viernes, 22 de febrero de 2019

HOMENAJE A ANTONIO MACHADO


    

 A UN MAESTRO VIVO
A ti, compañero y padre
reconocida presencia.

Por lo que de ti aprendimos,
por lo que olvidado queda.

Por lo que tras la palabra
breve, todavía enseñas.

Por tu tranquila alegría
y por tu digna entereza.
Por ti. Gracias. Porque en ti
conocimos nuestra fuerza.
Jaime Gil de Biedma
De Ángel González, otro de los poetas que estudiamos de la Generación del 50, tomo este otro sentido homenaje a Antonio Machado, en el día que se conmemora el octogésimo aniversario de su muerte en Colliure. En otros enlaces del blog pueden leerse otros poemas dedicados a Antonio Machado: por ejemplo, en Vigencia de Antonio Machado (con poemas de José Ángel Valente y Benjamín Prado) o Lección de literatura (con otro poema de Ángel González).


Camposanto en Collioure
Aquí paz,
y después gloria.

Aquí,
a orillas de Francia,
en donde Cataluña no muere todavía
y prolonga en carteles de «Toros à Ceret»
y de «Flamenco’s Show»
esa curiosa España de las ganaderías
de reses bravas y de juergas sórdidas,
reposa un español bajo una losa:
paz
y después gloria.

Dramático destino,
triste suerte
morir aquí
—paz
y después…—
perdido,
abandonado
y liberado a un tiempo
(ya sin tiempo)
de una patria sombría e inclemente.

Sí; después gloria.

Al final del verano,
por las proximidades
pasan trenes nocturnos, subrepticios,
rebosantes de humana mercancía:
manos de obra barata, ejército
vencido por el hambre
paz…— ,
otra vez desbandada de españoles
cruzando la frontera, derrotados
—…sin gloria.

Se paga con la muerte
o con la vida,
pero se paga siempre una derrota.

¿Qué precio es el peor?
Me lo pregunto
y no sé qué pensar
ante esta tumba,
ante esta paz
«Casino
de Canet: spanish gipsy dancers»,
rumor de trenes, hojas…—
,
ante la gloria ésta
—…de reseco laurel

que yace aquí, abatida
bajo el ciprés erguido,
igual que una bandera al pie de un mástil.

Quisiera,
a veces,
que borrase el tiempo
los nombres y los hechos de esta historia
como borrará un día mis palabras
que la repiten siempre tercas, roncas.

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