CURSO

martes, 22 de diciembre de 2020

150 AÑOS CON BÉCQUER


Bécquer desempeña en nuestra poesía moderna un papel equivalente al de Garcilaso en nuestra poesía clásica: el de crear una nueva tradición, que lega a sus descendientes. Y si de Garcilaso se nutrieron dos siglos de poesía española, estando su sombra detrás de cualquiera de nuestros poetas de los siglos XVI y XVII, lo mismo se puede decir de Bécquer con respecto a su tiempo. Él es quien dota a la poesía moderna española de una tradición nueva, y el eco de ella se encuentra en nuestros contemporáneos mejores.

Luis Cernuda, Estudios sobre poesía española contemporánea

Aunque casi ha pasado desapercibido el 150 aniversario de la muerte de Gustavo Adolfo Bécquer, desde el blog queremos rendir un pequeño tributo al poeta de las Rimas, que todos los cursos nos acompaña en el primer trimestre de 4º de ESO, con tres textos: las palabras de Luis Cernuda, que abren esta entrada y sitúan al autor en el inicio de toda la poesía moderna hasta nuestros días; la lectura de una de sus rimas más emblemáticas, la rima LXVI; y la versión musical de Paco Ibáñez de la rima LIII, otro clásico de nuestra poesía que sigue vivo más de 150 años después de su creación. 

La vigencia de Bécquer es indiscutible, presente en la aulas y latente en muchos poemas del siglo XX y del XXI. No ha sido el olvido su final, a pesar de que las instituciones no estén a la altura en muchas ocasiones.

                           LXVI

¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero

de los senderos busca;

las huellas de unos pies ensangrentados

sobre la roca dura;

los despojos de un alma hecha jirones

en las zarzas agudas,

te dirán el camino

que conduce a mi cuna.


¿Adónde voy? El más sombrío y triste

de los páramos cruza,

valle de eternas nieves y de eternas

melancólicas brumas;

en donde esté una piedra solitaria

sin inscripción alguna,

donde habite el olvido,

allí estará mi tumba.

 

jueves, 17 de diciembre de 2020

#poema27: HOMENAJE A LUIS CERNUDA

 

Yo fui.
Columna ardiente, luna de primavera.
Mar dorado, ojos grandes.

Busqué lo que pensaba;
pensé, como al amanecer en sueño lánguido,
lo que pinta el deseo en días adolescentes.
Canté, subí,
fui luz un día
arrastrado en la llama.

Como un golpe de viento
que deshace la sombra,
caí en lo negro,
en el mundo insaciable.

He sido.

 

Fieles a #poema27, la iniciativa del profesor Toni Solano, comparto con los lectores del blog dos de los poemas de Luis Cernuda que más suelen impactar a los alumnos de ESO y Bachillerato cuando comienzan a acercarse a la poesía de los autores de la Generación del 27. Tras su aparente simplicidad y su aire confesional, laten en estos dos poemas de Donde habite el olvido los temas y preocupaciones, en la línea neorromántica, de un hombre que ha amado («columna ardiente»), ha deseado y ha vivido la vivida, pero a quien la realidad («el mundo insaciable») le ha marcado con el desengaño. La memoria y el paso del tiempo, dos obsesiones recurrentes del poeta, sirven para armar estos dos textos, esculpidos con una extraordinaria maestría y delicadeza, que no dejarán indiferentes ni a quienes ya los conozcan, ni a quienes los descubran ahora.

En este homenaje a Cernuda nos acompañan las reveladoras palabras que Federico García Lorca, otro gran poeta de esa Generación, le dedicó en abril de 1936 tras la aparición de La realidad y el deseo, el volumen que recogía su obra hasta entonces, y que nos presentan de forma extraordinaria el valor de la poesía de Cernuda que deslumbró al poeta granadino.

No me equivoco. Lo que voy a decir es verdad y está en la conciencia de toda persona sensible. La aparición del libro La realidad y el deseo es una efemérides importantísima en la gloria y el paisaje de la literatura española. No me equivoco, porque para decir esto aquí yo he luchado a brazo partido con el libro, leyendo sin gana al acostarme, al levantarme; leyendo con dolor de cabeza, sacando ese poquito de odio que sentimos todos contra autores de obras perfectas; pero ha sido inútil. La realidad y el deseo me ha vencido con su perfección sin mácula, con su amorosa agonía encadenada, con su ira y sus piedras de sombra. Libro delicado y terrible al mismo tiempo, como un clave pálido que manara hilo de sangre por el temblor de cada cuerda. No habrá escritor en España, de la clase que sea, si es realmente escritor, manejador de palabras, que no quede admirado del encanto y refinamiento con que Luis Cernuda une los vocablos para crear su mundo poético propio; nadie que no se sorprenda de su efusiva lírica gemela de Bécquer y de su capacidad de mito, de transformación de elementos que surgen en el bellísimo poema El joven marino con la misma fuerza que en nuestros mejores poetas clásicos. Entre todas las voces de la actual poesía, llama y muerte en Aleixandre, ala inmensa en Alberti, lirio tierno en Moreno Villa, torrente andino en Pablo Neruda, voz doméstica entrañable en Salinas, agua oscura de gruta en Guillén, ternura y llanto en Altolaguirre, por citar poetas distintos, la voz de Luis Cernuda erguida suena original, sin alambradas ni fosos para defender su turbadora sinceridad y belleza.

 

         Adolescente fui en días idénticos a nubes,
cosa grácil, visible por penumbra y reflejo,
y extraño es, si ese recuerdo busco,
que tanto, tanto duela sobre el cuerpo de hoy.

         Perder placer es triste
como la dulce lámpara sobre el lento nocturno;
aquél fui, aquél fui, aquél he sido;
era la ignorancia mi sombra.

         Ni gozo ni pena; fui niño
prisionero entre muros cambiantes;
historias como cuerpos, cristales como cielos,
sueño luego, un sueño más alto que la vida.

         Cuando la muerte quiera
una verdad quitar de entre mis manos,
las hallará vacías, como en la adolescencia
ardientes de deseo, tendidas hacia el aire.

domingo, 6 de diciembre de 2020

EL CASTELLANO EN EL CENTRO DEL DEBATE POLÍTICO

Es una triste noticia que se involucre a las lenguas en peleas políticas coyunturales, sobre todo cuando el debate deriva hacia una estrategia de crispación que exige el falseamiento de la realidad, las ofensas y las manipulaciones. [Luis García Montero]

Como en el debate político de las últimas semanas, a propósito de la aprobación en el Congreso de los Diputados el pasado 19 de noviembre del Proyecto de Ley Orgánica de modificación de la LOE (LOMLOE), se ha puesto al castellano en el centro del debate político, conviene conocer un poco más a fondo las posturas ideológicas que sustentan opiniones tan diversas como la que hoy expone el escritor Mario Vargas Llosa en El País (La lengua oculta) o la que escribió Luis García Montero en Infolibre hace unos días (Dejemos en paz las lenguas). Los dos ponderan la importancia del castellano en el mundo actual, pero a la hora de valorar la situación en la que vive el castellano hoy en España  presentan visiones y análisis opuestos. El artículo del Premio Nobel de Literatura se alinea en los postulados de la derecha política y el artículo del director del Instituto Cervantes recoge ideas que se inscriben en una sensibilidad de izquierdas, posturas ambas sobradamente conocidas en el panorama político y cultural de nuestro país.

Dejo a los lectores, además de los enlaces para leer los artículos de forma íntegra, un extracto de cada uno de los artículos para que ellos saquen sus conclusiones, después de sopesar la fuerza de los argumentos de cada uno.

LA LENGUA OCULTA

Mario Vargas Llosa

[…] Contrariamente a lo que sería natural, el regocijo y el orgullo de un país cuyo idioma ha ido adquiriendo con el correr de los siglos una universalidad que sólo tiene por delante al inglés, pues el mandarín y el hindi son demasiado complicados y locales para ser idiomas verdaderamente internacionales, en España misma, la tierra donde aquella lengua nació y evolucionó y heredó luego el mundo entero, como nos descubrieron entre otros el gran don Ramón Menéndez Pidal y sus discípulos, hay desde hace algún tiempo una campaña de parte de los independentistas y extremistas para rebajarla y disminuirla, cerrándole el paso y procurando (muy ingenuamente, claro está) abolirla o reemplazarla. Acaba de ocurrir una vez más, con la nueva ley de educación que ha aprobado, con un solo voto más del que necesitaba, el actual Gobierno del Partido Socialista y de Unidas Podemos, con el apoyo de Bildu, la continuación de ETA, la organización terrorista que asesinó a casi novecientas personas, y que ahora ha abandonado la lucha armada y se ha integrado a la legalidad. Y, por supuesto, de Esquerra Republicana, cuyos principales dirigentes han sido condenados por los tribunales españoles por convocar un referéndum sobre la independencia de Cataluña estando prohibidos de hacerlo explícitamente por la Constitución de 1978, vigente en la actualidad.

La negociación que ha permitido esta alianza, sobre la que algunos socialistas discrepan, ha sido muy simple. El Gobierno de Pedro Sánchez necesitaba aprobar su proyecto de presupuestos en las Cortes. Para ello, Unidas Podemos atrajo los votos del Partido Nacionalista Vasco (el PNV), de Bildu y de Esquerra, y éstos, ni cortos ni perezosos, se apresuraron a concederlos siempre que el Gobierno aceptara modificar la ley suprimiendo el carácter “vehicular” del español que señala específicamente la Constitución. Esta es la razón por la que el castellano o la lengua española ha pasado a ser, según esta ley, una lengua oculta o clandestina. Quien lee dicha ley, llamada “la ley Celaá” por la ministra de Educación que la ha concebido, se queda sorprendido de que en un proyecto que establece las formas de la educación en todo el país, el español o castellano aparezca de solo pasada. El español, la lengua que nació en Castilla, cuando el país estaba semiocupado por los árabes y que se ha convertido en una lengua universal, ¿dónde está? Se trata de una lengua disminuida, silenciada, preterida ante lenguas locales que son habladas por minorías, y uno de los ministros del Gobierno ha tenido la audacia de decir que todo el escándalo que se ha suscitado al respecto se hubiera evitado si el español no hubiera estado “envenenando” el clima escolar en Cataluña, donde algunos colegios, que respetan las leyes, daban las horas de clases en castellano a que están obligados y que, en su mayoría, los colegios catalanes no respetan. La ley señala que las clases en español o castellano constituyen un derecho de todas las personas nacidas en España. ¿En cuántas comunidades autónomas bilingües se cumple esta disposición? Me temo que sólo en una minoría. Pues, aunque parezca imposible, la campaña contra el español en la tierra donde nació Cervantes sigue en marcha. Sería algo así como un verdadero suicidio que esta idiotez prosperara, no para el español o la lengua castellana, que tiene más que asegurado su futuro en el resto del mundo. Más bien, para España, a quien arrancarle la lengua sería arrancarle el alma. Es simplemente impensable que el país donde nacieron la lengua castellana, Quevedo y Góngora, además de cientos de escritores que le han dado prestigio y dimensión universal al español, éste sea objeto de una victoriosa campaña de discriminación. Ella no puede ni debe prosperar. Los hispanohablantes, que formamos una gigantesca mayoría en el país, debemos impedir este absurdo intento de minusvalorar y postergar el castellano frente a las lenguas periféricas. Firmemos los manifiestos que haga falta y salgamos a las calles cuantas veces sea necesario: el español es la lengua de España y nadie la va a enterrar.

***

DEJEMOS EN PAZ LAS LENGUAS

Luis García Montero

España tiene la suerte de compartir un idioma tan sólido y extenso como el español y, también, de disfrutar una pluralidad lingüística reconocida oficialmente. A los que, sin saber de lo que hablan, están arremetiendo contra la nueva ley de educación con el argumento de que pone en peligro el castellano en Cataluña, quiero recordarles el artículo tercero de nuestra Constitución. La lengua es parte de la identidad porque, además de nombrar y describir, las palabras implican una acción. Es decir, la palabra Constitución nos constituye: “El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos”.

Como la Constitución nos constituye, los responsables de la Constitución tuvieron cuidado en encontrar fórmulas que sirviesen para salir en lo posible de muchos años de dictadura. Como filólogo, soy más partidario por motivos históricos del término español para nombrar a nuestra lengua. Pero con castellano se quería entonces ofrecer un ámbito inclusivo a las otras lenguas también españolas. Hoy es normal utilizar los dos términos, dependiendo de los diversos países de la lengua y de la voluntad o costumbre de cada hablante. No es un problema.

Quien dice que el español está en peligro miente. Los españoles somos el 8% entre los hablantes de una lengua que se extiende demográficamente con paso firme. Quien quiera ayudar al español no debe preocuparse por un peligro de desaparición, sino por reforzar su presencia en el mundo consolidando su prestigio cultural, científico, técnico y por unir su imagen a los valores de la democracia y la multiculturalidad. Mezclar al español con ideas imperialistas o con faltas de respeto a otras lenguas supone un camino pernicioso, una tremenda equivocación.

El bilingüismo es un bien. La democracia española debe aprovechar la posibilidad enorme del español como lengua internacional y debe también apoyar y asegurar la verdad cultural y social de las otras lenguas oficiales del Estado. La diversidad, vuelvo a repetirlo, es una riqueza, y respetarla es el único modo de reforzar los vínculos.

Llama la atención que el debate sobre la palabra vehicular en la nueva ley haya tenido muy poca repercusión en Cataluña, Galicia o País Vasco y mucha entre los partidos que están exasperando en el resto del Estado su política de oposición al Gobierno. Se trata de una calificación añadida en 2013 y que no ha tenido incidencia en el sistema educativo catalán. Un conocimiento honesto y real de la situación demuestra que la política de inmersión catalana es buena para la realización social de la ciudadanía que vive en Cataluña y que el español no está en peligro allí ni en el resto del mundo. Los problemas surgidos son puntuales y, claro, estará bien utilizar la experiencia de años de funcionamiento para solucionarlos.

La nueva ley de educación puede causarle problemas a los colegios que quieran segregar por sexo a los alumnos o cobrar a la vez al Estado y a las familias, pero no a los que tienen la obligación y el derecho de hablar español. Es triste que se mezcle nuestra lengua, junto con el racismo, el machismo o el terrorismo, para exasperar y generar odio

Poco sensato es el nacionalista catalán que no comprende la riqueza inmensa que para Cataluña supone hablar, además del catalán, un idioma tan valioso como el español. Poco sensato es el nacionalista español que desprecia el catalán, una de las lenguas españolas llenas de historia y de fuerza social y cultural. Y poco sensato es quien en nombre de la democracia mete en un debate sucio a las lenguas maternas, olvidando que son indispensables para la creación de la convivencia, el respeto individual y la conciencia cívica.