martes, 17 de mayo de 2016

«ME SUENA A ESPAÑOL»

Para los más interesados en el origen
 de algunas palabras y expresiones del
castellano, este libro (en dos volúmenes) de
Néstor Luján satisfará vuestra curiosidad.
Nuestra expresión «me suena a chino» sirve para referirse a algo que no entendemos cuando se nos dice. Cada lengua ha creado su expresión para nombrar este fenómeno: los alemanes, por ejemplo, dicen  «das kommt mir Spanisch vor» ("me suena a español") y no son los únicos... Esto sucede especialmente en aquellas expresiones propias y modismos de cada idioma que resultan de imposible traducción literal a otras lenguas: «haber gato encerrado», «beber los vientos», «de tiros largos», «dar la matraca», hacer pinitos», «moros en la costa»,...
A continuación os dejo este artículo de Elena Horrillo, aparecido en El País de hoy, en el que se da cuenta del origen y del significado de alguna de estas expresiones tan difíciles para los que aprenden nuestro idioma y desconocidas a veces para los propios hablantes del castellano. Espero que el texto os resulte curioso e instructivo.


A ver quién traduce esto: 14 expresiones que solo entendemos los españoles


Encontramos algunas de las razones por las que los alemanes usan nuestro idioma para decir “me suena a chino"



Digan lo que digan las matemáticas, a veces en una suma de componentes el resultado final no tiene nada que ver con los elementos iniciales. Como muestra, varios ejemplos: "Hay ropa tendida", "estar a dos velas" o "ponerse las botas". Son expresiones en español que tienen en común que su significado no es la suma de los significados de las palabras que la componen. Eso y ser un caos para traductores, estudiantes de Erasmus y extranjeros en general.

“Su significado tiene sobre todo contenido cultural y social. Está intrínsecamente unido a la idiosincrasia local”, explica la lexicógrafa de la Fundéu Celia Villar. Y pone de ejemplo el archiconocido "timo de la estampita" que la RAE reconoce como expresión coloquial, sinónimo de timo. “Un alemán, por ejemplo, no lo entiende, pero no por el significado de la expresión en sí, sino porque el concepto de timo no es tan habitual como para haber tenido la necesidad de crear una expresión que lo defina”, asegura Villar.

Son construcciones que existen en casi todos los idiomas. Cuando para los españoles caen "chuzos de punta" para los ingleses ‘rain cats and dogs’ (literalmente "llueven gatos y perros"); y mientras los españoles tenemos "resaca", los alemanes "einen kater haben" (exactamente "tienen un gato"). Ante estas cómicas traducciones se encontraron Ignacio Ochoa y Federico López Socasau que decidieron enfrentarse a estos giros lingüísticos con un poco de humor. Escribieron From lost to the river, haciendo el juego con la expresión "de perdidos al río", en el que interpretan al inglés de modo literal esos modismos que realmente son intraducibles. Así "dorar la píldora" se convertía en "to plat the pill" o "tontolaba" como "sillybean". Este pseudolenguaje ha dado para dos libros más –Like fish in the water (Como pez en el agua) y Like fish in the water (Reloaded)- y es para Ochoa la “fórmula redonda para que los que nunca aprendieron ni aprenderán inglés tengan en su mano la más sutil de las venganzas”.

Estos giros son particularmente abundantes en español; no en vano, los alemanes usan "das kommt mir Spanisch vor" (me suena a español) en vez de nuestro "me suena a chino". Así pues, hemos recopilado algunas de esas expresiones a fin de facilitar, solo un poco, el conocimiento de la lengua de Cervantes a los sufridos extranjeros.

Dorar la píldora. Antes de que la mayoría de las píldoras tuvieran el recubrimiento insípido con el que cuentan hoy en día, los farmacéuticos las doraban con sustancias dulces que dejaban una costra exterior mucho más apetecible. De ahí su significado de adornar o edulcorar una situación.

La ocasión la pintan calva. Las oportunidades nada tienen que ver con la cabellera, pero lo cierto es que Fidias, el escultor griego, representó calva a la diosa Ocasión, aunque solo en la zona de la nuca. Era una forma de expresar que si se aprovechaba el momento -de frente- se la podía coger de los cabellos pero una vez pasada ya no era posible.

Ponerse las botas. Se refiere normalmente a comer copiosamente o a realizar alguna cosa de una manera opulenta. Su origen tiene que ver directamente con el calzado ya que las botas, normalmente hechas de piel, solo estaban al alcance de las clases más ricas, así que su posesión se ha relacionado con la abundancia.

Hay ropa tendida. Aparte de una situación habitual y eterna en todo piso de estudiantes que se precie, la referencia a la ropa tendida se hace cuando puede haber alguien que no debería escuchar una conversación. Era una expresión habitual en las prisiones para avisar de la presencia de carceleros.

A palo seco. Aunque esta locución se usa normalmente en el ámbito culinario cuando algo viene sin acompañamiento ni artificios, su origen se encuentra en el terreno naval. Así se llamaba a navegar con las velas recogidas en medio de un temporal de viento.

Otro gallo cantaría. Expresión habitual de toda madre o abuela que se precie destinada a hacer ver que las cosas podrían ser de otra forma, tener otras consecuencias. Suele iniciarse con un condicional, aquello que tu bendita progenitora cree que deberías haber hecho. Y su origen se encuentra en la mayor fábrica de instrucciones vitales: la religión. Si Pedro no hubiera negado a Jesucristo tres veces, otro gallo cantaría.

Meterse en camisa de once varas. O en un marrón. O en un berenjenal. Viene a significar meterse en problemas que, normalmente, no nos incumben. Como bien dicho español lo de las once varas es una exageración aunque en el fundamento del modismo la camisa existía. Se usaba en la Edad Media como rito a la hora de adoptar un niño. El padre metía al niño por la manga de una camisa grande y lo sacaba por el cuello. Al besarlo justo después dejaba claro que aceptaba la paternidad.

Salvarse por los pelos. Aunque no lo parezca, esta expresión sí tiene un significado literal que se ha perdido con el tiempo. En la actualidad, se refiere a salvarse por poco. Sin embargo, los marineros que no sabían nadar se la tomaban al pie de la letra ya que su cabellera podía servir de asidero si caían al agua.

Estar en Babia. Sí, Babia existe: es una comarca y está en León. Allí era donde los reyes de León tenían una residencia estival y donde pasaban largas temporadas para relajarse y olvidar sus regios problemas. De ahí se quedó el estar en Babia como encontrarse absorto.

El quinto pino. Lo cierto es que el quinto pino también existe, o al menos existía en lo que hoy es el madrileño Paseo de Recoletos. Y, como se presupone, había cinco. El primero era el que se encontraba más cerca y el quinto, como habrán supuesto sagazmente, era el más alejado. Así que quedar en el quinto pinto era quedar lejísimos, incluso para un madrileño.

No hay tu tía. No es que en español haya un vínculo secreto entre esta relación de parentesco y la falta de oportunidades. Es más un caso de deformación del lenguaje. La expresión original era “no hay atutía”, un ungüento medicinal hecho con óxido de zinc que con el tiempo llegó a conocerse como sinónimo de remedio para todo.

Hacer la pelota. Una práctica tan española que podría considerarse como deporte patrio, aunque no tenga que ver con ningún balón ni elemento esférico. Se trata de adular a alguien buscando el beneficio propio y es una locución importada de nuestros vecinos galos para los que una pelota es una prostituta. El chulo tiraba de elementos de márketing y les encargaba fidelizar clientes o lo que, traducido en este contexto, sería halagarles y camelarles para que volvieran a requerir sus servicios.

Montar un pollo. No se trata de cabalgar sobre el ave más numerosa del planeta y, aunque la RAE lo admite oficialmente con ‘ll’, su origen tiene más que ver con el “poyo”, el banco de piedra que se encuentra en el exterior de muchas casas. Esta palabra a su vez deriva del latín ‘podium’, el podio en el que se subían los oradores en las plazas para dar discursos y que podían causar verdaderos escándalos.

Sanseacabó. No hay un criterio único sobre el origen de este santo dado a finiquitar cosas; la más obvia es la que atribuye la expresión precisamente a un imaginario beato San se acabó que se usaría coloquialmente para dar por terminada una acción. O lo que es lo mismo, y en términos más gastronómicos que eclesiásticos, con esto y un bizcocho, hasta mañana a las ocho.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. La lengua es un pozo inagotable de sorpresas y curiosidades. Me alegro de que te haya gustado el artículo de Elena Horrrillo. El libro de Néstor Luján seguro que no te deja indiferente. Un saludo.

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