viernes, 21 de junio de 2019

CLÁSICOS DEL SIGLO XX PARA LAS TARDES DE VERANO

Llega el verano y se multiplican las horas de ocio y una de las formas más enriquecedoras de aprovecharlo es la lectura. En la imagen os dejo seleccionados ocho clásicos de la literatura universal del siglo XX que se leen en menos de una hora y media, el tiempo que dura una película o una siesta larga. He elegido novelas cortas de diferentes tipos y temáticas que han pasado la criba del tiempo y de los lectores más exigentes y que han abierto el apetito de otras nuevas lecturas. Todas ellas son obras que se leen con avidez pero que no se olvidan: son una invitación al placer de la lectura.
Feliz verano y felices lecturas a todos los amigos del blog.

lunes, 10 de junio de 2019

EL PROCESO DE LA ESCRITURA SEGÚN SENDER

De la monografía sobre Ramón J. Sender que escribió el profesor José-Carlos Mainer entresaco estas interesantes declaraciones que hizo el autor de Réquiem por un campesino español a Marcelino C. Peñuelas en 1970. Las palabras de Sender sobre el ejercicio de su oficio son muy reveladoras y seguro que nos aportan alguna luz acerca de cómo es ese trabajo artístico de «hacer versosímil la realidad».

Retrato con cuervo.
Óleo de Ramón J. Sender, 1975
«[En mis novelas] aunque no preparo y la estructura se forma sola y escribo rápidamente, hay una cantidad de concentración y de atención realmente considerable [...]. Y por eso salgo de una novela nueva como se sale de una enfermedad, fatigado, nervioso... irritable. 
[...] La corrección es un placer. Pero el primer borrador es una tortura, ¿comprendes? Una tortura reflexiva. Por otra parte, como me decía Antonio Machado, yo escribo con la reflexión y corrijo con la inspiración. Es decir, que cuando escribo el primer borrador es una tarea de reflexión realista sin ninguna preocupación de tipo formal. Y luego, cuando corrijo, es cuando con la mente fría y con la cabeza libre de la necesidad de organizar la obsesión, desde un plano que podemos llamar neutro, voy retocando, perfilando, dando a la prosa algún matiz que no tenía [...]. Es como esos pintores que comienzan manchando la tela con un fondo rojo, verde o amarillo, y algunos esbozos de lo que van a pintar encima.
[...] Yo escribo muy deprisa. Hago en un día, por ejemplo, treinta páginas a máquina [...]. Pero las escribo con un tipo de reflexión casi automática. Y sin releer. Y sigo así hasta el final [...]. Luego, voy estableciendo proporciones, inserciones entre líneas, alguna llamada al dorso de la página y dejo el manuscrito en forma ya "cristalizada". Finalmente se hace la copia definitiva. Casi siempre esta segunda copia la hago yo y al mismo tiempo que la hago voy todavía corrigiendo. A veces el primer borrador lo dicto a una estenógrafa y resulta más cómodo. 
[...] Sólo el arte fija, establece en qué consiste la realidad común a todos y la hace verosímil. Íntegramente verosímil en todos los niveles. Y el deseo de escribir en algunos de nosotros viene de eso. Hay que hacer verosímil la realidad.»

miércoles, 5 de junio de 2019

RECUENTOS DE LA VIDA: HIERRO, OTERO Y CELAYA

Os presento tres poemas de los principales autores de posguerra que estamos leyendo en clase (José Hierro, Blas de Otero y Gabriel Celaya) que comparten  varios rasgos: son testimonios de su vida y de su relación con el mundo, son breves y sugerentes y sus títulos son suficientemente elocuentes por aludir a diferentes tipos de textos que empleamos en nuestras vidas: una «fe de vida» (con su doble sentido: documento que acredita que alguien está vivo y esperanza en lo que nos da la vida), la «penúltima palabra» convertida en un testamento literario y vital y una «biografía» que se va forjando a partir de las órdenes y las prohibiciones de la sociedad .

FE DE VIDA
Sé que el invierno está aquí,
detrás de esa puerta. Sé
que si ahora saliese fuera
lo hallaría todo muerto,
luchando por renacer.
Sé que si busco una rama
no la encontraré.
Sé que si busco una mano
que me salve del olvido
no la encontraré.
Sé que si busco al que fui
no lo encontraré.
Pero estoy aquí. Me muevo,
vivo. Me llamo José
Hierro. Alegría. (Alegría
que está caída a mis pies).
Nada en orden.
Todo roto, a punto de ya no ser.
Pero toco la alegría,
porque aunque todo esté muerto
yo aún estoy vivo y lo sé. 
                        José Hierro

PENÚLTIMA PALABRA
Dentro de poco moriré.
El zafarrancho de mi vida
toca a su fin. El alma está partida,
y el cuerpo a punto de partir. Lo sé.

Amé la vida, sin embargo.
Bien sabes tú que la amé mucho.
Aunque me expulsen de la vida, lucho
aún. Ancho el amor y el dolor largo.

Veo los ríos, me conmueven.
Contemplo un árbol, quedo absorto.
El mar inmenso me parece corto
de luces frente a muertos que se mueven.

He caminado junto al hombre.
Participé sus arduas luchas.
Muchos han sido los fracasos; muchas
más las conquistas que no tienen nombre.
Dentro de poco moriré.
Aquí está todo mi equipaje.
Cuatro libros, dos lápices, un traje
y un ayer hecho polvo que aventé.

Esto fue todo. No me quejo.
Sé que he vivido intensamente.
(Demasiado intensamente.) Enfrente
está el futuro: es todo lo que os dejo.
Blas de Otero

BIOGRAFÍA
No cojas la cuchara con la mano izquierda.
No pongas los codos en la mesa.
Dobla bien la servilleta.
Eso, para empezar.

Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.
¿Dónde está Tanganika? ¿Qué año nació Cervantes?
Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.
Eso, para seguir.

¿Le parece a usted correcto que un ingeniero haga versos?
La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas.
Eso, para vivir.

No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto.
No bebas. No fumes. No tosas. No respires.
¡Ay, sí, no respirar! Dar el no a todos los nos.
Y descansar: morir.
Gabriel Celaya