Por vos muero
Este rótulo no va a aparecer en un cine español, pero sí en un cine argentino. Fumá afuera, apagá el celular, cuidá las butacas ... No aparece escrito vos, pero se está tratando al espectador de vos. Siglos atrás, el poeta toledano Garcilaso de la Vega también usaba este tratamiento y escribía al final de uno de sus más bellos sonetos:
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero.
Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
¿Qué hay de común en la historia de ese vos del cine y del vos poético de Garcilaso?
En latín no existía un pronombre específico de tratamiento cortés, pero el castellano, desde sus orígenes, sí lo tuvo, y fue vos. Vos era la forma que se utilizaba para dirigirse a superiores jerárquica o socialmente. En la Edad Media tratan de vos los hijos a sus padres, así se dirige la gente al clero y, por supuesto, cualquiera que hable a su señor o su amo. La dama a la que se dirige Garcilaso a principios del siglo XVI es tratada de vos, como muestra de máximo respeto.
Pero el propio siglo XV revela también una proliferación de uso de vos tan acusada que parecía presagiarse su catástrofe una centuria después. En efecto, en el siglo XVI ya empezamos a encontrar muchos ejemplos de vos usados para el trato entre iguales, y, paulatinamente, el pronombre perdió carácter reverencial hasta convertirse en una marca de trato familiar o incluso de desprecio. ¡Hay quien se ofende en el siglo XVI porque es tratado de vos! Solo en las zonas de América menos dominadas por los dictados lingüísticos de la metrópoli colonial (por ejemplo, la zona del Río de la Plata) no llegó esa nueva moda y se conservó el pronombre vos, con un valor de familiaridad equivalente a tú y asociado a unas formas verbales particulares, con imperativos que acentúan la vocal final y eliden -d.
El vos de respeto en el castellano peninsular terminó siendo reemplazado por vuestra merced (y su herencia, usted) a lo largo de los Siglos de Oro. Pero no solo han cambiado las formas, también lo ha hecho nuestro uso de las formas de cortesía. El lector tutea a sus padres pero tal vez sus padres trataban de usted todavía a los abuelos. El lector es apelado de tú en las tiendas y, si es estudiante, tal vez tutee al profesor. Nada de ello parecía posible hace treinta años. Yo por vos muero, querido lector.
Por eso lo trato de usted.
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