¡Qué
consuelo sin nombre no perder la memoria,
tener llenos los ojos
de los tiempos pasados!
Rafael
Alberti
RETORNOS DE LOS DÍAS COLEGIALES
Por jazmines caídos recientes y corolas de dondiegos de noche vencidas por el día, me escapo esta mañana inaugural de octubre hacia los lejanísimos años de mi colegio. ¿Quién eres tú, pequeña sombra que ni proyectas el contorno de un niño casi a la madrugada? ¿Quién, con sueño enredado todavía en los ojos, por los puentes del río vecino al mar, andando? Va repitiendo nombres a ciegas, va torciendo de memoria y sin ganas las esquinas. No ignora que irremediablemente la calle de la Luna, la de las Neverías, la del Sol y las Cruces van a dar al cansancio de algún libro de texto.
¿Qué le canta la cumbre de la sola pirámide, qué la circunferencia que se aburre en la página? Afuera están los libres araucarios agudos y la plaza de toros con su redonda arena mirándose en el cielo.
Como un látigo, el 1 lo sube en el pescante del coche que el domingo lo lleva a las salinas y se le fuga el 0 rodando a las bodegas, aro de los profundos barriles en penumbra.
El mar reproducido que ese expande en el muro con las delineadas islas en breve rosa, no adivina que el mar verdadero golpea con su aldabón azul los patios del recreo.
¿Quién es este del cetro en la lámina muerta, o aquel que en la lección ha perdido el caballo? No está lejos el río que la sombra del rey melancólicamente se llevó desmontada.
Las horas prisioneras en un duro pupitre lo amarran como un pobre remero castigado que entre las paralelas rejas de los renglones mira su barca y llorar por asirse del aire.
Estas cosas me trajo la mañana de octubre, entre rojos dondiegos de corolas vencidas y jazmines caídos.
Rafael Alberti, Retornos de lo vivo lejano
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Los mapas de la escuela, todos tenían mar, todos tenían tierra. ¡Yo sentía un afán por ir a la escuela…! Soñaba el corazón con mares y fronteras, con islas de coral y misteriosas selvas… Soñaba el corazón… ¡Oh sueños de escuela!
Concha Méndez, Surtidor
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AL COLEGIO Yo iba en bicicleta al colegio. Vicente Aleixandre, Historia del corazón
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