Álex Grijelmo en su columna La punta de la lengua de El País escribía ayer acerca de esos verbos como dejar, hacer o realizar que se emplean continuamente con diferentes acepciones y que sustituyen a otros que son mucho más precisos. Son verbos que leemos y escuchamos muchas veces en los medios de comunicación, por ejemplo, y que revelan una falta de preocupación por la redacción correcta de las noticias o los reportajes. La pereza es una mala aliada a la hora de expresarnos, así que deberíamos huir de este tipo de verbos comodín o reiterativos, como los llama el autor, porque resultan muy empobrecedores desde el punto de vista estilístico.
LOS VERBOS REITERATIVOS
Una
nueva clase de verbos se incorpora al español periodístico de España. Teníamos
verbos transitivos, intransitivos, copulativos, irregulares, defectivos… Ahora
se suman los verbos reiterativos. No hay sección que se les resista. Ocupan
ellos solos el espacio que antes compartían con otros, que ahora parecen
apestados. He aquí algunos de esos verbos depredadores.
Arrancar. Todo arranca. Arranca la temporada, arranca
la reunión, arranca la tormenta, arranca el acto, arranca la ceremonia,
arrancarán las obras, arrancará un congreso, arranca el juicio, arrancó el
conflicto, arranca el minuto de silencio, arranca el partido… (Pronto dirán
“arranca el descanso”).
Antes
de esta plaga, el partido empezaba, la temporada se iniciaba, la reunión se
emprendía, la tormenta se desataba, la ceremonia comenzaba, las obras se
acometían, el congreso se abría, el juicio se emprendía, el conflicto se
desencadenaba… y se daba paso al minuto de silencio.
Dejar. Este verbo reiterativo se manifiesta con
todo tipo de catástrofes, contexto en el que se le despoja de sus significados
genuinos (soltar algo, apartarse, permitir…). Así, el terremoto dejó víctimas,
el incendio dejó cuerpos carbonizados, las inundaciones dejaron daños, el
huracán dejó destrozos.
Qué
tiempos aquéllos, cuando el terremoto causaba víctimas, el incendio carbonizaba
los cuerpos, las inundaciones dañaban los caminos, el huracán destrozaba las
casas. Ahora en cambio un huracán deja 20 víctimas, como si las llevara puestas
y las hubiera soltado de repente.
Generar. Oímos continuamente que una cosa genera
otra. Un insulto genera un conflicto, un alimento genera diarrea, una patada
genera la expulsión, una pregunta genera una respuesta, una agresión genera una
guerra, una guerra genera miles de muertes.
Antes
los insultos causaban un conflicto, un alimento producía diarrea, una patada
ocasionaba la expulsión, una pregunta incitaba a una respuesta, una agresión
abocaba a una guerra, una guerra provocaba miles de muertes. El verbo generar
ha generado una generosa reiteración general.
Hacer. Este verbo está muy manoseado, en parte
porque a menudo cumple la función de un proverbo
que sustituye a otro verbo del mismo modo que un pronombre sustituye a un
nombre. Decimos “mi prima jugó al baloncesto en su juventud y mi hermana
también lo hizo”. Por eso un buen estilo debería huir de su uso en casos como
éstos. “Hizo un error”, “hoy hacen una película en la tele”, “haré vacaciones
en diciembre”, “mi padre ha hecho 60 años”, “yo le hacía más joven”, “hace cara
de pocos amigos”.
Para
expresar esas ideas disponemos de verbos más precisos: “Cometió un error”, “hoy
emiten una película en la tele”, “tomaré vacaciones en diciembre”, “mi padre ha
cumplido 60 años”, “yo le suponía más joven”, “pone cara de pocos amigos”.
Realizar. Para evitar “hacer”, muchos acuden a
“realizar”. Se realiza una obra, se realizan las vacaciones, se realiza un
edificio, se realiza un atraco, se realiza un adelantamiento, se realiza una
pregunta, se realiza una exposición, se realiza un regalo…
Antes
se ejecutaba una obra, se tomaban las vacaciones, se construía un edificio, se
cometía un atraco, se adelantaba, se preguntaba, se exponía, se regalaba…
Para
escribir mejor, vale la pena huir de éstos y otros verbos reiterativos. Y no lo
reiteraremos más.
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