Entre los textos expositivos estudiamos un tipo particular de texto que llamamos prescriptivo, esto es, que sirve para señalar órdenes o para indicar cómo se hace algo. El texto prescriptivo tiene como objetivo enseñar o guiar al receptor en la consecución de determinada acción o realización de alguna actividad.
Textos prescriptivos son las recetas de cocina, los manuales de instrucciones o los prospectos de los medicamentos porque informan del proceso de realización de una actividad. También son textos prescriptivos aquellos que sirven para señalar órdenes, tal y como se hace en un reglamento de régimen interno, en unas normas de convivencia o en una ley.
Seguramente os resultará fácil seleccionar y encontrar ejemplos de textos prescriptivos y redactar alguno sobre alguna actividad cotidiana un tanto compleja.
Os dejo dos textos de Julio Cortázar, pertenecientes al exquisito libro Historias de cronopios y de famas, que aprovechan de manera imaginativa y personal la estructura de los textos prescriptivos. Son una extraordinaria muestra del poder creativo de los grandes autores y un ejemplo de cómo los textos literarios poseen la capacidad de fecundar cualquier texto y darle una nueva vida.
En el libro encontraréis también instrucciones para llorar, para cantar, para matar hormigas en Roma, para entender pinturas famosas,...
Textos prescriptivos son las recetas de cocina, los manuales de instrucciones o los prospectos de los medicamentos porque informan del proceso de realización de una actividad. También son textos prescriptivos aquellos que sirven para señalar órdenes, tal y como se hace en un reglamento de régimen interno, en unas normas de convivencia o en una ley.
Seguramente os resultará fácil seleccionar y encontrar ejemplos de textos prescriptivos y redactar alguno sobre alguna actividad cotidiana un tanto compleja.
Os dejo dos textos de Julio Cortázar, pertenecientes al exquisito libro Historias de cronopios y de famas, que aprovechan de manera imaginativa y personal la estructura de los textos prescriptivos. Son una extraordinaria muestra del poder creativo de los grandes autores y un ejemplo de cómo los textos literarios poseen la capacidad de fecundar cualquier texto y darle una nueva vida.
En el libro encontraréis también instrucciones para llorar, para cantar, para matar hormigas en Roma, para entender pinturas famosas,...
Instrucciones para
dar cuerda al reloj
Preámbulo a las
instrucciones para dar cuerda al reloj
Piensa en esto:
cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena
de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas
muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con
áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te
atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible
es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti
mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con
su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la
necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para
que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta
en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio
telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te
caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una
marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con
los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te
ofrecen para el cumpleaños del reloj.
Instrucciones para dar cuerda al reloj
Allá al fondo está
la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos
dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo,
los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como
un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de
la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.
¿Qué más quiere,
qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo
anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y
fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de
sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes
y comprendemos que ya no importa.
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