lunes, 23 de febrero de 2015

MAX ESTRELLA, PRIMER TEÓRICO DEL ESPERPENTO

Luces de bohemia, publicado por entregas en en la revista España en 1920 y reelaborado en forma de libro en 1924, supone la aparición de un nuevo género teatral y literario, el esperpento. Valle-Inclán en esta obra nos presenta una moderna y absurda Odisea nocturna que en quince escenas trata la frustración, muerte y entierro de un poeta ciego de la bohemia, Max Estrella. En pocas horas será cesado, perseguido, encarcelado, humillado y morirá traicionado por su acompañante, Don Latino de Hispalis. El escenario es «un Madrid absurdo, brillante y hambriento», los personajes son figuras miserables de toda clase que hacen unos papeles patéticos y cómicos; y el fondo es la crónica de aquel mundo caótico de la primera posguerra mundial. 
Max Estrella y Don Latino, interpretados
 por José María Rodero y Carlos Lucena,
dirigidos por Lluís Pasqual en 1984
La acción consiste en los incidentes absurdos que tienen lugar en la última noche de la vida del ciego poeta, quien viéndose incapacitado para mantener a su mujer y a su hija, se da a la bebida en las tabernas, donde tropieza con individuos de baja estofa y con artistas modernistas, se ve luego cogido por casualidad en agitaciones políticas, arrestado, maltratado y encarcelado; por último, presencia la muerte de un niño alcanzado por una bala perida y el fusilamiento de un huelguista catalán a quien había conocido en los calabozos policiales. Poco antes de morir, Max Estrella vuelve a sopesar, ante su grotesco compinche Don Latino, el papel del artista en un coloquio, entre serio y cómico, y propone reflejar la realidad como si mirase en un «espejo cóncavo»: distorsionada, ridícula y eminentemente risible. Tal representación de las deformaciones humanas, insinúa Max irónica y humorísticamente, sería nada menos que otra auténtica imitación más de la naturaleza humana; porque nuestra «tragedia» ya no es «trágica» sino algo más absurdo, horrible y burlesco: un esperpento.
Este es el diálogo que mantienen Max Estrella y Don Latino en la escena XII, en el que Max ejercerá de primer teórico de esta nueva forma de hacer literatura que es el esperpento. Max, aterido, borracho y con el corazón destrozado por todo cuanto ha visto, en una agonía que tiene no poco de grotesca y de esperpéntica, desgrana ante Don Latino la «teoría del esperpento» que dará pleno sentido a la obra.

DON LATINO: ¡La verdad es que tienes una fisonomía algo rara!
MAX: ¡Don Latino de Hispalis, grotesco personaje, te inmortalizaré en una novela!
DON LATINO: Una tragedia, Max.
MAX: La tragedia nuestra no es tragedia.
DON LATINO: ¡Pues algo será!
MAX: El Esperpento.
[...]
DON LATINO: Me estás asustando. Debías dejar esa broma.
MAX: Los ultraístas son unos farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato.
DON LATINO: ¡Estás completamente curda!
MAX: Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.
DON LATINO: ¡Miau! ¡Te estás contagiando!
MAX: España es una deformación grotesca de la civilización europea.
DON LATINO: ¡Pudiera! Yo me inhibo.
MAX: Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas.
DON LATINO: Conforme. Pero a mí me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato.
MAX: Y a mí. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas.
DON LATINO: ¿Y dónde está el espejo?
MAX: En el fondo del vaso.
DON LATINO: ¡Eres genial! ¡Me quito el cráneo!
MAX: Latino, deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España.
 

En la primera intervención Max muestra una concepción opuesta al movimiento de vanguardia de los ultraístas. Son unos farsantes pues no muestran ninguna preocupación social ni política. Señala también un precedente glorioso del esperpentismo: Goya. Las series de los Caprichos del pintor aragonés son un ejemplo claro de la deformación y la distorsión de las imágenes presentadas, así como una muestra de la mezcla de formas humanas y animales, esto es, lo grotesco. La referencia al callejón del Gato era clara para el lector de la época pues en esa callejuela del centro de Madrid había un comercio en cuya fachada, como atracción, había varios espejos deformantes. En el esperpento lo importante es esa visión deformada que nos devuelven esos espejos. «Deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España»  dirá poco después Max Estrella.
En la segunda intervención incide en la misma idea. Los protagonistas de la épica y la tragedia clásica (personajes nobles, graves, provistos de grandeza) se convierten en fantoches en los espejos cóncavos. Esta imagen desgarrada de los héroes es acorde con la realidad que el autor quiere reflejar.«La tragedia nuestra no es tragedia» ha dicho antes Max, marcando claramente distancias con la tragedia clásica. La estética por la que aboga estará basada por tanto en la caricatura de lo real, en la distorsión, en lo grotesco, en la mezcla de tragedia y farsa, y en la deformación expresiva. Todo ello empleado siempre con una finalidad marcadamente crítica con la realidad.
Así es como Valle-Inclán, a través de Max Estrella, define la teoría del esperpento. Luces de bohemia será el prodigioso testimonio de la puesta en práctica de esta nueva estética. 
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[Para la redacción de esta entrada he consultado Visión del esperpento de Rodolfo Cardona y Anthony N. Zahareas.]
[La letra negrita del texto de Luces de bohemia es nuestra y pretende destacar las afirmaciones que mejor definen qué es el esperpento]

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