Continuamos con la selección de estas doce novelas españolas representativas de los años 1945 a 1975, con todas las puntualizaciones hechas en la primera entrada.
Señas de identidad (1966) de Juan
Goytisolo
«... sin patria, sin
hogar, si amigos, puro presente incierto... Álvaro Mendiola a secas, sin señas
de identidad.»
Tres
exergos desesperados abren la novela: uno de Quevedo («Ayer se fue, Mañana no
ha llegado»), otro de Larra y un último de Cernuda («mejor la destrucción, el
fuego», que estuvo a punto de ser el título). El protagonista, Álvaro Mendiola,
español, burgués, antifranquista, repasa su vida —es verano y está en el jardín
de su chalet familiar—, mientras agota una botella de vino de Fefiñanes: por su
memoria pasan sus recuerdos infantiles de la Guerra Civil, su militancia
antifranquista, los resistentes españoles que conoció en su exilio francés, su
experiencia en la revolución cubana (muy amputada en futuras ediciones, tras la
ruptura del autor con el castrismo), su azarosa vida sentimental llena de
rupturas, su descubrimiento de la homosexualidad, la comprobación de lo poco
que queda de espíritu rebelde en la España conformista de la década de 1960. El
monólogo interior, la explosión sarcástica, la utilización de la segunda
persona narrativa como objetivación de la autorreflexión moral e incluso —en
las páginas finales— la fluencia del poema en verso libre, componen un intenso
rompecabezas, que abrió la senda de una trilogía a la que se sumaron Reivindicación del Conde Don Julián (1970) y Juan sin Tierra (1975). Prohibida en España, Señas de identidad llegó a ser el breviario de una generación y el
símbolo de la ruptura de su autor con la idea tradicional, católica y represiva
de España. Su título, aplicado a la necesidad de conocimiento del pasado oculto, pasó
a ser todo un emblema de la transición política. [José-Carlos Mainer]
Cinco horas con Mario de Miguel Delibes
La novela está compuesta por 27 soliloquios o
diálogos sin respuesta que Menchu, Carmen Sotillo, sostiene ante el cadáver de
su marido, Mario, repentinamente fallecido. La técnica compositiva de la novela
es entre dramática y existencial. Realmente el discurso que profiere Menchu es
un monólogo interior trufado de marcas dialogales, o sea que es una fórmula
mixta, un diálogo sin respuesta. El propio Delibes matizaba la originalidad de
esta fórmula que puede conectarse con famosos monólogos dramáticos como los de
Hamlet y Segismundo. No cabe duda de que la originalidad de Delibes consiste en
ordenar las ideas de forma no lineal, en conseguir presentarnos la complejidad
psicológica de Menchu y Mario a través del caos de la conciencia de la viuda.
En el uso de esta técnica estructural laten textos literarios de carácter
existencial como La náusea. Ante el cadáver de su marido, Menchu repasa los
años de matrimonio la frustración sexual de una mujer entregada exclusivamente
a sus tareas de madre y ama de casa. Menchu representa la cortedad de miras de
una mujer educada en los valores de los vencedores de la Guerra Civil que cree
a pies juntillas en las consignas del nacionalcatolicismo y que ha sufrido por
eso de forma especial las tentaciones del adulterio. Mario es un católico
posconciliar, más inteligente y comprometido con un mundo social que podría ser
diferente. Sin embargo, la hondura del monólogo acaba matizando la lectura
maniquea en la que Menchu es la parte negativa de la dicotomía [María Ángeles Naval].
Volverás a
Región
(1968) de Juan Benet
Quizá sea Volverás a Región la novela más representativa de Juan Benet, al
menos la que le dio más fama de novelista complejo, faulkneriano, de gran
ambigüedad, y dotado de una prosa enriquecida con una sintaxis espectacular que
tiende hacia lo poético. Región es el territorio simbólico por excelencia de
Benet, en donde la Guerra Civil española tiene un protagonismo de destino
fatal, al que se añade también la presencia de la preguerra y las posguerra. En
ese sentido, no sería desafortunado pensar que toda la novela representa simbólicamente
una interpretación nihilista de la historia de España, algo así como si el
sistema literario de una William Faulkner y también el de un Juan Rulfo se
hubiera aplicado sobre la idea del Mal en la historia reciente de España.
Sorprende la minuciosidad de geógrafo con que Benet describe su territorio
imaginario. Esa minuciosidad es casi un arquetipo literario de la novela, y
pretende crear realidad sobre la ficción, pero lo hace desde un postulado
moral. También el paisaje, el agobiante paisaje de la novela, acaba
convirtiéndose en un protagonista silencioso. La novela narra un largo diálogo
entre el doctor Daniel Sebastián y una misteriosa mujer.
Con Volverás a Región la narrativa española emprende un viaje hacia el
corazón de las tradiciones literarias europeas y americanas más importantes
desde un punto de vista cualitativo, pero sin duda la literatura posterior se
apartará de los laberintos mentales, metafísicos, herméticos y simbolistas [Manuel Vilas].
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