viernes, 5 de octubre de 2018

BUSCANDO FINALES COHERENTES PARA LOS RELATOS DE GONZALO SUÁREZ

Los textos literarios funcionan con unas leyes de coherencia distintas a las de otros textos. Para comprobarlo hoy hemos buscado en clase finales coherentes para estos dos microrrelatos de Gonzalo Suárez, entresacados de su magnífico Trece veces trece, y luego hemos descubierto los que pensó el autor. Sin duda, rellenar los corchetes rojos ([...]) es un ejercicio de imaginación y de coherencia que supone todo un reto creativo.


CIERTA ALTERACIÓN EN LA HIPÓTESIS DE H. POINCARÉ
La pequeñez humana es cosa probada. Los filósofos nos han hablado de ello.
No había ni un hombre, ni un animal, ni una planta, ni una piedra.
La superficie era blanca, dura y resbaladiza.
Me enviaron a mí, para que investigara.
Soy un hombre de pocas palabras, pero tampoco tuve ocasión de hablar con nadie. Hacía frío.
Mis primeras observaciones me llevaron a poder afirmar, sin temor a errar, que: no soplaba viento.
Fue fácil proseguir la encuesta, puesto que ningún obstáculo se interponía en mi camino. Me deslizaba sentado, manteniendo el equilibrio con las palmas de las manos.
No se trataba de un tobogán, y a uno y otro lado había espacios abiertos.
Me abstengo de describir sensaciones subjetivas.
Era como la luna, pero por dentro. O más bien una cáscara de huevo. Producía vértigo mirar hacia arriba.
Una gárgola monstruosa pendía sobre mi cabeza.
Un monstruo metálico y babeante. Escupió, y me aparté a tiempo.
Y casi caigo en el cráter de un volcán funcional.
Había agua, pero no vida. 
Estas impresiones quedaron consignadas en un largo informe redactado meticulosamente de mi puño y letra, con anotaciones complementarias en los márgenes y al dorso.
Consciente de la responsabilidad que sobre mí recaía, fui concienzudo. Y cuando di por terminada mi labor:[…]




LA VÍCTIMA EN LA ALFOMBRA
Cada día es más evidente que carecéis de imaginación para dar crédito a la verdad.
Os maravilláis ante las flores de plástico que parecen naturales y ante las flores naturales que parecen de plástico.
Os jactáis de no creer más que en lo que veis, pero no veis más que lo que os enseñan.
Y como demostración os contaré una historia.
La encontraron muerta encima de la alfombra. La habitación estaba cerrada con llave, y ella no llevaba puesto ningún vestido. Su cuerpo había sido brutalmente destrozado.
Nadie había abierto la puerta, y en la cama dormía un famoso hombre de negocios.
Me llamaron a mí para que investigara.
Aquel era un noveno piso, y resultaba imposible escalar la fachada. Sin embargo, nada más llegar comprendí que la víctima había entrado por la ventana.
Como dato marginal debo hacer constar que el hombre de negocios pesaba noventa y nueve kilos, y dijo haberse acostado a las cuatro de la madrugada. La muerte se produjo a primeras horas de la noche y por tanto ella ya estaba allí, encima de la alfombra.
El hombre de negocios aseguró no haberla visto. Cualquier jurado, incluso uno compuesto por personas ponderadas como ustedes, estaría dispuesto a no creerle. Posiblemente consideren que mi historia no es realista.
La explicación es más simple: se trata de […]. Si bien es verdad que se daba la circunstancia altamente agravante, de que encontraran además un cadáver de mujer debajo de la cama.
Pero ello ya no tiene relación con este caso.

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