jueves, 26 de abril de 2018

EL PERSONAJE COLECTIVO EN «FUENTE OVEJUNA» DE LOPE DE VEGA

Uno de los rasgos más característicos de Fuente Ovejuna es la creación de un personaje colectivo, el pueblo de Fuente Ovejuna, como protagonista de la acción drmática, especialmente en el tercer acto. Si bien no es un personaje homogéneo en los dos primeros actos, en el el tercero, a partir de la escena de la junta y las palabras de Laurencia, cambia el tratamiento en la forma de presentar a los personajes del pueblo. 
A continuación podéis leer una parte del artículo «En torno a Fuente Ovejuna y su personaje colectivo» del  profesor Jesús Cañas, recogido en la web de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, que explica cómo se crea ese personaje colectivo.
El protagonista de Fuente Ovejuna no es siempre colectivo en el argumento. Es un personaje que se colectiviza. Lope, al principio de la acción, va presentado a seres individuales, construidos sobre tópicos tipos funcionales de la comedia nueva […]. Pero, llegado un momento concreto, se produce la metamorfosis. Los contornos individuales desaparecen y el personaje colectivo emerge en toda su extensión, en toda su grandeza. Tal momento concreto se halla casi en las postrimerías de la comedia, al comienzo de la jornada tercera, cuando son incluidas las escenas de la junta, cuando se produce la intervención de Laurencia, que insulta a sus convecinos y les hace tomar conciencia de su verdadero poder como grupo, como colectividad. Antes nos encontrábamos con seres aislados, que sólo actúan como grupo para vitorear al Comendador cuando vuelve de la guerra, que sufren, uno por uno las arbitrariedades de Fernán Gómez sin que apenas hagan nada, -excepción hecha de Frondoso cuando se atreve a defender a Laurencia, y, menos, Mengo cuando defiende a Jacinta-, para remediarlo. Ahora surge el colectivo, y todos los habitantes de Fuente Ovejuna, distribuidos organizativamente en dos conjuntos, un ejército de hombres y otro de mujeres, actúan como un solo individuo para poner freno a los desmanes del Comendador, y asumen, como un solo individuo y sin fisuras, las consecuencias de sus hechos, como muy bien queda puesto de manifiesto en las investigaciones del juez pesquisidor, en las escenas de las torturas.

A partir de la creación del personaje colectivo los tipos que dieron origen a los agonistas que en él se integran pierden funcionalidad. Desaparecen los rasgos tópicos, propios del tipo funcional sobre el que se creó cada individuo, y aparece un personaje nuevo, colectivo, que es sustituto y heredero del héroe trágico tradicional, un personaje que no tiene encaje exacto en ningún tipo tópico de los que forman parte, como constituyente, de la poética del género. A partir de ese momento los agonistas construidos sobre el tipo del viejo pierden su papel tópico (Esteban, Juan Rojo, Regidores); Barrildo, sus rasgos de criado; Mengo, por regla general, los suyos de gracioso; Pascuala, los de dama y criada; Jacinta, los de dama. Las mujeres, como indica Laurencia, se transforman en soldados. Todos los habitantes de Fuente Ovejuna celebran como un solo personaje la muerte del Comendador. Todos a una adoptan el papel de héroe valiente y esforzado.
Escena de Fuente Ovejuna representada por la compañía de Antonio Gades.
Fotografía tomada de El País.

Pese a todo, la inclusión del personaje colectivo no supone la anulación completa y absoluta de todos los caracteres que los agonistas habían recibido en la primera parte del argumento. Algunos de ellos, cuando es necesario para el buen desarrollo de la acción, para el encadenamiento lógico de los sucesos, mantienen rasgos y actitudes propias del tipo sobre el que primitivamente se construyeron. Tal acontece con Esteban, que ejerce como viejo sensato cuando advierte a sus convecinos de que llegaría a Fuente Ovejuna un juez pesquisidor, y propone las medidas necesarias para superar esa prueba. O sucede con Mengo, gracioso útil, con sus intervenciones, para rebajar la tensión acumulada en la escena de las torturas y su preparación. O con Laurencia y Frondoso, dama y galán, respectivamente, en la escena de las torturas. Pero, salvo en esos casos, es la colectividad la que predomina, como queda bien puesto de manifiesto en las ya mencionadas escenas de las torturas, o en los instantes del desenlace, en los que hallamos, junto a otros individuales, un único personaje colectivo, con un portavoz también único, Esteban, que interviene ante los Reyes, representa a todos los demás, y transmite a los monarcas las razones y el pensamiento de todos.

En alguna circunstancia, ya en la parte última de la comedia, cuando el grupo es lo que se utiliza, puede aparecer algún agonista individualizado. Así ocurre con el niño destacado en el episodio de las torturas. Pero no se rompe con ello el predominio de la colectividad. El niño no es sino una concreción del personaje colectivo, como antes hemos adelantado. A él se le asigna una función muy específica, es convertido en un medio en ensalzar aún más al nuevo héroe resultante, el pueblo de Fuente Ovejuna en su conjunto, al mostrar cómo es éste un grupo compacto, sin fisuras, en el que hasta los más jóvenes, los supuestamente más débiles, se sienten absolutamente solidarios con sus mayores, comparten, voluntariamente, la responsabilidad de todos, asumen, junto a todos, el carácter admirable del nuevo protagonista conformado, y comparten junto a él las alabanzas que pueda merecer su actuación.

Sobre las diferentes interpretaciones ideológicas que ha suscitado la obra a propósito del empleo de este personaje colectivo que se rebela contra una autoridad injusta, debatiremos en clase: ¿es legítima la rebelión de los campesinos?, ¿reclaman un orden social igualitario, es decir,  sin privilegios para la nobleza?, ¿qué papel desempeñan los Reyes?, ¿tuvo un mensaje revolucionario la obra en tiempos de Lope de Vega?

No hay comentarios:

Publicar un comentario