Los palíndromos son las palabras o frases que permiten leer lo mismo en los dos sentidos de lectura: así, la palabra «ANILINA» -en la que el eje de simetría es la L- o la frase «ADÁN NO CALLA CON NADA». La palabra procede del griego palíndromos (que retrocede, que va y viene; de pálin -de nuevo- y dromos -carrera-). Aunque no se conservan, hay ya noticias de que se cultivaban en el siglo III antes de nuestra era.
El primer palíndromo conocido en castellano apareció en 1561 en el Cancionero llamado Sarao de amor del valenciano Joan de Timoneda:
Tres versos con tal artifizio hechos
que tanto dize al derecho como al revés
OLA MORO MORO MALO
NO TARDES Y DES RATÓN:
NO DESSEO ESSE DON
Un siglo más tarde Baltasar Gracián, en el Discurso XXXII de su Agudeza y arte de ingenio («De la agudeza por paronomasia, retruécano y jugar del vocablo»), reprodujo un palíndromo laudatorio a partir del nombre de san Francisco Javier: REY VA JAVIER. Desde entonces, el ejemplo más divulgado, a pesar de su chocante significado, ha sido DÁBALE ARROZ A LA ZORRA EL ABAD.
Los palíndromos no alcanzaron categoría literaria hasta que Julio Cortázar los colocó en el centro de algunos de sus cuentos. Por ejemplo, los que figuran en el diario de Alina Reyes en el cuento «Lejana» de Bestiario: SALTA LENIN EL ATLAS; AMIGO, NO GIMA; ÁTALE, DEMONÍACO CAÍN, O ME DELATA. Este último palíndromo será el germen de uno de sus relatos posteriores, «Satarsa».
Augusto Monterroso nos dará posteriormente algunos de los más conocidos en Movimiento perpetuo, en la sección titulada ONÍS ES ASESINO. Allí da cuenta de las reuniones con sus amigos escritores aficionados a este juego ingenioso de palabras: con Juan José Arreola (ETNA DA LUZ AZUL A DANTE), Carlos Illescas (AMO LA PALOMA) o Rubén Bonifaz Nuño (ODIO LA LUZ AL OÍDO).
En España también han sido cultivados los palíndromos. Entre los autores que sobresalen en su creación destacan Julián Ríos (AMOR BROMA) o José Antonio Millán (ANITA, LA GORDA LAGARTONA, NO TRAGA LA DROGA LATINA).
Como aficionado a los palíndromos sé que no conviene abusar de estos juegos para no encallar en LA RUTA NATURAL, y por eso terminaré esta entrada con mi favorito, SÉ VERLA AL REVÉS, una frase autoalusiva al propio juego, atribuida al escritor Carlos Illescas.
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