viernes, 11 de enero de 2019

ACERCA DE LA ARGUMENTACIÓN


Os dejo para que leáis este texto argumentativo del filósofo Fernando Savater («Acerca de la argumentación»), entresacado de Las preguntas de la vida, que trata precisamente acerca de la naturaleza de la argumentación, la modalidad de discurso que estamos trabajando ahora. Está en relación con otros textos que ya han aparecido en el blog o que hemos leído en clase y que podéis consultar en estos enlaces para profundizar en el significado de la argumentación.


ACERCA DE LA ARGUMENTACIÓN

Actualmente se ha extendido una versión que me parece errónea de la relación entre la capacidad de argumentación y la igualdad democrática. Se da por supuesto que cada cual tiene derecho a sus propias opiniones y que intentar buscar la verdad (no la tuya ni la mía) es una pretensión dogmática casi totalitaria. En el fondo, no hay planteamiento más antidemocrático que éste. La democracia se basa en el supuesto de que hoy no hay hombres que nazcan para mandar ni otros para obedecer, sino que todos nacemos con la capacidad de pensar y por tanto con el derecho político de intervenir en la gestión de la comunidad de la que formamos parte. Pero para que los ciudadanos puedan ser políticamente iguales es imprescindible en cambio que no todas sus opiniones lo sean. Debe haber algún medio de jerarquizar las ideas en la sociedad no jerárquica, potenciando la más adecuadas y desechando las erróneas o dañinas. En una palabra, buscando la verdad. Tal es precisamente el uso de la razón la cual todos compartimos (antaño las verdades sociales la establecían los dioses, la tradición, los soberanos absolutos, etcétera). En la sociedad democrática, las opiniones de cada cual no son fortalezas o castillos donde encerrarse como forma de autoafirmación personal: «tener» una opinión no es «tener» una propiedad que nadie tiene derecho a arrebatarnos. Ofrecemos nuestra opinión a los demás para que la debatan y en su caso la acepten o refuten, no simplemente para que sepan «dónde estamos y quiénes somos». Y desde luego no todas las opiniones son igualmente válidas: valen más las que tienen mejores argumentos a su favor y las que mejor resisten la prueba de fuego del debate con las objeciones que se les plantean.

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