lunes, 25 de noviembre de 2019

25 N: CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer quiero  compartir la lectura de este precioso poema de Gioconda Belli, que habla de unas relaciones amorosas basadas en la igualdad, el respeto y la amistad, los mejores antídotos contra aquellos que aún hoy enarbolan la bandera del machismo y de la violencia.

REGLAS DEL JUEGO PARA LOS HOMBRES QUE QUIEREN AMAR A MUJERES

I

El hombre que me ame
deberá saber descorrer las cortinas de la piel,
encontrar la profundidad de mis ojos
y conocer la que anida en mí,
la golondrina
transparente de la ternura.

II

El hombre que me ame
no querrá poseerme como una mercancía,
ni exhibirme como un trofeo de caza,
sabrá estar a mi lado
con el mismo amor
con que yo estaré al lado suyo.

III

El amor del hombre que me ame
será fuerte como los árboles de ceibo,
protector y seguro como ellos,
limpio como una mañana de diciembre.

IV

El hombre que me ame
no dudará de mi sonrisa
ni temerá la abundancia de mi pelo
respetará la tristeza, el silencio
y con caricias tocará mi vientre como guitarra
para que brote música y alegría
desde el fondo de mi cuerpo.

V

El hombre que me ame
podrá encontrar en mí
la hamaca para descansar
el pesado fardo de sus preocupaciones
la amiga con quien compartir sus íntimos secretos,
el lago donde flotar
sin miedo de que el ancla del compromiso
le impida volar cuando se le ocurra ser pájaro.

VI

El hombre que me ame
hará poesía con su vida,
construyendo cada día
con la mirada puesta en el futuro.

VII

Por sobre todas las cosas,
el hombre que me ame
deberá amar al pueblo
no como una abstracta palabra
sacada de la manga,
sino como algo real, concreto,
ante quien rendir homenaje con acciones
y dar la vida si necesario.

VIII

El hombre que me ame
reconocerá mi rostro en la trinchera
rodilla en tierra me amará
mientras los dos disparamos juntos
contra el enemigo.

IX

El amor de mi hombre
no conocerá el miedo a la entrega,
ni temerá descubrirse ante la magia del
enamoramiento
en una plaza pública llena de multitudes
Podra gritar —te quiero—
o hacer rótulos en lo alto de los edificios
proclamando su derecho a sentir
el más hermoso y humano de los sentimientos.

X

El amor de mi hombre
no le huirá a las cocinas
ni a los pañales del hijo,
será como un viento fresco
llevándose entre nubes de sueño y de pasado
las debilidades que, por siglos, nos mantuvieron
separados
como seres de distinta estatura

XI

El amor de mi hombre
no querrá rotularme o etiquetarme,
me dará aire, espacio,
alimento para crecer y ser mejor,
como una Revolución
que hace de cada día
el comienzo de una nueva victoria.

 

sábado, 23 de noviembre de 2019

EN EL DÍA DE LA PALABRA

Comparto este breve reportaje que ha dedicado RTVE al Día de la Palabra, pues está lleno de curiosidades que seguro nos hacen reflexionar sobre la gran cantidad de palabras que no empleamos y desconocemos. El Día Internacional de la Palabra también nos pone sobre aviso sobre la capacidad de la palabra y del diálogo como único camino de entendimiento entre personas y entre pueblos. Este objetivo es el que impulsó la celebración del Día todos los 23 de noviembre.

jueves, 14 de noviembre de 2019

EL GRITO DE «POETA EN NUEVA YORK»

Volvemos en esta entrada a uno de los libros fundamentales de la poesía española del siglo XX, Poeta en Nueva York de Federico García Lorca. Quiero compartir con los lectores del blog en esta ocasión un programa de televisión sobre la obra y una de las grandes odas del libro, «Grito hacia Roma».
En el programa de La mitad invisible de RTVE, Juan Carlos Ortega realiza una acertada aproximación al libro (su génesis, la estancia del poeta en la ciudad de los rascacielos, su fuerza expresiva, su grito contra la injusticia y la deshumanización, sus poemas más representativos, la mirada de los lectores y los críticos,...).
En la oda «Grito hacia Roma», desde la torre del Chrysler Building, el edificio más alto de la ciudad allá por 1929, García Lorca lanza un desgarrador grito contra la insolidaridad y a favor de la justicia, envuelto en una lengua poética caracterizada por la gran fuerza y audacia de sus imágenes alucinantes.

Grito hacia Roma
Desde la torre del Chrysler Building

   Manzanas levemente heridas



por finos espadines de plata,



nubes rasgadas por una mano de coral



que lleva en el dorso una almendra de fuego,



peces de arsénico como tiburones,



tiburones como gotas de llanto para cegar una multitud,



rosas que hieren



y agujas instaladas en los caños de la sangre,



mundos enemigos y amores cubiertos de gusanos



caerán sobre ti. Caerán sobre la gran cúpula



que untan de aceite las lenguas militares



donde un hombre se orina en una deslumbrante paloma



y escupe carbón machacado



rodeado de miles de campanillas.




   Porque ya no hay quien reparta el pan ni el vino,



ni quien cultive hierbas en la boca del muerto,



ni quien abra los linos del reposo,



ni quien llore por las heridas de los elefantes.



No hay más que un millón de herreros



forjando cadenas para los niños que han de venir.



No hay más que un millón de carpinteros



que hacen ataúdes sin cruz.



No hay más que un gentío de lamentos



que se abren las ropas en espera de la bala.



El hombre que desprecia la paloma debía hablar,



debía gritar desnudo entre las columnas,



y ponerse una inyección para adquirir la lepra



y llorar un llanto tan terrible



que disolviera sus anillos y sus teléfonos de diamante.



Pero el hombre vestido de blanco



ignora el misterio de la espiga,



ignora el gemido de la parturienta,



ignora que Cristo puede dar agua todavía,



ignora que la moneda quema el beso de prodigio



y da la sangre del cordero al pico idiota del faisán.




   Los maestros enseñan a los niños



una luz maravillosa que viene del monte;



pero lo que llega es una reunión de cloacas



donde gritan las oscuras ninfas del cólera.



Los maestros señalan con devoción las enormes cúpulas sahumadas;



pero debajo de las estatuas no hay amor,



no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo.



El amor está en las carnes desgarradas por la sed,



en la choza diminuta que lucha con la inundación;



el amor está en los fosos donde luchan las sierpes del hambre,



en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotas



y en el oscurísimo beso punzante debajo de las almohadas.



Pero el viejo de las manos traslúcidas



dirá: Amor, amor, amor,



aclamado por millones de moribundos;



dirá: amor, amor, amor,



entre el tisú estremecido de ternura;



dirá: paz, paz, paz,



entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita;



dirá: amor, amor, amor,



hasta que se le pongan de plata los labios.




   Mientras tanto, mientras tanto ¡ay!, mientras tanto,



los negros que sacan las escupideras,



los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los directores,



las mujeres ahogadas en aceites minerales,



la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,



ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,



ha de gritar frente a las cúpulas,



ha de gritar loca de fuego,



ha de gritar loca de nieve,



ha de gritar con la cabeza llena de excremento,



ha de gritar como todas las noches juntas,



ha de gritar con voz tan desgarrada



hasta que las ciudades tiemblen como niñas



y rompan las prisiones del aceite y la música,



porque queremos el pan nuestro de cada día,



flor de aliso y perenne ternura desgranada,



porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra



que da sus frutos para todos.


jueves, 7 de noviembre de 2019

JOVELLANOS DEFIENDE UNA EDUCACIÓN PÚBLICA Y UNIVERSAL

Gaspar Melchor de Jovellanos pintado
 por Francisco de Goya
Gaspar Melchor de Jovellanos fue quizás el más sobresaliente de los ilustrados españoles. En sus textos en prosa abordó los problemas más importantes del país y expuso sus ideas de reforma para resolverlos. En este fragmento de su Memoria sobre educación pública defiende una educación, fomentada por el estado y de carácter universal, orientada a conseguir el bienestar de la sociedad y los ciudadanos.

Obsérvese que la utilidad de la instrucción, considerada políticamente, no tanto proviene de la suma de conocimientos que un pueblo posee, ni tampoco de la calidad de estos conocimientos, cuanto de su buena distribución. Puede una nación tener algunos, o muchos y muy eminentes sabios, mientras la gran masa de su pueblo yace en la más eminente ignorancia. Y se ve que en tal estado la instrucción será de poca utilidad, porque siendo ella hasta cierto punto necesaria a todas las clases, los individuos de las que son productivas y más útiles serían ineptos para sus respectivas profesiones, mientras sus sabios compatriotas se levantan a las especulaciones más sublimes. Y así, vendrá a suceder que en medio de una esfera de luz y sabiduría, la agricultura, la industria y la navegación, fuentes de la prosperidad pública, yacerán en las tinieblas de la ignorancia. Y he aquí lo que más me recomienda la necesidad del estudio de las primeras letras. Ellas solas pueden facilitar a todos y cada uno de los individuos de un Estado aquella suma de instrucción que a su condición o profesión fuere necesaria. Si deseáis el bien de nuestra patria, abrid a todos sus hijos el derecho de instruirse, multiplicad las escuelas de primeras letras; no haya pueblo, no haya rincón donde los niños, de cualquier clase y sexo que sean, carezcan de este beneficio.