Para despedir este año y felicitar el año nuevo, os dejo este hermoso poema de Jorge Luis Borges, Los justos, de su poemario La cifra. En él el autor argentino va enumerando una serie de personas (amantes del arte, del trabajo bien hecho, de los animales, de la humildad,...), que se ignoran entre sí pero que contribuyen a salvar el mundo. El poema recuerda la tradición judía de los tzadikim, que el mismo Borges nos explica en El libro de los seres imaginarios:
Hay en la Tierra, y hubo siempre, treinta y seis hombres rectos cuya
misión es justificar el mundo ante Dios. Son los Lamed Wufniks. No se
conocen entre sí y son muy pobres. Si un hombre llega al conocimiento de
que es un Lamed Wufnik muere inmediatamente y hay otro, acaso en otra
región del planeta, que toma su lugar. Constituyen, sin sospecharlo, los
secretos pilares del universo. Si no fuera por ellos, Dios aniquilaría
al género humano. Son nuestros salvadores y no lo saben.
Esta mística creencia de los judíos ha sido expuesta por Max Brod.
La remota raíz puede buscarse en el capítulo dieciocho del Génesis, donde el Señor declara que no destruirá la ciudad de Sodoma, si en ella hubiere diez hombres justos.
Los árabes tienen un personaje análogo, los Kutb.
La remota raíz puede buscarse en el capítulo dieciocho del Génesis, donde el Señor declara que no destruirá la ciudad de Sodoma, si en ella hubiere diez hombres justos.
Los árabes tienen un personaje análogo, los Kutb.
Procuremos ser una de esas personas justas que con sus actos cotidianos de gratitud hacia la vida y de generosidad hacia los demás hagan de este mundo nuestro un lugar mejor para vivir.
Feliz 2016.
Feliz 2016.
LOS JUSTOS
Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
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