De la monografía sobre Ramón J. Sender que escribió el profesor José-Carlos Mainer entresaco estas interesantes declaraciones que hizo el autor de Réquiem por un campesino español a Marcelino C. Peñuelas en 1970. Las palabras de Sender sobre el ejercicio de su oficio son muy reveladoras y seguro que nos aportan alguna luz acerca de cómo es ese trabajo artístico de «hacer versosímil la realidad».
Retrato con cuervo. Óleo de Ramón J. Sender, 1975 |
[...] La corrección
es un placer. Pero el primer borrador
es una tortura, ¿comprendes? Una tortura reflexiva. Por otra parte, como me decía Antonio Machado, yo
escribo con la reflexión y
corrijo con la inspiración. Es decir, que cuando
escribo el primer borrador es una tarea de reflexión realista sin ninguna preocupación de tipo formal. Y
luego, cuando corrijo, es
cuando con la mente fría y con la cabeza libre de
la necesidad de organizar la obsesión, desde un plano que podemos llamar neutro, voy retocando,
perfilando, dando a la prosa
algún matiz que no tenía [...]. Es como esos pintores que comienzan manchando
la tela con un fondo rojo, verde
o amarillo, y algunos esbozos de lo que van a pintar encima.
[...]
Yo escribo muy deprisa. Hago en un día, por ejemplo, treinta páginas a máquina
[...]. Pero las escribo con un tipo
de reflexión casi automática. Y sin releer. Y sigo así hasta el final [...]. Luego, voy
estableciendo proporciones, inserciones
entre líneas, alguna llamada al dorso de la página y dejo el manuscrito en
forma ya "cristalizada". Finalmente se hace la copia definitiva. Casi
siempre esta segunda copia la hago yo y al mismo tiempo que la hago voy todavía corrigiendo. A veces el primer
borrador lo dicto a una
estenógrafa y resulta más cómodo.
[...] Sólo el arte fija, establece
en qué consiste la realidad
común a todos y la hace
verosímil. Íntegramente
verosímil en todos los niveles.
Y el deseo de escribir en algunos
de nosotros viene de eso. Hay
que hacer verosímil la realidad.»
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