CURSO

martes, 30 de junio de 2020

UN FINAL DE CURSO NO TAN INSÓLITO

He recibido, como todos los docentes de la comunidad autónoma de Aragón, la carta de final de curso del Consejero de Educación en la que agradece el papel jugado por los profesores en este curso inédito e insólito. Y, como docente, no voy a desdeñar el agradecimiento, pero sí le diré que lo que esperaban los maestros y profesores era algo diferente: el reconocimiento efectivo de su labor docente, por un lado, y propuestas, planes e iniciativas para una mejora en la calidad de la enseñanza, por otro.
La pandemia ha dejado al aire muchas de las carencias que hemos sufrido en los últimos tiempos en el ámbito educativo. La autonomía de los centros no debe esconder la falta de un proyecto claro en materia educativa en Aragón, consensuado con todos los actores y no impuesto a cualquier precio. Dignificar la labor de los docentes debe significar, por ejemplo, recuperar condiciones de trabajo como las dieciocho horas lectivas semanales o la reducción de jornada a los mayores de 55 años, medidas que otras comunidades han impulsado ya desde hace varios cursos.
La labor docente debe realizarse en condiciones óptimas para que pueda alcanzar a todos los alumnos y en especial a los vulnerables y a los vulnerados. Para ello la bajada de las ratios en todos los niveles educativos y el aumento de las plantillas de profesorado se hacen imprescindibles. Solo de esta forma se puede llegar a la atención individualizada y permanente de los alumnos. La inversión en educación es vital si nos guía verdaderamente el propósito de mejorar la atención de estos alumnos con más necesidades, que se han visto más desamparados todavía en la situación vivida durante el estado de alarma.
La Administración debe abanderar las propuestas, iniciativas y planes que nos preparen para las nuevas situaciones que puedan darse en el futuro próximo. No puede responder con tardanza y con falta de concreción ante los nuevos retos. En pleno siglo XXI los centros educativos públicos adolecen de una falta sangrante de medios y, en especial, los relacionados con los medios informáticos. Responder ahora con una nueva plataforma educativa, cuando muchos centros han trabajado desde hace varios cursos con las ya existentes, algunas muy rodadas y contrastadas, es revelador de esa falta de reflejos. Si a esto se suma la desconfianza acerca de cómo se han pilotado y desarrollado otras plataformas, como sigad, los docentes no podemos sino mostrarnos una vez más escépticos. Las nuevas tecnologías, que ya no lo son tanto, no han entrado todavía en los colegios e institutos de nuestra comunidad con la fuerza que reclaman los tiempos en que vivimos.
Los cambios que los docentes hemos ido aplicando en estos meses de confinamiento han sido mucho más rápidos. Hemos mostrado la capacidad de flexibilidad y adaptación de nuestra labor a unas nuevas circunstancias en un tiempo récord. Estos cambios han nacido de los propios profesionales, sin ningún tipo de aliento por parte de los órganos administrativos competentes. Estos cambios han supuesto que muchos equipos personales (ordenadores, cámaras, teléfonos, routers, software) se pusieran a disposición de la Administración sin que esta haya dicho nada de cómo retribuir todo esto hasta la fecha.
Los planes para el nuevo curso no deben inspirarse en las medidas tomadas en el estado de alarma. No se puede paralizar el curso académico. Como expresa la propia palabra en latín «curso» es algo que corre, que fluye, es un recorrido, es una carrera, y esta no puede detenerse a mediados de marzo, a falta todavía de un tercio del curso. No se puede trasladar a los alumnos y sus familias que el sistema no tiene respuesta ante una situación nueva y que no se va avanzar en algo como es la educación que se sustenta en el desarrollo de las capacidades del alumno. Es imposible el desarrollo de algo sin nuevos retos o nuevas metas. No se puede trasladar a los alumnos y sus familias que el sistema no ha fallado proponiendo solo cambios en las condiciones de promoción y  titulación.
La comunidad educativa sigue esperando. Porque quienes deben llevar la iniciativa son los responsables del Departamento de Educación que han estado desaparecidos  durante muchos días en este estado de alarma en que los maestros y profesores hemos desarrollado nuestro trabajo. Dejar al albur la preparación del nuevo curso sería una falta de responsabilidad absoluta. Claro que estamos esperanzados con el nuevo curso, pero lo que esperamos es que se adopten las medidas oportunas con anterioridad y no que cada profesional vuelva a sacarse las castañas del fuego como pueda y sin ningún tipo de respaldo de la administración.
Nunca desdeñaré un agradecimiento, pero lo que esperaba de la Consejería de Educación de Aragón era quizás algo diferente: propuestas y medidas concretas que prestigien y faciliten la labor docente y redunden en una mejor calidad en la educación de nuestros alumnos. En resumidas cuentas, el final de curso repite las mismas carencias y flaquezas de muchos años atrás y deja de ser insólito para convertirse en algo rutinario.
A todos los lectores del blog, feliz verano. Nos volvemos a ver en septiembre.

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