Ramón J. Sender |
En nuestro caso nos acercaremos a Réquiem por un campesino español, una obra maestra, considerada una
de las mejores novelas españolas cortas de nuestra historia y que como ya se
comentó en otra entrada del blog es considerada uno de nuestros «clásicos». La
novela, debido a su fuerte simbolismo, admite diferentes lecturas: una lectura ética sobre
la dignidad del hombre (¿cómo es la actitud de Paco en su vida?, ¿cómo se
aborda el conflicto ético de mosén Millán?, ¿es perdonado este personaje por el
pueblo?), una lectura sobre la justicia
social (¿qué dos mundos sociales se enfrentan en la novela?, ¿se inclina por
alguno el autor?) y una lectura política sobre la Guerra Civil (¿son la vida
y la muerte de Paco representación simbólica del drama de la Guerra Civil?).
Pero, por encima de todo, como apuntó Max Aub, es un relato
extraordinario y una tragedia impresionante.
Sirvan como introducción a Sender estas palabras del
ya mencionado crítico Rafael Conte, recogidas en la interesantísima página del
Centro Virtual Cervantes dedicada a nuestro autor:
«Se lo ha acusado de ser un escritor muy desigual, y
desde luego es lógico que así sea, como sucede en todos los casos de escritores
de tan larga obra (Balzac, Galdós, Baroja mismo), pero lo cierto es que en
todos y cada uno de sus títulos su fuerza y la intensidad de sus propuestas
están fuera de toda sospecha: nunca fue un escritor frágil, ni blando, ni
acomodaticio, sino un rebelde a pesar de sus fluctuaciones ideológicas y
estéticas. Tampoco fue un escritor cómodo, ni fácil, ni demasiado sencillo, a
pesar de la transparencia de su prosa —que nació en el periodismo, profesión
que apuesta siempre por la comunicabilidad, sobre todo— pero la proliferación
arrebatada de su obra permite al lector elegir dentro de ello lo que prefiera.
Fue un narrador comprometido y realista en sus principios, partidario de la
justicia social, de la libertad y la democracia, cuando se convirtió en uno de
los periodistas más célebres y reconocidos de los años republicanos, que se
hizo célebre como novelista con su primera novela Imán (1930, sobre la
guerra de Marruecos), cantó a los anarquistas en Siete domingos rojos,
se hizo fantástico y onírico en La noche de las cien cabezas y obtuvo el
premio nacional de literatura en 1935 con una obra maestra, Míster Witt en
el Cantón, una asombrosa novela histórica —aplicada a su misma
circunstancia política— sobre la sublevación del Cantón de Cartagena en el
siglo XIX, en la época de la efímera primera república española.
Luego vino la guerra civil, en la que Sender combatió
en las filas republicanas, tras el asesinato de su esposa en Zamora y de un
hermano en Huesca, y durante la cual se separó de los comunistas, de quienes
había llegado a ser antes un buen compañero de viaje. Luego llegó el
exilio en México durante siete años, y finalmente en los Estados Unidos, donde
trabajó como profesor en Nuevo México y California, donde falleció ya jubilado;
pero no dejó de escribir jamás durante su largo exilio, publicando casi cien
libros más a lo largo de toda la geografía americana, entre los que hay muchos
de primera magnitud: El lugar de un hombre, La esfera, Crónica
del alba, Epitalamio del prieto Trinidad, El rey y la reina, El
verdugo afable, Réquiem por un campesino español, Bizancio, Los
cinco libros de Ariadna, La aventura equinoccial de Lope de Aguirre,
dramas como Comedia del Diantre y Don Juan en la mancebía, los
poemas reunidos en Libro armilar de poesía y memorias bisiestas y sus
grandes ensayos finales de Monte Odina o los aforismos y pensamientos
del póstumo Toque de queda.
Absolutamente prohibido en España durante el primer
franquismo, a partir de 1964 pudo ir publicando o reeditando alguno de sus
libros en el interior de su país, donde gozó de cierta celebridad hasta más o
menos la muerte de Franco. Crónica del alba recibió el premio ciudad de
Barcelona, y obtuvo el Planeta en 1969 con En la vida de Ignacio Morel.
Viajó a España en 1972 y 1974, pero su evolución ideológica hacia posiciones
más conservadoras decepcionó a sus lectores más jóvenes. De hecho, recuperó
casi al final la nacionalidad española, publicó más de treinta libros en los
últimos diez años y falleció cuando ya estaba preparando su regreso
definitivo».
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