Os dejo unas cuantas greguerías de Ramón Gómez de la Serna para leer y también para analizar sintácticamente. Siempre es aconsejable entender bien el significado del enunciado que vamos a analizar para no tropezar en el desarrollo del ejercicio; así que, antes de lanzaros al análisis, hay que conectar con el personalísimo humor de este genial escritor que hace ahora un siglo alumbró estas originales composiciones.
El sueño es un pequeño adelanto que nos hace la muerte para que
nos sea más fácil pasar la vida.
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El cepillo es un milpiés que se
escapa siempre del sitio en que debía estar.
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Es conmovedor en las óperas ver que cuando lloriquea la que
canta todo el coro la consuela.
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Era tan pulcro aquel verdugo que
desinfectaba la guillotina antes de cortar la cabeza de la víctima.
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En las huellas digitales está ya el laberinto del crimen, pero
falta quien las sepa descifrar antes de que sea irreparable.
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Metía tal escándalo con su calva que se enteraba todo el mundo
de que había llegado.
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El fotógrafo nos coloca en la postura
más difícil con la pretensión de que salgamos más naturales.
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Los animales de la selva, cuando
hablan de los que están en los parques zoológicos, los llaman despectivamente
«burócratas».
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A los pintores les preocupa mucho
poner la pinta blanca que hace que los ojos miren con amistad o con enemistad.
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Se ve claramente la hipocresía humana cuando el que estaba
furibundo o la que estaba furibunda tiene que atender al teléfono y se llena de
amabilidad.
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Lo peor de la ambición es que no sabe bien lo que quiere.
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Estaba tan loco que el sastre le preguntó, al hacerle el
chaleco, si se lo hacía con mangas largas.
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Hay dos tipos humanos diametralmente opuestos: los que piden
sopa siempre y los que no la toman nunca.
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Hay un momento en que el astrónomo debajo del gran telescopio se
convierte en microbio del microscopio de la luna, que se asoma a observarlo.
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