martes, 24 de noviembre de 2020

LA VOZ OLVIDADA DE GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA

 Ni libre soy, ni la prisión me encierra;
veo sin luz, sin voz hablar ansío;
temo sin esperar, sin placer río;
nada me da valor, nada me aterra.
[...] Valiente pienso ser, y débil lloro.
Cúmplese así mi extraordinaria suerte.

Gertrudis Gómez de Avellaneda

Hoy nos acercamos a Gertrudis Gómez de Avellaneda, una de esas escritoras que no suelen aparecer en los libros de texto, aunque fue considerada en su tiempo como una de las más destacadas autoras del Romanticismo, algo similar a lo que ya comentamos en otra entrada del blog que se fijaba en Carolina Coronado. Sobre la vida y la obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda podéis encontrar información en la página www.cervantesvirtual.com. Ese sitio web forma parte del portal Escritoras españolas, donde se pueden consultar otras páginas de escritoras contemporáneas de la autora.

Su rebeldía frente a los convencionalismos sociales de la época y su propia biografía vivida de acuerdo con sus propias convicciones, la convierten en una de las precursoras del movimiento feminista en España.

Os invito a leer dos poemas de Gertrudis Gómez de Avellaneda muy diferentes entre sí, entresacados ambos de su obra Poesías de 1941.

En el primero, Soneto imitando una oda de Safo, leemos la voz de una mujer que escribe un poema erótico, algo insólito en la literatura de esos tiempos y que nos habla de su fuerte personalidad. Partiendo del ejemplo de Safo, la poetisa griega, llega a expresar en los tercetos, mediante un crescendo erótico, el éxtasis de la unión sexual.

SONETO IMITANDO UNA ODA DE SAFO

         ¡Feliz quien junto a ti por ti suspira,

¡Quien oye el eco de tu voz sonora!

¡Quien el halago de tu risa adora,

y el blando aroma de tu aliento aspira!

         Ventura tanta, que envidioso admira

el querubín que en el empíreo mora,

el alma turba, el corazón devora,

y el torpe acento, al expresarla, espira.

         Ante mis ojos desaparece el mundo,

y por mis venas circular ligero

el fuego siento del amor profundo.

         Trémula, en vano resistirte quiero...

De ardiente llanto mi mejilla inundo,

¡deliro, gozo, te bendigo y muero!

En Mi mal leemos la voz de Gertrudis Gómez de Avellaneda que canta el tedio, al que los románticos y simbolistas franceses llamaron le mal du siècle. Ahora ya no se canta la pasión ni el placer, se transmite el hastío de vivir, del que no se sabe su causa, y que lleva fatalmente a la desesperación.

                            MI MAL

                                                                  A…

         En vano ansiosa tu amistad procura

adivinar el mal que me atormenta;

en vano, amigo, conmovida intenta

revelarlo mi voz a tu ternura.

         Puede explicarse el ansia, la locura

con que el amor sus fuegos alimenta…

Puede el dolor, la saña más violenta,

exhalar por el labio su amargura…

         Mas de decir mi malestar profundo,

no halla mi voz, mi pensamiento, medio,

y al indagar su origen me confundo.

         Pero es un mal terrible, sin remedio,

que hace odiosa la vida, odioso el mundo,

que seca el corazón…¡En fin, es tedio!

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