A
finales del siglo XIX se constata además de la revisión crítica de los valores
ideológicos de la Restauración por parte de diferentes instancias y grupos
(regeneracionistas, institucionistas, nacionalistas catalanes y vascos, la
pequeña burguesía, los movimientos obreros, escritores consagrados como Galdós
y Clarín, los jóvenes escritores como Martínez Ruiz, Baroja, Maeztu y Unamuno),
una quiebra de la estética realista burguesa en todas las artes (literatura, pintura,
música,…).
Los
valores predominantes en la literatura realista (reproducción exacta de la
realidad, preferencia por lo inmediato y lo real, prosaísmo, respeto por el
“buen gusto” del público burgués,…) dejan de ser del agrado de los lectores que
piden otras formas de expresión y buscan otros temas. Se agotan, por tanto, los
géneros cultivados por los autores de los últimos años del siglo XIX: la poesía
retórica de Núñez de Arce y la prosaica de Campoamor, la novela de trama
compleja realista y naturalista, la “alta comedia” y el teatro comercial del
gusto burgués.
Contribuyen
a esta ruptura estética diversos procesos de renovación que se dan
simultáneamente hacia finales de siglo XIX: la apertura a la literatura
extranjera, la vuelta al Romanticismo, la influencia del Espiritualismo, los
cambios en política y filosofía y la renovación de las demás artes. Todos estos
procesos contribuyen a la formación de la gran ruptura estética protagonizada
por el Modernismo en el ámbito hispánico.
La
apertura a la literatura extranjera.
Los jóvenes creadores, los modernistas,
valoran muy positivamente las obras más renovadoras temática y formalmente de
Europa y América. Son autores del gusto de los modernistas los poetas malditos
como Baudelaire y Rimbaud, los simbolistas como Verlaine y Mallarmé, los
decadentistas como Oscar Wilde y D’Annunzio, sin olvidar la literatura
norteamericana de Edgard Allan Poe y Walt Whitman.
Théophile Gautier |
De
Francia provienen muchas de sus lecturas e influencias. Aprecian por encima de
todo las obras de los movimientos parnasiano y simbolista. Los parnasianos rechazan el vulgar mundo
real y se refugian en la “torre de marfil”
en busca de la Belleza ideal, hallada a través de la exploración del alma en
formas y modales (aristocratismo estético, inconformismo,…). Su divisa es “el arte por el arte”. Del padre del
movimiento, Théophile Gautier, se fijan en su búsqueda de la perfección formal,
de una poesía serena y equilibrada que gusta de las líneas puras y escultóricas.
De Leconte de Lisle, el otro fundador del movimiento, toman la temática
helenizante (ninfas, faunos,…), los exóticos ambientes orientales y la temática
medieval.
Charles Baudelaire |
Los simbolistas no se contentan con la belleza externa ni con la
perfección formal (aunque no las desprecian). Se proponen “ir más allá de lo sensible”: la realidad encierra, tras sus apariencias,
significaciones profundas o afinidades
insospechadas con los estados de ánimo. La misión del poeta es descubrirlas y
transmitirlas al lector. Se proponen sugerir todo cuanto esté oculto en el
fondo del alma o de las cosas. A este arte de la sugerencia ya no le convienen
“formas escultóricas” sino un lenguaje
fluido, musical (“¡La música por encima
de todo!” decía Paul Verlaine). Charles Baudelaire, el autor de Las flores del mal, es el precursor de
este movimiento y de una forma de ver y vivir la creación artística, la de los
poetas malditos. Los malditos rechazaron las normas y convenciones sociales de
la época, desarrollaron nuevas y originales formas de expresión que no fueron
entendidas por el público del momento, cultivaron la estética del perdedor y
llevaron un estilo de vida bohemio. De Charles Baudelaire, los jóvenes
creadores aprecian cómo es capaz de captar las correspondencias entre el mundo
sensible y el mundo espiritual: correspondencias entre los elementos naturales,
correspondencias de sensaciones (“se
responden perfumes, sonidos y colores”). Para Baudelaire hay que captar
intuitivamente esas correspondencias “para
alcanzar una parte de esplendor
sobrenatural” y por ello emplea las sinestesias que
tratan de expresar lo inefable. Esas correspondencias se dan también con los
sentimientos: “captan los transportes del
alma y de los sentidos”. Las resonancias recíprocas de todas las
sensaciones e imágenes adquieren el valor de símbolos de “la tenebrosa y profunda unidad” del cosmos y el más allá.
Paul Verlaine |
También otros simbolistas franceses
ayudan a desarrollar esta nueva estética. De Stéphane Mallarmé se toma su idea
de poesía como el arte de evocar un objeto para revelar un estado de ánimo o
recíprocamente el arte de elegir un objeto y de obtener de él un estado de
ánimo. Se valoran en él la construcción del poema a partir de un símbolo (“referencia a un objeto material que sugiere
o evoca sentimientos, ideas, obsesiones”) y el empleo del verso libre. De
Paul Verlaine se fijan en cómo los efectos musicales (rima evocadora,
aliteraciones, sintaxis especial,…) conectan con el estado anímico del poeta y
en su insistencia en el valor sugerente de lo musical y lo vago en la poesía. De
Arthur Rimbaud se aprecia el valor experimental de su poesía, las asociaciones
sorprendentes de palabras, las imágenes brillantes, las metáforas visionarias,
las sinestesias originalísimas.
Parnasianos,
simbolistas y malditos desembocan en Europa en el Decadentismo, un movimiento estético muy parecido al Modernismo de
las literaturas hispánicas. Este movimiento revela una nueva sensibilidad que
se siente atraída por lo excitante y lo oscuro, por lo enfermizo, lo morboso y
lo voluptuoso. Provocadores (su lema es “la
carne, la muerte y el diablo”) e inconformistas, los autores decadentes
mostraron siempre su predilección por el esteticismo y el gusto por las
referencias culturalistas continuas. Su manera de vivir el arte los emparentará
o con los bohemios o con los dandis, pero siempre al margen de la sociedad
burguesa biempensante.
La
vuelta al Romanticismo. Los
jóvenes creadores también volvieron sus ojos al Romanticismo, tanto a
la prosa de Larra (el autor crítico de
la sociedad de su momento) como a la poesía de Bécquer (el poeta intimista). Como
ellos, contemplan el fracaso de los valores absolutos y de los modos de
pensamiento tradicionales sobre los que se suponía asentada la estabilidad de
la vida social e individual: es un tiempo de dudas, ansiedad, angustia,… El
entronque de los modernistas con los románticos es total.
El
acercamiento al Espiritualismo.
El
Espiritualismo es una corriente estética y filosófica de de fin de siglo que
supone una contraposición a los valores materialistas vigentes hasta entonces y
una progresiva
reivindicación y exploración de las potencias anímicas, irracionales y
subjetivas del ser humano. El Espiritualismo aboga por los aspectos
más intimistas de la interpretación de la realidad, aspecto muy valorado por
los modernistas.
Las nuevas tendencias políticas y
filosóficas. Pronto
los jóvenes creadores, los modernistas, van a sintonizar con las nuevas
tendencias políticas del momento (regeneracionismo,
institucionismo, socialismo, anarquismo,…) y con las nuevas corrientes filosóficas
(la visión angustiada de la existencia en Kierkegaard, la “voluntad” de Schopenhauer, el vitalismo de Nietzsche). Tanto
el positivismo como el racionalismo empiezan a resultar insuficientes a los
intelectuales de finales del siglo XIX. Se van imponiendo nuevas formas de
pensar que van a marcar el siglo XX:
- El irracionalismo
que duda del poder omnímodo que se le había atribuido a la razón.
- El vitalismo
que entiende que la realidad es algo cambiante que no se puede aprehender con
la razón y sí con la intuición.
- El existencialismo
que no se preocupa ya del problema de las esencias, sino que se centra en la
existencia del ser humano.
- El marxismo
que cree que la labor de la filosofía no ha de ser únicamente la
interpretación del mundo ya que el pensamiento ha de contribuir activamente a
la transformación social y política del mundo.
Estas corrientes filosóficas tienen gran repercusión en
todas las esferas humanas pues se ocupan del vivir humano concreto.
La
conexión de la literatura con las demás artes. Se
toman como referentes para la creación literaria los modelos de otras artes (música,
pintura,…). Uno de los ideales de los modernistas será esta confluencia de
todas las artes en la literatura.
Todos
estos procesos de renovación ideológica, filosófica y estética contribuyen a la
formación de la gran ruptura protagonizada por el Modernismo en el ámbito
hispánico.
[Estos apuntes estaban recogidos antes en el tema de 2º de Bachillerato "La poesía española (1900-1939)" que he suprimido en la versión de este curso y que publico ahora para los que deseen ampliar el tema de introducción al Modernismo]
Muchas gracias por compartirlo. Me ha ayudado mucho para contextualizar el modernismo. Está completísimo. Mi más sincera enhorabuena.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Un saludo.
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