Hace unos pocos días, Verne, la sección de curiosidades científicas de El País, ofrecía la posibilidad de descargar El gran libro de petricor, una interesante recopilación de noticias asombrosas con base científica. Os dejo transcritos dos capitulillos que hacían referencia a las bondades de la lectura vistas desde los estudios neurocientíficos que se han realizado en los últimos años: la lectura como escuela de empatía y la lectura como método de fomento de la actividad cerebral. Estos dos breves textos vienen a corroborar lo ya comentado en otras ocasiones en clase de Lengua y en el blog («Literatura, gimnasia para el cerebro»).
M.C. Escher, Bond of Union |
Leer es una escuela de empatía. La lectura es tecnología para acceder a otros puntos de vista, como
escribe Steven Pinker en Los ángeles que
llevamos dentro. Leer nos permite acceder a “mundos que
solo pueden ser vistos a través de los ojos de un extranjero, de un explorador
o de un historiador”, lo que puede llevarnos a que una norma que no nos
cuestionamos (“así es como se hace”) pase a ser una observación explícita (“así
es como nosotros lo hacemos”), susceptible de replantearse (“¿no podríamos
hacerlo de otra forma?”).
Esto es especialmente válido para la ficción, que nos permite acceder a la
forma en la que piensan y sienten personas muy diferentes. Según varios estudios, hay un solapamiento sustancial en las redes del cerebro que se usan para
entender historias y las redes usadas para interactuar con otros individuos; en
particular, las interacciones en las que intentamos entender los pensamientos y
sentimientos de los demás. Los individuos que leen ficción a menudo parecen
mejores a la hora de entender a otra gente, empatizar con ellos y ver el mundo
desde su perspectiva.
M.C. Escher, Plane Filling |
Durante la lectura hay “un incremento sustancial e inesperado en el flujo
sanguíneo en el cerebro, más allá de las áreas responsables de la ‘función
ejecutiva’, las normalmente asociadas con prestar atención a una tarea”,
explica Natalie Phillips, responsable de una investigación que hizo resonancias
magnéticas a gente que estaba leyendo. “Prestar atención a
textos literarios requiere la coordinación de múltiples funciones cognitivas
complejas”. Eso sí, hablamos de una lectura atenta y reposada.
Este tipo de lectura facilita el pensamiento analítico y crítico, tal y como recuerda Mayanne Wolf, y también nos ayuda a concentrarnos y a centrarnos en un tema y no en veinte a la vez.
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