viernes, 15 de mayo de 2020

EXPERIENCIA PERSONAL Y POESÍA EN MIGUEL HERNÁNDEZ

En los tres poemas que vamos a leer y comentar de Miguel Hernández, la experiencia biográfica concreta origina el texto poético de una manera absoluta. El poder creador del poeta hace que esa vivencia personal trascienda y se convierta en un sentimiento universal. 
 

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma tan temprano.

La Elegía, fechada el 10 de enero de 1936, se dedica a Ramón Sijé, seudónimo de José Ramón Marín Gutiérrez, que fue amigo entrañable de Miguel Hernández durante su infancia en Orihuela. Además, Sijé también fue su consejero y orientador literario, así como el impulsor de varias empresas poéticas, por ejemplo, la publicación de la revista El Gallo Crisis. Con el paso del tiempo se produjo entre Miguel Hernández y Ramón Sijé un distanciamiento ideológico y afectivo, pues Miguel Hernández, amigo de Pablo Neruda, había evolucionado hacia posturas ideológicas comunistas, opuestas al tradicionalismo cristiano de su amigo.
Sijé murió el 24 de diciembre de 1935. Miguel Hernández se sintió profundamente afectado por ello y unos días después escribió el poema, que apareció publicado primero en la Revista de Occidente. La muerte del amigo desencadenó este poema conmovedor. Así evocaba al amigo muerto en la prensa por aquellos días: «Venía a mi huerto cada tarde de marzo, abril, mayo, junio,…, andaba entre los romeros con prisa de pájaro, hablaba con atropello y su voz iluminaba más que los limones del limonero, a cuya sombra y azahar platicábamos».

De la Elegía a Ramón Sijé vamos a realizar un comentario de texto siguiendo las pautas que se recogen en esta guía de comentario. Si quieres leer otros modelos de comentario de textos literarios líricos que se ajustan a esta misma guía puedes leer en el blog los dedicados a la rima LII de Bécquer, a las coplas XVI y XVII de Jorge Manrique o al Romance del prisionero.

Josefina Manresa y Miguel Hernández , en Jaén, en abril de 1937


Tu corazón y el mío naufragarán quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.

La Canción del esposo soldado parece que fue compuesta por Miguel Hernández en Jaén, durante la primera quincena del mes de mayo, en plena Guerra Civil. En esas fechas, su esposa Josefina Manresa se encontraba embarazada de su primer hijo, tal y como ella le anunció en una carta que recibió el poeta el 7 de mayo de 1937. Cuatro días después el poeta le responde por carta que ya ha terminado la poesía «para ti y para nuestro hijo» que le había prometido. Es un poema que homenajea a su esposa y «canta las penas y alegrías de los "esposos-soldados" que tienen que conjugar en el frente de batalla su lucha personal entre el amor y la guerra», como explicó el profesor Francisco Esteve.


En la cuna del hambre
mi niño estaba.

Las Nanas de la cebolla nacieron después de leer el poeta en la prisión de Madrid, en la que estaba encarcelado al finalizar la Guerra Civil, una carta que le envió su mujer. En ella la esposa le decía que seguía amamantando a su hijo a pesar de que ella se alimentaba solo de pan y cebolla. En la respuesta le decía Miguel Hernández: «el olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí, y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles, te mando esas coplillas que le he hecho, ya que para mí no hay otro quehacer que escribiros a vosotros o desesperarme».

Nacidas de su experiencia personal, del dolor y del amor, en la Elegía a Ramón Sijé leemos la  más emotiva y conmovedora elegía al amigo muerto, en la Canción del esposo soldado leemos el más apasionado poema de amor a la esposa y al hijo que se espera, y en las Nanas de la cebolla leemos la más trágica canción de cuna de toda la lírica española.

No hay comentarios:

Publicar un comentario