martes, 9 de mayo de 2017

LAS NOVELAS DE MIGUEL DELIBES SEGÚN LA CRÍTICA



La escritura narrativa de Miguel Delibes tiene una gran plasticidad: con la palabra “se ve”, se perciben las presencias humanas, los ambientes.

Eduardo Haro Tecglen

Tomo de la  página de la Fundación Miguel Delibes esta selección de comentarios críticos de diferentes personalidades (escritores, historiadores, críticos literarios,...) que apuntan las principales características de las novelas de Delibes: el gusto por el relato de historias, el interés por la psicología social de sus personajes, la importancia del punto de vista desde el que se narra la novela contagiado por sus personajes, la preocupación por el estilo y el ritmo en sus narraciones.


La concepción delibesiana de la novela se basa en un frontal rechazo de la innovación por la innovación y en un pronunciamiento abierto a favor del relato que refiere una historia. Esa teoría la ha formulado de modo explícito en diferentes ocasiones, y tiene un ojo puesto en la forma y otro en el contenido para sostener que aquélla sólo tendrá sentido en función de éste. Veámoslo en sus propias palabras: “Me parece encomiable toda reivindicación de la forma novelesca siempre que tengamos en cuenta que esa forma, sea cual sea, hay que llenarla necesariamente con algo”; “Lo primordial en una novela es el qué se dice. El cómo, por sí solo, nunca podrá darnos una gran novela y, apurando un poco, ni siquiera una novela”. Delibes, pues, defiende una ficción que refiera sucesos. El lector, dice, sigue pidiendo un hombre, un paisaje y una pasión.
Santos Sanz Villanueva


Miguel Delibes es un novelista social en el sentido de Proust, de Tolstoi… Él se interesa por la psicología social antes que por las estructuras sociales. Por eso es tan importante para mí, no sólo como lector sino también como historiador. La novelística de Delibes es una fuente inagotable y riquísima de documentación histórica para reconstruir el pasado inmediato de este país. El periodo de posguerra, particularmente, y sobre todo en lo que se refiere a la burguesía de provincias.
No niego la importancia de las fuentes que manejamos los historiadores, pero las estadísticas, por ejemplo, son un esqueleto, un andamio. El historiador debe poner carne sobre ese esqueleto, y para ello, nada mejor que la novela. Cinco horas con Mario y Mi idolatrado hijo Sisí, por citar algunos títulos delibianos, reflejan mejor que cualquier informe aséptico la vida provinciana de posguerra en España. La historia auténtica está en cómo vive la gente, no en las cifras. Delibes deja al descubierto, con ironía -y haciendo buena literatura, eso por descontado- la esquizofrenia moral y la conducta imitativa y esnobista de la clase media incipiente del franquismo.
Raymond Carr

Lo característico de Delibes, lo que mejor revela su poética, es la novelización del punto de vista, la recreación, desde dentro, del sistema de valores y creencias de los personajes. Lo que, en palabras más llanas, quiere decir que Delibes, a su modo, hace novelas de personaje. […] La originalidad de Delibes estriba, en primer lugar, en el hecho de constituir al personaje en centro de sus novelas. […] Muchos personajes de Delibes son seres sencillos y de humilde extracción […] a quienes no les sucede nada digno de relieve. El Mochuelo se marcha al colegio, el Nini merodea por el pueblo, Lorenzo se casa y emigra, Carmen trabaja en el hogar, Quico se aburre. Lo que se narra es el conjunto de pequeñas incidencias que tienen lugar cada día, desprovistas de toda trascendencia épica. […] La máxima osadía de Delibes (es) trascender artísticamente lo ínfimo desde lo ínfimo. Es decir, dejando que desde ese sencillo personaje, al que nada digno de mención sucede, se narre la novela. […] Dato esencial para entender las más características novelas de Delibes es la perspectiva desde la cual se narran.
El relato en primera persona obedece a la fundamental necesidad de que el protagonista cuente lo que le sucede y nos muestre su visión del mundo. […] Sucede lo mismo en aquellas novelas en las que existe una especie de simulación de la primera persona, como en El camino, Las ratas o El príncipe destronado (en las que) no hay un personaje verosímilmente capacitado para gobernar el relato, por lo que el narrador en tercera persona debe venir a suplir esas incompatibilidades. Ya sabemos cómo se produce el milagro: en el lenguaje del narrador se filtra el de los personajes, que terminan por imponer su visión del universo. […] En las novelas de Delibes sucede que la perspectiva es uno de los ingredientes de la realidad.
Alfonso Rey

Si la compasión infunde a la obra entera de Miguel Delibes una densidad ética invariable, su arte podría definirse esencialmente como ritmo: captación de la melodía humana en la repetición y en la variación. Toda novela u obra narrativa que sea propiamente poética, y no meramente informadora, posee un ritmo que puede comprobarse en todos los niveles: frases, personajes, incidentes o situaciones, símbolos expansivos, temas entretejidos. Pero hay novelas y cuentos que diluyen o atenúan el ritmo, y otros que lo atensan y refuerzan. Las narraciones de Delibes pertenecen a esta última clase: se repiten palabras, frases, rasgos, situaciones, motivos, imágenes destinadas a marcar ciertos símbolos que entonan el texto y expanden los significados, y se repiten aspectos temáticos integrantes de un todo intencional.
Gonzalo Sobejano

Las mejores novelas de Miguel Delibes desprenden un fulgor casi doloroso, en el que la belleza del mundo natural y el desamparo de los inocentes son profanados con mucha frecuencia por la fatalidad que persigue a los que no tienen nada, por la brutalidad de los fuertes, por el cambio de los tiempos, que arrastra por igual lo mejor y lo peor […]. Lo que hay en las grandes novelas de Miguel Delibes no es costumbrismo sino observación meticulosa de las vidas humanas y de los trabajos y ensoñaciones de la gente común; un oído tan exacto para los nombres de las cosas, de los animales y las plantas, como para los matices del habla. […] Quizás no hay tarea más difícil para un novelista que la de mirar el mundo integralmente con los ojos de un personaje y la de dejar a un lado su propia voz y transmutar su escritura en una voz del todo ajena a él mismo. En la novela contemporánea española no hay miradas o voces más verdaderas que las de las criaturas inventadas de Miguel Delibes: un niño asustado por la cercanía de la edad adulta, una criada pobre, un bedel de instituto aficionado a la caza, un retrasado mental, un hombre viejo que va viendo aproximarse el final tedioso de la vida, una esposa provinciana comida por el rencor. En Los santos inocentes, el relato, el habla, el punto de vista, el interior de la conciencia, se funden y se transforman en un solo flujo narrativo, entrecortado de ritmos de poema en prosa.
Antonio Muñoz Molina

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