Quiero compartir este poema de Emilio Prados en la convocatoria de #poema27 de Toni Solano, que conmemora el homenaje de los poetas de la Generación del 27 a Luis de Góngora en el Ateneo de Sevilla en 1927. Este canto a la libertad, tan necesaria ayer como hoy y siempre, pertenece a Andando, andando por el mundo, un libro gestado entre los años 1932 y 1935, influido por el surrealismo y la poesía social, y repleto de imágenes espléndidas en un juego de contrastes entre la libertad y las cadenas.
Hay voces libres
y hay voces con cadenas
y hay piedras y leño y despejada llama que consume;
hombres que sangran con el sueño
y témpanos que se derrumban sobre las calles sin gemido.
Hay límites en lo que no se mueve entre las manos
y en lo que corre corre y huye como una herida,
en la arena intangible cuando el sol adormece
y en esa inconfundible precisión de los astros...
Hay límite en la conversación tranquila que no pretende
y en el vientre estancado que se levanta y gira como una peonza.
Hay límites en ese líquido que se derrama
intermitentemente mientras los ojos de los niños
preguntan y preguntan a una voz que no llaman...
En la amistad hay límites
y en esas flores enamoradas que nada escuchan.
Hay límites
y hay cuerpos.
Hay voces libres
y hay voces con cadenas.
Hay barcos que cruzan lentos sobre los lentos mares
y barcos que se hunden medio podridos en el cieno profundo.
Hay manteles tendidos a la luz de la luna
y cuerpos que tiritan sin sombra bajo la oscuridad de la miseria...
Hay sangre:
sangre que duerme y que descansa
y sangre que baila y grita al compás de la muerte;
sangre que se escapa de las manos cantando
y sangre que se pudre estancada en los cuencos.
Hay sangre que inútilmente empaña los cristales
y sangre que enloquecida se dispara
y sangre que se ordena gota a gota para nunca entregarse.
Hay sangre que no se dice y si se dice
y sangre que se calla y se calla...
Hay sangre que rezuma medio seca bajo las telas sucias
y sangre floja baja las penas que se para y no sale.
Hay voces libres
y voces con cadenas
y hay palabras que se funden al chocar contra el aire
y corazones que golpean en la pared como una llama.
Hay límites
y hay cuerpos.
y hay voces con cadenas
y hay piedras y leño y despejada llama que consume;
hombres que sangran con el sueño
y témpanos que se derrumban sobre las calles sin gemido.
Hay límites en lo que no se mueve entre las manos
y en lo que corre corre y huye como una herida,
en la arena intangible cuando el sol adormece
y en esa inconfundible precisión de los astros...
Hay límite en la conversación tranquila que no pretende
y en el vientre estancado que se levanta y gira como una peonza.
Hay límites en ese líquido que se derrama
intermitentemente mientras los ojos de los niños
preguntan y preguntan a una voz que no llaman...
En la amistad hay límites
y en esas flores enamoradas que nada escuchan.
Hay límites
y hay cuerpos.
Hay voces libres
y hay voces con cadenas.
Hay barcos que cruzan lentos sobre los lentos mares
y barcos que se hunden medio podridos en el cieno profundo.
Hay manteles tendidos a la luz de la luna
y cuerpos que tiritan sin sombra bajo la oscuridad de la miseria...
Hay sangre:
sangre que duerme y que descansa
y sangre que baila y grita al compás de la muerte;
sangre que se escapa de las manos cantando
y sangre que se pudre estancada en los cuencos.
Hay sangre que inútilmente empaña los cristales
y sangre que enloquecida se dispara
y sangre que se ordena gota a gota para nunca entregarse.
Hay sangre que no se dice y si se dice
y sangre que se calla y se calla...
Hay sangre que rezuma medio seca bajo las telas sucias
y sangre floja baja las penas que se para y no sale.
Hay voces libres
y voces con cadenas
y hay palabras que se funden al chocar contra el aire
y corazones que golpean en la pared como una llama.
Hay límites
y hay cuerpos.
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