CURSO

miércoles, 18 de abril de 2018

CELA HABLA SOBRE «LA COLMENA»

Camilo José Cela en 1948
Camilo José Cela se refirió en muchísimas ocasiones a La colmena, título emblemático de la novela española de posguerra. En sus palabras podemos observar cuál es el propósito que se trazó al escribir la novela, cómo fue su escritura, cómo abordo su estructura o qué tipo de novela quiso hacer.
En la nota que escribió como prólogo a la primera edición encontramos respuestas de primera mano a muchas de estas cuestiones.


Mi novela La colmena, primer libro de la serie Caminos inciertos, no es otra cosa que un pálido reflejo, que una humilde sombra de la cotidiana, áspera, entrañable y dolorosa realidad.

Mienten quienes quieren disfrazar la vida con la máscara loca de la literatura. Ese mal que corroe las almas; ese mal que tiene tantos nombres como queramos darle, no puede ser combatido con los paños calientes del conformismo, con la cataplasma de la retórica y de la poética.

Esta novela mía no aspira a ser más -ni menos, ciertamente- que un trozo de vida narrado paso a paso, sin reticencias, sin extrañas tragedias, sin caridad, como la vida discurre, exactamente como la vida discurre. Queramos o no queramos. La vida es lo que vive -en nosotros o de nosotros-; nosotros no somos más que su vehículo, su excipiente como dicen los boticarios.
Cela en el rodaje de la versión
cinematográfica de la novela en 1982

Pienso que hoy no se puede novelar más -mejor o peor- que como yo lo hago. Si pensase lo contrario, cambiaría de oficio.

Mi novela -por razones particulares- sale en la República Argentina; los aires nuevos -nuevos para mí- creo que hacen bien a la letra impresa. Su arquitectura es compleja, a mí me costó mucho trabajo hacerla. Es claro que esta dificultad mía tanto pudo estribar en su complejidad como en mi torpeza. Su acción discurre en Madrid -en 1942- y entre un torrente, o una colmena, de gentes que a veces son felices, y a veces, no. Los ciento sesenta personajes* que bullen -no corren- por sus páginas, me han traído durante cinco largos años por el camino de la amargura. Si acerté con ellos o con ellos me equivoqué, es cosa que deberá decir el que leyere.

La novela no sé si es realista, o idealista, o naturalista, o costumbrista, o lo que sea. Tampoco me preocupa demasiado. Que cada cual le ponga la etiqueta que quiera; uno ya está hecho a todo.



(*) Nota del Editor. Se trata de un cálculo muy modesto por parte del autor; en el censo que figura en el presente volumen, José Manuel Caballero Bonald recuenta doscientos noventa y seis personajes imaginarios y  cincuenta personajes reales; en total, trescientos cuarenta y seis. 


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