A. Mucha, Flower |
Este testimonio de la época nos servirá como introducción al estudio de la literatura modernista.
El Modernismo, en cuanto movimiento artístico, es una
evolución y, en cierto modo, un renacimiento.
No es precisamente una reacción contra
el naturalismo, sino contra el espíritu utilitario de la época, contra la
brutal indiferencia de la vulgaridad. Salir de un mundo en que todo lo
absorbe el culto del vientre, buscar la emoción de arte que vivifique nuestros
espíritus fatigados en la violenta lucha por la vida, restituir al sentimiento
lo que le roba la ralea de egoístas que domina en todas partes..., eso
representa el espíritu del Modernismo.
El artista, nacido de una generación
cansada por labor gigantesca, debe sentir el ansia de liberación, influida por aquel vago malestar que produce
el vivir tan aprisa y tan materialmente. No podía ser de otro modo: nuestro
espíritu encuéntrase agarrotado por un progreso que atendió al instinto antes
que al sentimiento; adormeciose la imaginación y huyó la poesía; desaparecen
las leyendas misteriosas profundamente humanas en su íntimo significado; el
canto popular libre, impregnado de naturaleza, va enmudeciendo; en las
ciudades, las casas de seis pisos impiden ver el centelleo de las estrellas, y
los alambres del teléfono no dejan a la mirada perderse en la profundidad azul;
el piano callejero mata la musa popular: ¡estamos en pleno industrialismo! En
medio de este ambiente, vemos infiltrarse cada vez más en el alma de las gentes
la «afectación de trivialidad», especie de lepra que todo lo infecciona y lo
degrada: entre nosotros se traduce por el chulapismo y el flamenquismo, los
cuales triunfan con su música patológica y su «poesía» grosera, haciendo más y
más imposible todo intento de dignificación colectiva... En oposición a esto,
entran nella commedia dell'arte las
máscaras grotescas del pedantismo y el dilettantismo,
entecos, asexuales y tan perniciosos como los males anteriores. Y he ahí la
materia que ha venido a formar al «público» (es decir, lo contrario del
«pueblo»-gens), masa trivial y distraída, que no tiene voluntad para la obra de
arte, masa indiferente y hastiada, que protesta con impaciencia cuando se la
quiere hacer sentir. ¿No había de sublevarse todo espíritu sincero contra estas
plagas?
Tal es la aspiración de donde nació la
nueva tendencia de arte, tendencia que puede ser considerada, en último
término, como una palpitación más del romanticismo.
[Los fragmentos resaltados son nuestros y sirven para destacar las ideas del autor que se han comentao en clase]
[Los fragmentos resaltados son nuestros y sirven para destacar las ideas del autor que se han comentao en clase]
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