constantemente el ángulo del narra­dor, se inmiscuye el pensamiento en la acción, se funden los tiempos, se eluden los signos de puntuación. El resultado, con frecuencia, es una obra inextricable en la que la frondosidad verbal sustituye al tradicional delineamiento de carac­teres y a la acción misma. Sin embargo es evidente que no todos los narradores españoles de la post­guerra caben en estos cuatro grupos y que evolucionan a tono con las exi­gencias literarias del momento.

Dentro de este marco de corrien­tes representativas de la novela de nuestra postguerra, y de las cuales ninguna incitación me ha sido ajena, mi obra se adscribe en cierto modo a las cuatro. Si por mi edad debo in­cluirme en el primero de esos grupos, por mi preocupación por la forma novelesca, evidente a partir de El camino, me adscribo al segundo; por mi inquietud social -Las Ratas, Cin­co horas con Mario- en el tercero, y finalmente, por mi afán de explorar nuevos horizontes, mi verbosidad y los atentados deliberados contra la gramática, notorios en Parábola del náufrago, en el cuarto.

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