viernes, 29 de diciembre de 2023

LA UTILIDAD DE LO INÚTIL Y LA INUTILIDAD DE LO ÚTIL

Valgan estas reflexiones del profesor Nuccio Ordine, recogidas en su ensayo La utilidad de lo inútil, para despedir este año 2023 y dar la bienvenida al 2024. Estas palabras pertenecen a la introducción del libro, que el autor calificó como manifiesto, puesto que muestra en él la reivindicación de la cultura y el saber frente a aquellos que los desacreditan o los persiguen. La obra sirve también para dar sentido a nuestro tiempo desnortado y en crisis y para defender el trabajo de los que nos dedicamos a la educación, tantas veces menospreciado.

Feliz 2024 a todos los lectores del blog.

Solo el saber puede desafiar una vez más las leyes del mercado. Yo puedo poner en común con los otros mis conocimientos sin empobrecerme. Puedo enseñar a un alumno la teoría de la relatividad o leer junto a él una página de Montaigne dando vida al milagro de un proceso virtuoso en el que se enriquece, al mismo tiempo, quien da y quien recibe.

Ciertamente no es fácil entender, en un mundo como el nuestro dominado por el homo oeconomicus, la utilidad de lo inútil y, sobre todo, la inutilidad de lo útil (¿cuántos bienes de consumo innecesarios se nos venden como útiles e indispensables?). Es doloroso ver a los seres humanos, ignorantes de la cada vez mayor desertificación que ahoga el espíritu, entregados exclusivamente a acumular dinero y poder. Es doloroso ver triunfar en las televisiones y los medios nuevas representaciones del éxito, encarnadas en el empresario que consigue crear un imperio a fuerza de estafas o en el político impune que humilla al Parlamento haciendo votar leyes ad personam. Es doloroso ver a hombres y mujeres empeñados en una insensata carrera hacia la tierra prometida del beneficio, en la que todo aquello que los rodea —la naturaleza, los objetos, los demás seres humanos — no despierta ningún interés. La mirada fija en el objetivo a alcanzar no permite ya entender la alegría de los pequeños gestos cotidianos ni descubrir la belleza que palpita en nuestras vidas: en una puesta de sol, un cielo estrellado, la ternura de un beso, la eclosión de una flor, el vuelo de una mariposa, la sonrisa de un niño. Porque, a menudo, la grandeza se percibe mejor en las cosas más simples.

«Si no se comprende la utilidad de lo inútil, la inutilidad de lo útil, no se comprende el arte», ha observado con razón Eugène Ionesco. Y no por azar, muchos años antes, Kakuzo Okakura, al describir el ritual del té, había reconocido en el placer de un hombre cogiendo una flor para, regalarla a su amada el momento preciso en el que la especie humana se había elevado por encima de los animales: «Al percibir la sutil utilidad de lo inútil —refiere el escritor japonés en El libro del té—, [el hombre] entra en el reino del arte». De una sola vez, un lujo doble: la flor (el objeto) y el acto de cogerla (el gesto) representan ambos lo inútil, poniendo en cuestión lo necesario y el beneficio.

Los verdaderos poetas saben bien que la poesía sólo puede cultivarse lejos del cálculo y la prisa: «Ser artista —confiesa Rainer María Rilke en un pasaje de las Cartas a un joven poeta— quiere decir no calcular ni contar: madurar como el árbol, que no apremia a su savia, y se yergue confiado en las tormentas de primavera, sin miedo a que detrás pudiera no venir el verano». Los versos no se someten a la lógica de la precipitación y lo útil. Al contrario, a veces, como sugiere el Cyrano de Edmond Rostand en las frases finales de la pièce, lo inútil es necesario para hacer que cualquier cosa sea más bella:

¿Qué decís? ¿Que es inútil? Ya lo daba por hecho.

Pero nadie se bate para sacar provecho.

No, lo noble, lo hermoso es batirse por nada.

Tenemos necesidad de lo inútil como tenemos necesidad, para vivir, de las funciones vitales esenciales. «La poesía —nos recuerda una vez más Ionesco—, la necesidad de imaginar, de crear es tan fundamental como lo es respirar. Respirar es vivir y no evadir la vida». Esta respiración, como evidencia Pietro Barcellona, expresa «el excedente de la vida respecto de la vida misma», transformándose en «energía que circula de forma invisible y que va más allá de la vida, aun siendo inmanente a ella». En los pliegues de las actividades consideradas superfluas, en efecto, podemos percibir los estímulos para pensar un mundo mejor, para cultivar la utopía de poder disminuir, si no eliminar, las injusticias generalizadas y las dolorosas desigualdades que pesan (o deberían pesar) como una losa sobre nuestras conciencias. Sobre todo en los momentos de crisis económica, cuando las tentaciones del utilitarismo y del más siniestro egoísmo parecen ser la única estrella y la única ancla de salvación, es necesario entender que las actividades que no sirven para nada podrían ayudarnos a escapar de la prisión, a salvarnos de la asfixia, a transformar una vida plana, una no-vida, en una vida fluida y dinámica, una vida orientada por la curiositas respecto al espíritu y las cosas humanas.

Si el biofísico y filósofo Pierre Lecomte du Noüy nos ha invitado a reflexionar sobre el hecho de que «en la escala de los seres, sólo el hombre realiza actos inútiles», dos psicoterapeutas (Miguel Benasayag y Gérard Schmit) nos sugieren que «la utilidad de lo inútil es la utilidad de la vida, de la creación, del amor, del deseo», porque «lo inútil produce lo que nos resulta más útil; es lo que se crea sin atajos, sin ganar tiempo, al margen del espejismo forjado por la sociedad». Este es el motivo por el que Mario Vargas Llosa, con ocasión de la entrega del premio Nobel de 2010, manifestó acertadamente que un «mundo sin literatura sería un mundo sin deseos ni ideales ni desacatos, un mundo de autómatas privados de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: la capacidad de salir de sí mismo y mudarse en otro, en otros, modelados con la arcilla de nuestros sueños».

Y quién sabe si a través de las palabras de Mrs. Erlynne —«En la vida moderna lo superfluo lo es todo»— Oscar Wilde (acordándose probablemente de un célebre verso de Voltaire: «le superflu, chose très necéssaire» [«lo superfluo, cosa muy necesaria»]) no quiso aludir precisamente a la superfluidad de su mismo oficio de escritor. A aquel «algo más» que —lejos de connotar, en sentido negativo, una «superfetación» o una cosa «superabundante»— expresa, por el contrario, lo que excede de lo necesario, lo que no es indispensable, lo que rebasa lo esencial. En suma, lo que coincide con la idea vital de un flujo que se renueva continuamente (fluere) y también —como había señalado ya algunos años antes en el prefacio de El retrato de Dorian Gray: «Todo arte es completamente inútil»— con la noción misma de inutilidad.

sábado, 16 de diciembre de 2023

#POEMA 27: «CERO» DE PEDRO SALINAS

Otro año más volvemos a sumarnos a la convocatoria del profesor Toni Solano para llenar las redes de poemas de los autores de la Generación del 27. En esta ocasión el poema elegido es «Cero» de Pedro Salinas. Sin duda, el horror que se está viviendo en Palestina en los dos últimos meses (y no solo en este tiempo), con más de 20000 muertos, nos ha llevado a proponer la lectura de este larguísimo poema de cuatrocientos versos sobre la bomba atómica que cierra su obra Todo más claro (1949). Aunque su publicación en revista data de 1944, antes de las explosiones atómicas de Hiroshima y Nagasaki, sorprende muchísimo que Salinas viera la explosión antes de producirse. En muchos versos de este poema, entre llantos y escombros, con el triunfo de la muerte y lo peor del ser humano, leemos cómo los poetas del 27 también fueros sensibles a las cuestiones palpitantes de su tiempo.

Entre sus versos destacamos estos que resultan especialmente estremecedores del principio:

Invitación al llanto. Esto es un llanto,

ojos, sin fin, llorando,

escombrera adelante, por las ruinas

de innumerables días.

Ruinas que esparce un cero -autor de nadas, 

obra del hombre-, un cero, cuando estalla.

Y estos de la parte final:

Lo que era suma en un instante es polvo.

¡Qué derroche de siglos, un momento!

No se derrumban piedras, no, ni imágenes;

lo que se viene abajo es esa hueste

de tercos defensores de sus sueños.

Tropa que dio batalla a las milicias

mudas, sin rostro, de la nada; ejército

que matando a un olvido cada día

conquistó lentamente los milenios.

Se abre por fin la tumba a que escaparon;

les llega aquí la muerte de que huyeron.

Ya encontré mi cadáver, el que lloro.

Cadáver de los muertos que vivían

salvados de sus cuerpos pasajeros.

Un gran silencio en el vacío oscuro,

un gran polvo de obras, triste incienso,

canto inaudito, funeral sin nadie.

Yo sólo le recuerdo, al impalpable,

al NO dicho a la muerte, sostenido

contra tiempo y marea: ése es el muerto.

Soy la sombra que busca en la escombrera.

Con sus siete dolores cada una

mil soledades vienen a mi encuentro. […]

_______

En esta entrada encontraréis las aportaciones que hicimos en cursos pasados para difundir la voz de los poetas del 27.

lunes, 11 de diciembre de 2023

LA HUELLA DE FREINET

De nuevo otra película española, El maestro que prometió el mar, nos invita a reflexionar en el blog. La película, dirigida por Patricia Font y basada en la novela homónima de Francesc Escribano, recupera la figura del maestro catalán Antoni Benaiges que desarrolló su labor en Bañuelos de Bureba (Burgos) en los años 1934 a 1936. Como nos muestra la película, el maestro sigue  la nueva pedagogía de Célestin Freinet, que proponía la «autogestión, cooperación y solidaridad entre el alumnado»,​ y se materializaba en la introducción de la imprenta en la escuela, el texto libre y el método natural de lectura y escritura.

Los métodos de Freinet y de su esposa Élise se enmarcan en los movimientos de renovación pedagógica de hace más de cien años a los que tanto seguimos debiendo hoy. Las actividades que proponía y que asustaban a los sectores más retrógrados de entonces tenían que ver con la composición del texto libre. Es el texto realizado por los niños en las fases siguientes: la escritura del texto, que constituye una actividad creativa e individual; la lectura ante todo el grupo, con lo que se trabaja la entonación, la modulación de la voz; el comentario de texto de forma colectiva; y otras técnicas como la impresión y reproducción de los textos para la revista escolar y la correspondencia.

Otras actividades que promovían los freinetistas eran  la revista escolar, las conferencias, la clase-paseo, la asamblea de clase, la correspondencia escolar, el periódico mural o el fichero escolar cooperativo. Sin ninguna duda, todas ellas nos resultan hoy en día sumamente sugerentes y enriquecedoras y nos han servido para promover que la escuela y la vida no son dos esferas distintas y antagónicas. Muchas de las herramientas educativas que hoy tenemos a nuestro alcance en la clase, como Classroom, padlet o los propios blogs,  no dejan de ser una mera actualización de lo que propusieron estos renovadores de la enseñanza a principios del siglo pasado.

Sirva esta pequeña entrada para reconocer y homenajear la labor de aquellos maestros como Benaiges, a quien llevar a la práctica estas nuevas propuestas pedagógicas le supuso la muerte a manos de los falangistas a comienzos de la Guerra Civil Española.

domingo, 26 de noviembre de 2023

NAT, LUCÍA Y TERESA, PROTAGONISTAS EN LA LITERATURA Y EL CINE

De las relaciones entre literatura y cine ya hemos hablado en otras ocasiones en el blog. La literatura con sus historias ha alimentado al cine desde que este nació. Buena muestra de ello es la coincidencia ahora en las salas de cine de tres películas españolas que se basan en otras tantas obras literarias de los últimos años. Obras de muy diferente contenido y de muy distinto propósito, pero que ayudan a levantar tres interesantes películas de tres directores muy creativos y muy diferentes también entre sí. Tres obras y tres películas que tienen a mujeres como protagonistas, mujeres muy distintas también entre sí, que muestran su fuerte personalidad en momentos críticos de su vida. Las tres películas siguen las obras originales de manera muy fiel, algo que no siempre sucede y que ha generado encendidos debates entre escritores y cineastas y lectores y espectadores.

Las obras literarias son Un amor, la novela de Sara Mesa publicada en 2020, llevada a las pantallas por Isabel Coixet con el mismo título; Que nadie duerma, la novela de Juan José Millás publicada en 2018 y que conserva el mismo título en la película de Antonio Méndez Esparza;  y La lengua en pedazos, obra teatral de Juan Mayorga (2011), llevada al cine por Paula Ortiz con el título de Teresa.

Sirvan las primeras líneas de las obras y los tráileres de las películas para animar doblemente a la lectura y a visitar las salas de cine.

Un amor, la novela de Sara Mesa, narra la historia de Nat, una joven traductora, que acaba de mudarse a un pequeñísimo pueblo del interior y recibe una inesperada propuesta sexual.

Al hacerse de noche es cuando cae el peso sobre ella, tan grande que tiene que sentarse para coger aliento.

Fuera el silencio no es como esperaba. De hecho, no es silencio. Hay un rumor lejano, como de carretera, aunque la carretera más cercana es comarcal y está a tres kilómetros de distancia. También se oyen grillos, ladridos, el claxon de algún coche, los gritos de un vecino arreando el ganado, ya de recogida.

Era mejor el mar, aunque también más caro. Fuera de su alcance.

¿Y si hubiese aguantado un poco más, ahorrado un poco más?

Prefiere no pensar. Cierra los ojos, se deja caer con lentitud en el sofá, quedándose con medio cuerpo fuera, una postura antinatural que le producirá calambres si no se mueve pronto. Se da cuenta. Se tumba como puede. Se adormila.

Es mejor no pensar, pero los pensamientos llegan y se deslizan a través de ella, entrelazándose. Intenta que salgan a la misma velocidad con la que entran, pero se le acumulan en el interior, un pensamiento sobre otro. Ya ese empeño –esforzarse en que entren y salgan y no se le acumulen– es de por sí un pensamiento demasiado intenso para su cabeza.

Cuando consiga el perro será más fácil.

Cuando organice sus cosas y coloque su mesa y adecente los terrenos que rodean la casa. Cuando riegue –qué seco está todo– y limpie –qué descuidado–. Cuando refresque.

Será mucho mejor cuando refresque.

 

Que nadie duerma, la novela de Millás, cuenta la historia de Lucía, una programadora informática que pierde su empleo y desde ese momento su vida da un giro definitivo. Toda su historia, jugando entre la ficción y la vida real, tiene como banda sonora la ópera Turandot de Puccini. 

Al verse en el espejo, Lucía dijo: Esa gorda soy yo.

Lo dijo sin intención alguna de ofender, de ofenderse, ya que, más que gorda, era una falsa delgada. Se lo había dicho su madre cuando era una cría, después de ayudarla a salir de la bañera y mientras le secaba el pelo:

—Mírate los muslos, eres una falsa delgada, como la mayoría de las aves zancudas.

La niña se había ido a la cama intentando descifrar aquella contradicción. ¿Por qué parecía delgada si era gorda? Durante los siguientes días buscaría en los libros ilustraciones de aves zancudas, para observar sus muslos, y durante el resto de su vida se vigilaría de manera obsesiva, temerosa de que su cuerpo acabara revelando la verdad. Pero atravesó el resto de la infancia y la adolescencia sin que los cambios físicos inherentes al tránsito alteraran la sentencia de su madre. En ningún momento perdió los volúmenes sutiles de las zancudas ni de las falsas delgadas, en quienes, según fue comprobando con el tiempo, la frontera entre la exuberancia y la ligereza se borraba.

En el trabajo de Lucía había una obesa patológica que falleció al adelgazar. Al principio todos sospechaban de su gordura, pero luego sospecharon de su delgadez. Su muerte confirmó las sospechas, fueran cuales fueran, pues nadie llegó a concretarlas. Al día siguiente de su fallecimiento, la empresa, dedicada al desarrollo de aplicaciones informáticas, instalación, configuración y mantenimiento de redes, entró en una quiebra fraudulenta y cerró.

La lengua en pedazos de Juan Mayorga recrea el Libro de la vida de santa Teresa de Jesús, una autora que como recordamos en una entrada anterior ha espoleado la escritura de varios autores en los últimos años. De la directora zaragozana Paula Ortiz, que ha llevado a la pantalla Teresa, también hemos hablado en el blog, pues ya nos había presentado su bella y personal versión de Bodas de sangre en su película La novia. La obra de Mayorga muestra el duelo entre Teresa y el inquisidor, un combate teológico, político y personal.

Cocina del monasterio de San José, al atardecer. Teresa corta cebolla. Hasta que, al darse cuenta de que alguien ha entrado, se levanta en actitud de respeto. El recién llegado observa a Teresa y luego avanza estudiando el lugar. Mira los alimentos, entre los que encuentra libros. Toma uno, lo acaricia sin llegar a abrirlo, lo deja donde lo encontró.

Inquisidor.—«Entre pucheros anda Dios». Se os atribuye tan curiosa sentencia: «Entre pucheros anda Dios». Es justo que nos encontremos aquí, entre pucheros. Porque de él se trata. ¿Sabéis quién soy?

Teresa.—Sé quién sois.

Inquisidor.—Entonces también sabéis por qué estoy aquí.

Silencio.

Veintisiete años hace que tomasteis hábito. Durante lo más de ese tiempo, tuvisteis el amor de vuestras hermanas de la Encarnación. Nadie temía que vinieseis a ser causa de controversia. Mas de un tiempo acá, desafiando a vuestra madre priora, a vuestro confesor y al Provincial de vuestra orden, con otras que habéis arrastrado a vuestra parte, hacéis trato de fundar esta casa que llamáis monasterio de San José. Ya no os parece bastante buena la casa de la Encarnación, ya no os sirve para servir a Dios. Lo que habéis hecho divide a vuestras hermanas y causa escándalo a la ciudad. Nunca, Teresa, nos habíamos encontrado. Pero si vos sabéis quién soy, tampoco vos sois para mí desconocida. He caminado vuestro camino. He entrado en la casa en que nacisteis, he hallado a quienes os vieron crecer, he escuchado a vuestros amigos y a vuestros enemigos. He oído relatos de portentos que, según se dice, os acompañan en la oración. He discutido con vuestros médicos. He indagado cómo se ha hecho esta casa. Con lo que tengo sabido, me sobran razones para deshacerla. No es eso, sin embargo, lo que quiero. Quiero que vos misma cerréis la casa. 


jueves, 16 de noviembre de 2023

«POEMA DEL CANTE JONDO» EN EL DÍA DEL FLAMENCO

 

MEMENTO

Cuando yo me muera,
enterradme con mi guitarra
bajo la arena.

Cuando yo me muera,
entre los naranjos
y la hierbabuena.

Cuando yo me muera,
enterradme si queréis
en una veleta.

¡Cuando yo me muera!

 

Proponemos en el Día Internacional del Flamenco la lectura de Poema del cante jondo, la obra de Federico García Lorca que se inspiró en el flamenco, en el cante y el baile andaluz, y que se inscribe en la tendencia neopopularista cultivada por algunos de los poetas de la generación del 27. En este poemario recreó magistralmente la poesía del flamenco con el ritmo popular quebrado del verso corto, la condensación expresiva de la copla popular, la fusión de elementos populares y tradicionales con imágenes cultas y barrocas y la mezcla de notas realistas con elementos alucinados y míticos. 

Es una obra que prácticamente tenía acabada en 1921, aunque no la publicó hasta diez años más tarde, y que es un anuncio y una introducción a Romancero gitano. Los temas (el amor, la muerte, la pena), los personajes y la atmósfera del Romancero ya se anticipan en el Poema del cante jondo. Incluso un personaje del Romancero, el Amargo, protagonista del «Romance del Emplazado», ya aparecía en los últimos poemas de Poema del cante jondo, y lo mismo ocurre con la «guardia civil caminera» del Romancero

García Lorca dijo de su libro que «por él desfilan la siguiriya, la soleá, la saeta y la petenera» y «que está lleno de gitanos, de velones y de fraguas». En su conferencia sobre el misterioso arte del cante hondo, insistió en la trascendencia de esta cante y en el acierto del pueblo andaluz en llamarle así: «es hondo, verdaderamente hondo, más que todos los pozos y todos los mares que rodean el mundo, mucho más hondo que el corazón actual que lo crea y la voz que lo canta, porque es casi infinito. Viene de las razas lejanas, atravesando el cementerio de los años y las frondas de los vientos marchitos».

Como aperitivo a la lectura del libro, además del poema que abre esta entrada, «Memento», comparto «La guitarra», sugestivo poema que rinde homenaje a ese instrumento consustancial al flamenco.

LA GUITARRA

Empieza el llanto
de la guitarra.
Se rompen las copas
de la madrugada.
Empieza el llanto
de la guitarra.
Es inútil callarla.
Es imposible
callarla.
Llora monótona
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
Es imposible
callarla,
Llora por cosas
lejanas.
Arena del Sur caliente
que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
¡Oh guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas.