miércoles, 23 de enero de 2013

VALLE-INCLÁN, LA RUPTURA CON EL TEATRO TRADICIONAL Y COMERCIAL


Valle-Inclán

En los años veinte y treinta del siglo pasado varias de las obras de Valle-Inclán fueron consideradas irrepresentables por su concepción teatral revolucionaria. Apostaba por un "teatro en libertad total": mulltitud de personajes, múltiples escenarios y cambios rápidos de escena, largas y frecuentes acotaciones plenamente literarias, grandes libertades escénicas, escenas en las que reinaba la crueldad más aterradora, lenguaje desgarrado con frecuencia brutal,... Un teatro muy alejado de lo que se estilaba entonces y que en España iba a tardar cuarenta años en ser representado.



Para comprender cómo juzgaba Valle-Inclán el teatro de su tiempo leeremos un fragmento de una carta que envió en diciembre de 1922 a Cipriano Rivas-Cherif, un director de escena renovador de la época. En estas palabras, tras reconocer su actitud revolucionaria -siempre fue antiburgués-, manifiesta su deseo de que  el teatro que se hace en España cambie radicalmente al igual que es necesario un cambio social y político. El teatro es prosaico, vulgar y falto de ideas como lo es el público que va a las representaciones. Valle apunta a la responsabilidad tanto de los autores (los hermanos Álvarez Quintero, Jacinto Benavente) como del propio público, de gustos tradionales e inmovilista, que pide siempre el mismo tipo de obras y no espera ni consiente ninguna innovación ni estética ni ideológica.

«Yo soy siempre un joven revolucionario, y poniéndome a decir la verdad, quisiera que toda reforma en el teatro comenzara por el fusilamiento de los Quintero. Seriamente, creo que la verenza del teatro es una consecuencia del desastre total de un pueblo [...]. El sentimiento de los espectadores crea la comedia, y aborta al autor dramático. ¿Quiénes son los espectadores de las comedias? Padres honrados y tenderos, niñas idiotas, viejas con postizos, algún pollo majadero, y un forastero. Los mismos que juegan a la lotería en las tertulias de la clase media. Por eso los autores de comedias -desde Moratín hasta Benavente-, parecen nacidos bajo una mesa-camilla. Son fetos abortados en una tertulia casera. En sus comedias están todas las lágrimas de la baja y burguesa sensibilidad madrileña».

Esta carta completa la lista de lecturas de textos de Valle-Inclán sobre el teatro y el esperpento. Tras la lectura de esta carta bien podríamos también hacer una misma reflexión acerca del espectáculo que más seguidores tiene hoy, la televisión. ¿Quién es el responsable de los contenidos tan zafios y vulgares que pueblan nuestras pantallas?

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