La lectura del capítulo 68 de Rayuela, la gran novela de Julio Cortázar, siempre suscita muchísimos comentarios en la clase: la búsqueda de nuevas formas de expresión artísticas fuera de los cauces convencionales para contar escenas (como esta escena erótica) miles de veces relatadas con un lenguaje insuficiente (o excesivamente ñoño o groseramente explícito), el poder de experimentación de la lengua, la literatura entendida como juego, la complicidad del lector en este juego,... El gíglico, el lenguaje nuevo creado por Cortázar para este capítulo, tiene seguramente como fuente de inspiración el poema Jabberwocky de Lewis Carroll, incluido en Alicia a través del espejo, tal como nos ha recordado una compañera en clase. Es, en definitiva, una sorprendente muestra de las audacias formales e innovaciones expresivas que Cortázar ensayó en sus obras.
Para los que queráis profundizar en el comentario de este jugoso capítulo, os dejo las sabias palabras del profesor Andrés Amorós en su Introducción a la literatura (páginas 79 y 80), un libro también muy recomendable.
Ante un texto como éste, ante todo, aceptemos el
juego, no nos irritemos. Leámoslo en voz alta, en seguida, para captar su
intención: no es fácil que se nos escape que se trata de una escena de amor
físico, evocada —irónicamente, desde luego— con medios musicales, pero que no
prescinden de lo significativo.
La creación de nuevas palabras obedece, en ocasiones,
a una combinación bien fácil de descifrar; por ejemplo, se habla aquí del «orgumio» pero también del «merpasmo».
Por supuesto, Cortázar juega aquí con el equívoco de
alterar el vocabulario dentro de un esquema sintáctico perfectamente lógico y normal.
Fijémonos en las líneas esenciales de esa sintaxis, dejando los huecos
correspondientes a las palabras. Resultará esto: «Apenas él le... a ella se
le... y caían en... Cada vez que él procuraba... se enredaba en... y tenía
que... sintiendo cómo poco a poco... se iban... hasta quedar tendido como el...
al que se le han dejado caer unas... Y, sin embargo, era apenas el principio,
porque en un momento dado ella se... consintiendo en que él aproximara
suavemente sus... Apenas se... algo como un... los...de pronto era el... Se
sentían... temblaba el.., se vencían las... y todo se... en un profundo... que
los... hasta el límite de las...».
Tenemos aquí el esqueleto, perfectamente lógico, de la
narración de una escena erótica.
Evidentemente, el juego malévolo está en que nuestra imaginación rellena de sentido
claro y concreto los huecos, ocupados en el texto por palabras ininteligibles
en una primera lectura. Como es habitual en Cortázar, se cuenta aquí, una vez
más, con la complicidad del lector, que, en este caso, se vuelve en contra de
él, pues puede llegar a avergonzarse al comprobar cómo su imaginación ha recurrido
a términos más gráficos que los empleados por el escritor.
Cabe, incluso, la posibilidad de que a Cortázar le
haya pasado por la cabeza mostrar cómo un escrito hábil puede soslayar una
censura puritana, evitando cualquier término non sancto. Claro que la combinación de las palabras es, algunas
veces, claramente alusiva. Si tradujéramos esto a lenguaje normal tendríamos
una narración retórica, grandilocuente, que Cortázar evoca —en mi opinión— con
evidente ironía.
A la vez, los significados son sugeridos también por
el movimiento de la frase. Notemos, por ejemplo, el ritmo trimembre: «Y caían
en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes». Si separamos
el término común, caían en, obtendremos tres términos, en escala de longitud
progresiva: «hidromurias» (cuatro sílabas), «salvajes ambonios» (seis sílabas),
«sustalos exasperantes» (ocho sílabas). Gramaticalmente, se trata de un sustantivo,
otro con adjetivo antepuesto y un tercero con adjetivo pospuesto, descriptivo.
La impresión psicológica es la de una serie de olas: todas avanzan en la misma
dirección, pero cada una es un poco más larga que la anterior.
Veamos otro ejemplo. Al comienzo de la frase, una
enumeración trimembre crea un ritmo progresivamente acelerado: «Las arnillas se
espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo...».Y todo se resuelve en una
frase larguísima, enormemente perezosa, con palabras largas («trimalciato»,
«ergomanina») y subordinadas añadidas («como el... al que...»): «Hasta quedar
tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas
fílulas de cariaconcia».
Lo básico, por supuesto, es el contraste entre
momentos de exaltación y otros de depresión. Después del descanso que acabo de
citar, renace la tensión: «Y, sin embargo, era apenas el principio...».
El párrafo culmina en una enumeración en la que la
orquesta parece emplear toda su potencia instrumental: «De pronto era el
clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante
embocapluvia del orgumo, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica
agopausa». Y, como el redoble de los platillos, estalla el sonido jubiloso —e
irónico, no lo olvidemos—: «¡Evohé! ¡Evohé!».
[…]
Nos ha servido [este comentario] para comprobar un par
de cosas: ante todo, que, en la auténtica obra de arte, la impresión de gratuidad
incoherente es totalmente falsa, aunque el lector ingenuo (como el espectador
superficial de una pintura abstracta) pueda caer en esa trampa. Además, que en
este texto, la formación de palabras, la sintaxis, el ritmo... todo posee una
intención significativa. Por supuesto, los elementos musicales son muy
importantes en la obra literaria, y el que no posea sensibilidad para
apreciarlos perderá buena parte de su atractivo, pero en este caso (verdaderamente
extremo) hemos comprobado, una vez más, que el arte del escritor no podría
prescindir —aun en el supuesto de que lo pretendiera—del contenido
significativo que tienen sus palabras.
Cual seria la idea principal del texto?
ResponderEliminarEl texto de Cortázar está ampliamente comentado en la entrada, tanto en lo temático como en lo formal. Además, las palabras de Andrés Amorós son suficientemente esclarecedoras. Un saludo.
EliminarLa palabra corazón la traduces por dos palabras diferentes. Igual podemos pensar que el idioma en cuestión tiene riqueza en sus palabras o declinaciones y no hiciste una "traducción literal" Gracias por este buen ejercicio.
ResponderEliminarGracias por el comentario. Un saludo.
EliminarSe puede sacar la idea central en una sola oración?...
ResponderEliminar¿Por qué demonios hay gente haciendo preguntas sacadas de un análisis de lectura del texto? Presten un poco más de atención en sus clases y verán como pueden sacar la "idea central" de esta obra con mayor facilidad.
ResponderEliminarexcelente análisis para una persona como yo que no sabe nada de aquel idioma cortazariano llamado el GUIGLICO pero sin entrar en análisis sintético o morfosintáxico o gramatical se da a entendeR que es un texto de alto grado erotico
ResponderEliminarAl texto le hace falta coherencia o cohesión?
ResponderEliminarEn los textos literarios, en ocasiones, los escritores pueden dinamitar las normas lingüísticas y no lingüísticas e incluso las propiedades de los textos como la coherencia y la cohesión, y no por ello dejan de ser textos, pues deben ser entendidos como una creación artística de su autor.
EliminarUn saludo.
Quienes son los personajes de el cap 68 solo "una mujer y un hombre" ????
ResponderEliminarel capítulo 68 es uno de los capítulos explicativos de toda la obra. Esta termina en el cap. 56. Los personajes, a mí entender son Horacio y La Maga, dos personajes que son, intelectualmente, diferentes y que se encuentran equiparados en el sexo. Mi humilde entender.
ResponderEliminarGracias por tu aportación, que completa lo recogido en la entrada. Un saludo.
EliminarQue impresiones tiene la lectura
ResponderEliminarMuchas Gracias por este gran aporte!
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Un saludo.
ResponderEliminarCuales son las caracteristicas literarias?
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