La Guerra Civil Española supuso la dispersión y el final del grupo poético del 27. De los poetas que marcharon al exilio, recordaremos hoy a Rafael Alberti y Luis Cernuda. Sus poemas nos hablan de esa experiencia dolorosa del exilio, de las impresiones y emociones que se despertaron en ellos tras sufrir este desgarro después de una cruel guerra.
Rafael Alberti escribió el poema «Se equivocó la paloma» en París nada más terminar la guerra, recién exiliado y sumido en un estado de desánimo e incertidumbre. El autor nos recuerda en La arboleda perdida, su libro de memorias, que no sabe cómo empezó a componer esta canción, en la que no veía ni rastro del estado de angustia en que se encontraba: «Era un misterio su aparición. Abriéndose vuelo en los cielos y campos de muerte que arrastraba conmigo, aquella paloma había llegado hasta mis manos, traspasándola con aire de escritura a una hoja blanca de papel que tenía en la mesa». Hay muchas interpretaciones que han tratado de descubrir el misterio de la equivocación de la paloma, de su alto vuelo amoroso en busca de su propio secreto, pero seguramente la que hagamos cada uno de nosotros también tiene su parte de verdad. El poema se recogió en su obra Entre el clavel y la espada de 1941.
Se equivocó
la paloma.
Se equivocaba.
Por ir al norte, fue al sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo;
que la noche, la mañana.
Se equivocaba.
Que las estrellas, rocío;
que la calor; la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón, su casa.
Se equivocaba.
Se equivocaba.
Por ir al norte, fue al sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo;
que la noche, la mañana.
Se equivocaba.
Que las estrellas, rocío;
que la calor; la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón, su casa.
Se equivocaba.
(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.)
En este otro poema de Baladas y canciones del Paraná (1954), Rafael Alberti recuerda con nostalgia la patria perdida a partir de unas nubes cuyos perfiles le han recordado el mapa de España.
Canción 8
Hoy las
nubes me trajeron,
volando, el mapa de España.
¡Qué pequeño sobre el río,
y qué grande sobre el pasto
la sombra que proyectaba!
Se le llenó de caballos
la sombra que proyectaba.
Yo, a caballo, por su sombra
busqué mi pueblo y mi casa.
Entré en el patio que un día
fuera una fuente con agua.
Aunque no estaba la fuente,
la fuente siempre sonaba.
Y el agua que no corría
volvió para darme agua.
volando, el mapa de España.
¡Qué pequeño sobre el río,
y qué grande sobre el pasto
la sombra que proyectaba!
Se le llenó de caballos
la sombra que proyectaba.
Yo, a caballo, por su sombra
busqué mi pueblo y mi casa.
Entré en el patio que un día
fuera una fuente con agua.
Aunque no estaba la fuente,
la fuente siempre sonaba.
Y el agua que no corría
volvió para darme agua.
Por su parte, Luis Cernuda vive la experiencia del exilio de otra forma y se plantea en el poema «Peregrino» (en Desolación de la quimera, 1962) el no volver a España y seguir libre hacia adelante sin ningún tipo de atadura con el pasado.
Peregrino
¿Volver?
Vuelva el que tenga,
Tras largos años, tras un largo viaje,
Cansancio del camino y la codicia
De su tierra, su casa, sus amigos,
Del amor que al regreso fiel le espere.
Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas,
Sino seguir libre adelante,
Disponible por siempre, mozo o viejo,
Sin hijo que te busque, como a Ulises,
Sin Ítaca que te aguarde y sin Penélope.
Sigue, sigue adelante y no regreses,
Fiel hasta el fin del camino y tu vida,
No eches de menos un destino más fácil,
Tus pies sobre la tierra antes no hollada,
Tus ojos frente a lo antes nunca visto.
Tras largos años, tras un largo viaje,
Cansancio del camino y la codicia
De su tierra, su casa, sus amigos,
Del amor que al regreso fiel le espere.
Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas,
Sino seguir libre adelante,
Disponible por siempre, mozo o viejo,
Sin hijo que te busque, como a Ulises,
Sin Ítaca que te aguarde y sin Penélope.
Sigue, sigue adelante y no regreses,
Fiel hasta el fin del camino y tu vida,
No eches de menos un destino más fácil,
Tus pies sobre la tierra antes no hollada,
Tus ojos frente a lo antes nunca visto.
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