La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido.
H. P. Lovecraft, El horror en la literatura
Os dejo los tres primeros microrrelatos de Ajuar funerario, la excelente obra de Fernando Iwasaki, que aúna dos de las preferencias del blog, la narrativa breve y la literatura de terror. Espero que os gusten y que os den algún escalofrío y que sean una invitación a seguir leyendo relatos de terror de este libro o de otros.
En otras entradas anteriores del blog, en vísperas del Día de Difuntos, hemos recogido también otras escalofriantes narraciones de terror a las que quedáis invitados:
En otras entradas anteriores del blog, en vísperas del Día de Difuntos, hemos recogido también otras escalofriantes narraciones de terror a las que quedáis invitados:
Al final de esta entrada encontraréis una versión cinematográfica del cuento Peter Pan, incluido también en Ajuar funerario e igualmente perturbador.
DÍA   DE DIFUNTOS 
Cuando   llegué al tanatorio, encontré a mi madre enlutada en las escaleras. 
 -Pero mamá, tú estás muerta. 
 -Tú también, mi niño. 
 Y nos abrazamos desconsolados. 
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LA   HABITACIÓN MALDITA 
Llegué   sin reserva porque para eso soy cliente habitual, pero no quisieron darme la   única habitación que les quedaba. A regañadientes me entregaron la llave y se   ofrecieron a buscarme una suite en otro hotel de la cadena, mas yo estaba muy   cansado y subí sin hacerles caso. 
La decoración no era la   misma de las otras habitaciones: las paredes estaban llenas de crucifijos y   los espejos apenas reflejaban mis movimientos. Recién cuando me eché en la   cama reparé en la pintura del techo: un Cristo viejo y enfermo que me miraba   sobrecogido. Me dormí con la inexplicable sensación de sentirme amortajado. 
Un clavo de frío me   despertó, y junto a la cama una mujer de niebla me dijo con infinita   tristeza: «¿Por qué has sido tan imprudente? Ahora te quedas tú». Desde   entonces sigo esperando que venga otro, para despertarlo con mis dedos de   hielo y poder dormir de una vez. 
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QUE   NADIE LAS DESPIERTE 
Nada   me produce más horror que volver a casa de madrugada por cualquiera de esas   flamantes autopistas que circunvalan mi ciudad. Los carteles fosforescentes   me infunden un sosiego adormilador, y las luces de los coches se disuelven   líquidas en la cremosa oscuridad. Me hipnotiza ese veloz resplandor que   engulle las líneas blancas de la autovía y me pregunto si acabaré en la   cuneta o contra los pilotes que reverberan gelatinosos, casi difuminados por   los pinceles de mis párpados. 
De pronto pienso en las   niñas y me enderezo, me abronco, me pellizco. Ellas desean verme al   despertar, y si muero mientras duermen les condenaría a una feroz vigilia de   pesadillas. Pero el sueño en la carretera me envuelve con redes sutiles y   bostezo como los túneles o cabeceo al viento como las soñolientas adelfas,   cuajadas en la insoportable monotonía de las regueras. A lo lejos brilla   turbia la ciudad y en la duermevela busco las farolas de mi calle, la luz del   portal de casa, la lámpara de mi mesilla de noche… 
Ya en la cama me acurruco   junto a mis hijas, abrazo sus cuerpecitos tibios y beso sus mejillas como   flanes. Entonces me arrasan las lágrimas y estremecido por la inercia de la   velocidad me invade una sonámbula sensación de zozobra. Tal vez aún estoy en   la autopista, acaso jamás llegué a casa. Y demudado espero hasta el alba   porque no quiero despertarlas y que descubran que quien las sueña soy yo. 
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Peter Pan from Sonora Estudios on Vimeo.

