martes, 28 de abril de 2015

LECTURA POÉTICA DE «NOCHE OSCURA» DE JUAN DE LA CRUZ

Leamos el poema Noche oscura de Juan de la Cruz sin necesidad de saber antes nada más de él:
Y escuchemos la sugerente versión musical que de este poema hizo el cantautor Amancio Prada.

Estamos, sin duda, ante un poema amoroso, ante un poema erótico. Sin tener en cuenta ninguna otra consideración, haciendo un lectura exclusivamente «poética» o «exenta», como propuso Jorge Guillén y han seguido otros autores, el poema no significa «más que amor, embriaguez de amor». En la noche sale la amante, disfrazada, a oscuras, sin otra luz que la que arde en su corazón; en la noche sube adonde le espera quien ella bien se sabe y en la noche se juntan el amado y la amada. Todo acontece de noche: la noche envuelve el poema y nos envuelve a nosotros, y esa palabra, «noche», alcanza un grado de sugerencia y de misterio que hace que se convierta en lo que llamamos símbolo, una imagen de la experiencia misma, surgida inmediatamente de la realidad profunda de lo vivido. La noche es el símbolo de la experiencia poética de todo el poema. En esta composición se da, como apuntó José Luis Aranguren, «perfecta adecuación entre el mensaje del poema y su símbolo, lo comunicado y la comunicación», una perfecta correspondencia entre el contenido y la forma.
Así, sin necesidad de conocer la biografía del autor y su experiencia mística y sin necesidad de conocer las explicaciones doctrinales que compuso para este poema (y para el Cántico espiritual y para Llama de amor viva también) y que aclaran el significado alegórico del contenido, también podemos disfrutar de uno de los grandes ejemplos de poesía amorosa y erótica jamás escritos. O como dice Jorge Guillén: «la lectura poética en esta ocasión -ejemplar- no tiene nada que abstraer de los poemas, que lo son, y admirables, sin contener ni biografía ni alegoría».
Y la misma lectura poética se puede hacer de sus otros dos grandes poemas, Cántico espiritual y Llama de amor viva.
Como colofón a esta lectura de Noche oscura, os dejo la versión que hicieron las alumnas de 1º de Bachillerato del IES Bolavar de Castellón de la Plana en forma de videopoema, en uno de los interesantes trabajos creativos realizados con el profesor Toni Solano.


martes, 21 de abril de 2015

LA POESÍA DE FRAY LUIS DE LEÓN

Fray Luis de León
¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal rüido
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!



Fray Luis de León preparó una edición de sus poesías pero no las vio publicadas en vida.  Fue Francisco de Quevedo quien en 1637 las editó por primera vez, si bien eran muy conocidas porque circulaban manuscritas. Fray Luis dividió su obra en poesía original, traducciones de clásicos y traducciones bíblicas. Tradujo en verso diferentes pasajes de la Biblia, además del Cantar de los Cantares que le ocasionó la persecución inquisitorial y la cárcel. Igualmente tradujo obras de los grandes poetas griegos y latinos, Horacio y Virgilio entre ellos. En sus traducciones destaca la fidelidad al texto original.
La poesía original de fray Luis de León es bastante breve: menos de cuarenta poemas. La mayoría pertenece al género clásico de la oda, composición de número indeterminado de versos, estrofas cortas y temas variados, aunque siempre serios y graves. Sus poesías suelen agruparse en tres períodos:
  • Las poesías escritas antes de la prisión (1572), entre las que se encuentra la Oda a la vida retirada, influida por el tópico clásico del «beatus ille». Son poesías morales dentro de la tradición clásica: deseo de soledad, desprecio de los valores mundanos,...
    Poema de fray Luis, escrito en la cárcel, que
    sintetiza sus temas predilectos
  • Las poesías escritas en la cárcel (1572-1577), como Noche serena, poema en el que invita al lector a contemplar la belleza de la naturaleza y la perfección del universo para que despierte el alma. En estos poemas además de las quejas por las injusticias cometidas contra él, aborda temas religiosos.
  • Las poesías escritas tras salir de prisión (después de 1577), como la Oda a Francisco Salinas, un músico ciego, amigo suyo, cuya música lo transportaba espiritualmente. En estos poemas anhela la armonía y la infinitud y expresa nostalgia por el paraíso evocado.
En toda su poesía destacan unos cuantos temas, de influencia clásica y cristiana: la naturaleza, la añoranza del campo y de la vida de aldea, su predilección por la noche y por la música, su ansia de perfección y su deseo de unión con Dios. El estilo de sus poesías, compuestas en liras en muchas ocasiones,  se caracteriza por la elegancia y la sobriedad.

viernes, 17 de abril de 2015

LA DENUNCIA SOCIAL EN «LOS SANTOS INOCENTES»

Para ampliar el tema de la denuncia social en Los santos inocentes de Miguel Delibes os dejo estos apuntes entresacados del libro Claves de «Los santos inocentes» de Domingo Gutiérrez, un estudio muy completo sobre la obra que nos ocupa y que en muchos trabajos y en muchas páginas de internet se fusila sin tan siquiera aludir a la fuente o al autor. De justicia es reconocer la autoría de su trabajo. Para tener completos estos apuntes hay que seguir leyendo en «más información» (al final de la entrada).



LA INJUSTICIA SOCIAL, TEMA PRINCIPAL
En Los santos inocentes, Miguel Delibes plantea una acendrada situación de injusticia social, injusticia que se hace más flagrante por la sumisión con que es aceptada. La rebelión final de uno de los sometidos vendrá a constituir una reacción lógica a una tan injusta situación.
Los elementos que configuran la injusticia van acumulándose a lo largo de la novela; la distancia entre amos y siervos se hace cada vez mayor. La injusticia no sólo se percibe en los signos externos que reflejan el modo de vida de unos y otros (casa, vestido, ocupaciones,…). Va unida, en primer lugar, al desprecio por los semejantes:
    • Al señorito de La Jara, donde sirve Azarías, no le importa cuándo este entra o sale del cortijo; el señorito no sufre cuando muere la milana (el gran Duque) y terminará expulsándole por hacer las mismas cosa que había hecho siempre.
        • Cuando Paco, el Bajo, intenta que rectifique la orden de expulsión, el señorito le espeta: «todo lo que quieras, tú, menos levantarme la voz, sólo faltaría».
          • Desprecio enorme revelan las palabras con las que el señorito Iván se refiere a sus competidores y sirvientes: «para el señorito Iván, todo el que agarraba una escopeta era un maricón».
            La injusticia se percibe en los abusos que cometen los amos:
            • Las ilusiones que Paco tenía depositadas en la Nieves se esfuman cuando es obligada a servir en casa de don Pedro.
            • Paco debe ir, aun impedido, a una batida en la que recae por querer hacerlo bien.
            No es fácil acabar con esta injusticia, a juzgar por las palabras de los señoritos e invitados, que reflejan una ideología extremadamente inmovilista. En estas palabras se resume el bagaje ideológico de los amos: «el que más y el que menos todos tenemos que acatar una jerarquía, unos debajo y otros arriba, es ley de vida, ¿no?».
            El fin de la injusticia se ve más lejano cuando se comprueba la sumisión con la que la aceptan los inocentes.
            • Azarías sustrae los tapones de las válvulas de los invitados del cortijo por si algún día las necesitan sus señoritos. 
            • Paco acepta resignadamente todas sus tribulaciones: la Niña Chica, que le anula sexualmente, la imposibilidad de que su hija se eduque, la molesta presencia del Azarías en su casa, el raquítico pago que le da el señorito tras cada cacería, la ayuda paternalista de la señora, la exhibición del episodio de la firma. Los accidentes de Paco son muestra extrema de sumisión. 
            • Paco trata, incluso, de ocultar los amores del señorito con doña Pura. 
            • También la Régula está dispuesta a cumplir todo lo que le manden: abrir el portón, limpiar la entrada al cortijo,…
            Sólo el Quirce manifiesta un principio de rebeldía: su silencio, su displicencia enfadan al señorito.
            La sumisión de los humildes parece favorecida por la estructura del latifundio, poco permeable a las influencias exteriores, y por la ignorancia en que, conscientemente, se mantiene a los humildes.
            Ante la perpetuación de la injusticia, la rebelión trágica se abre paso como reacción inevitable. Pero no se trata de una rebelión «política», sino de una venganza individual. Un retrasado mental comete un crimen, por algo que a él le han hecho y que le afecta a él sólo. El Azarías llega al crimen porque una pasión (la cinegética) ha chocado contra otra pasión (su amor por la milana). Pero al lector este crimen se le aparece, como dice Pilar Palomo, como un acto de «justicia natural» que posee dos características: estar exento de culpabilidad -porque lo comete un retrasado mental- y constituir un resarcimiento de todos los humildes por las injusticias y oprobios sufridos.

            jueves, 16 de abril de 2015

            LA MODERNIDAD DE GARCILASO DE LA VEGA

            Garcilaso de la Vega
            (posible retrato del poeta)

              Si Garcilaso volviera,
            yo sería su escudero;
            que buen caballero era.
              Mi traje de marinero
            se trocaría en guerrera
            ante el brillar de su acero;
            que buen caballero era.
              ¡Qué dulce oírle, guerrero,
            al borde de su estribera!
            En la mano, mi sombrero;
            que buen caballero era.

            Rafael Alberti (1934)



            Garcilaso de la Vega es uno de los poetas principales de nuestra literatura porque inaugura una nueva forma de escribir poesía. Sus composiciones han sido alabadas en todas las épocas y por autores muy dispares. Además del elogioso poema que le dedicó Rafael Alberti, el poeta de la Generación del 27, me gustaría recordar ahora la valoración que hace de Garcilaso otro de los poetas del 27, Dámaso Alonso. En este fragmento de «El destino de Garcilaso» (en Cuatro poetas españoles), nos hace ver que el empleo del endecasílabo por parte de Garcilaso de la Vega dio a la poesía española una nueva música y una nueva sensibilidad, algo que lo convierte en el primero de nuestros poetas modernos.
            «Garcilaso encontró en la nueva técnica que le venía de Italia, en el endecasílabo, el instrumento, el molde formal que la poesía española había estado buscando inútilmente durante la Edad Media. Y por eso logra, por primera vez, someter la palabra castellana a la dulce violencia de la más exacta belleza formal. Pero hay algo en el verso de Garcilaso que excede toda la belleza renacentista. Hay algo que es espíritu y que tiembla, que es dolor y nos arrasa todavía hoy los ojos, que es emoción, que es alma, en una palabra, que es lo que hoy todavía llamamos poesía. Y así no solamente creó el modelo de la expresión formal del castellano para los siglos venideros, y en este sentido es el primer poeta de los modernos moldes de la lírica, sino mucho más moderno aún, infundió en su verso un hálito de emoción, un alma. Y en este otro sentido inaugura la nueva sensibilidad en la poesía española y europea».

            Como ejemplo de todo esto, además de los leídos y comentados en clase, os dejo estos dos sonetos amorosos inspirados en Isabel Freire. En el soneto V el poeta declara su amor a la dama que le ha dado la vida y que también le procura la muerte. En el soneto X expresa el dolor por la pérdida de su amada.

            V
            Escrito está en mi alma vuestro gesto
            y cuanto yo escribir de vos deseo;
            vos sola lo escribisteis, yo lo leo
            tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

            En esto estoy y estaré siempre puesto;
            que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
            de tanto bien lo que no entiendo creo,
            tomando ya la fe por presupuesto.

            Yo no nací sino para quereros;
            mi alma os ha cortado a su medida;
            por hábito del alma misma os quiero;

            cuanto tengo confieso yo deberos;
            por vos nací, por vos tengo la vida,
            por vos he de morir y por vos muero.


            X
            ¡Oh dulces prendas por mí mal halladas,
            dulces y alegres cuando Dios quería!
            Juntas estáis en la memoria mía,
            y con ella en mi muerte conjuradas.


            ¿Quién me dijera, cuando las pasadas
            horas en tanto bien por vos me vía,
            que me habíais de ser en algún día
            con tan grave dolor representadas?


            Pues en un hora junto me llevastes
            todo el bien que por término me distes,
            llevadme junto al mal que me dejastes.


            Si no, sospecharé que me pusistes
            en tantos bienes, porque deseastes
            verme morir entre memorias tristes.

            miércoles, 15 de abril de 2015

            LA LÍRICA DEL RENACIMIENTO



            El retorno a los clásicos griegos y latinos y la valoración del hombre y de la vida de manera distinta a la Edad Media son las grandes aportaciones de la estética y la mentalidad renacentistas. Estos ideales se van a apreciar de manera muy clara en la lírica. Durante el siglo XVI asistimos a una gran renovación -métrica, genérica, temática y estilística- de la lírica, muy influida por las aportaciones del poeta italiano Francesco Petrarca (1304-1374). 
            • Renovación métrica. Juan Boscán y Garcilaso de la Vega introducen en nuestra lengua el endecasílabo para sustituir al octosílabo y al verso de arte mayor castellano. El endecasílabo proporciona un ritmo más adecuado para la expresión del propio yo en detenidos análisis y para la expresión de la naturaleza. Aclimataron al castellano estrofas y poemas en endecasílabos o en combinaciones de endecasílabos y heptasílabos: el soneto, la canción (ambos cultivados ya por Petrarca), los tercetos encadenados, la octava real y la lira.
            • Renovación genérica. En el siglo XVI vuelven a cultivarse los géneros de raigambre grecolatina: elegías, églogas, odas y epístolas.
            • Renovación temática. El amor, el sentimiento de la naturaleza y los mitos grecolatinos son los grandes temas de los poetas renacentistas, además de la poesía moral y de la mística. La expresión sincera de los sentimientos debe mucho al petrarquismo cuya ideología amorosa era de corte platónico (el poeta ama inevitablemente y sin correspondencia a la amada, lo que le provoca sentimientos de tristeza, melancolía, duda, esperanza,…, que sirven para purificarle espiritualmente). El anhelo insatisfecho, la enajenación del amante, el conflicto entre la razón y los sentidos o el ideal de belleza son algunos de los temas más tratados. Recuperan estos poetas «tópicos» clásicos como el «carpe diem» de Horacio y el «collige, virgo, rosas» de Ausonio, ambos de contenido vitalista, acordes con la nueva sensibilidad renacentista. El marco idóneo para esas incidencias amorosas es la Naturaleza, que aparece idealizada y es símbolo de armonía y perfección. Sobre esta Naturaleza vuelca sus sentimientos el poeta. Los poetas renacentistas recordarán en sus composiciones los mitos grecolatinos, recogidos entre otros por el poeta latino Ovidio, para expresar mejor el sentimiento amoroso.
            • Renovación estilística. La lengua poética del Renacimiento busca la belleza formal, la elegancia y la naturalidad, y huye de la afectación. Los modelos que siguen son los poetas clásicos y Petrarca. Para lograr esos propósitos someten a la lengua al ideal de selección estilística. Los recursos que serán más utilizados, por tanto, son:
            1. las metáforas sobre el daño de amor (prisión, herida,…);
            2. las definiciones por contrarios o mediante paradojas (los efectos del amor son descritos como fuego/ hielo, gozo/ sufrimiento,…); 
            3. los epítetos son muy empleados en la descripción de la Naturaleza; 
            4. las alusiones eruditas y mitológicas son muy frecuentes.

            lunes, 13 de abril de 2015

            ¿QUÉ TAL SI DELIRAMOS POR UN RATITO?

             «Recordar: Del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón»
            Eduardo Galeano

            Hoy ha muerto Eduardo Galeano, uno de los grandes escritores latinoamericanos que mejor ha sabido interpretar la realidad de su continente y de nuestras vidas y que mejor ha sabido concretar nuestras ilusiones y sueños. De esto precisamente habla este bellísimo texto suyo, ¿Qué tal si deliramos por un ratito?, de la utopía de otro mundo posible. Él mismo nos había avisado en otras ocasiones del valor de las utopías y de los proyectos políticos basados en la justicia y la libertad: «La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar». Sirva esta entrada como recuerdo de su obra y de su figura.




            ¿Qué tal si deliramos por un ratito?
            ¿Qué tal si clavamos los ojos mas allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible?
            El aire estará limpio de todo veneno que no provenga de los miedos humanos y de las humanas pasiones.

            En las calles, los automóviles serán aplastados por los perros. La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por el ordenador, ni será comprada por el supermercado, ni será, tampoco, mirada por el televisor. El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia y será tratado como la plancha o el lavarropas.

            El texto es un extracto de
            «El derecho al delirio»,
            perteneciente a 
            Patas arriba. La escuela del
             mundo al revés
            Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir no más; como canta el pájaro sin saber que canta, y como juega el niño sin saber que juega.

            En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo. Nadie vivirá para trabajar, pero todos trabajaremos para vivir.

            Los economistas no llamarán “nivel de vida” al nivel de consumo, ni llamarán “calidad de vida” a la cantidad de cosas. Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas. Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos. Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas.

            La solemnidad se dejará de creer que es una virtud y nadie, nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo.

            La muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes y, ni por defunción, ni por fortuna, se convertirá el canalla en virtuoso caballero.

            La comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque  la comida y la comunicación son derechos humanos. Nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión. Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle. Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos.

            La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla y la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla.

            La justicia y la libertad, hermanas siamesas  condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda.

            En Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.

            La Santa Madre Iglesia corregirá algunas erratas de las tablas de Moisés y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo. La Iglesia también dictará otro mandamiento que se le había olvidado a Dios: “Amarás a la naturaleza de la que formas parte”. Serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma.

            Los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados; porque ellos se desesperaron de tanto esperar y ellos se perdieron por tanto buscar.  

            Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de belleza y voluntad de justicia, hayan nacido cuando hayan nacido y hayan vivido donde hayan vivido, sin que importe, ni un poquito, las fronteras del mapa, ni del tiempo.

            Seremos imperfectos, porque la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses.

            Pero en este mundo, en este mundo chambón y jodido, seremos capaces de vivir cada día  como si fuera el primero, y cada noche, como si fuera la última. 

            LA LITERATURA DEL RENACIMIENTO

            Hombre de Vitruvio de
             Leonardo da Vinci

            Durante el siglo XVI se desarrolló un movimiento cultural y artístico que supuso una nueva concepción del hombre y del mundo: el Renacimiento. Mientras que en la Edad Media se consideraba que Dios era el centro del universo y se concebía la existencia terrena como un tránsito para conquistar la vida eterna, en el Renacimiento se situó al hombre en el centro del mundo, al que consideró, con una actitud vitalista, un lugar de goce, digno de ser vivido.

            Esta nueva valoración del hombre implicará cambios sustanciales: surge un nuevo modelo de hombre (el ideal del «cortesano», experto en armas y en letras); la naturaleza parece estar a disposición del hombre, que, con la ciencia y la técnica, se cree capaz de dominarla; la confianza en el poder humano de la razón, el racionalismo, hace que el ser humano pueda mejorar en la vida y superarse en el terreno moral; la espiritualidad también pasará a ser vivida de una forma distinta, más auténtica y personal. Estas nuevas ideas están alimentadas por el Humanismo, movimiento cultural que ya en el siglo XV había penetrado en España y que consideraba al ser humano como medida de todas las cosas y  recuperó el pensamiento y el arte de Grecia y Roma. Entre los humanistas, en España fue decisiva la influencia de Erasmo de Rotterdam, quien defendía una religión libre de supersticiones, pura, íntima y personal. De las nuevas ideas filosóficas destacó el neoplatonismo, que sostenía que la realidad material es reflejo de otra espiritual superior que se pretende alcanzar por el conocimiento o por otros caminos que conducen a lo eapiritual (como el amor o la belleza).
            La literatura española del siglo XVI reflejó todos estos cambios, fruto también de las influencias de la literatura italiana y de la literatura clásica grecolatina. Los temas y las formas de la literatura renacentista se renuevan por completo. En lo temático, se reelaboran los mitos clásicos y el amor y la naturaleza recibe un tratamiento idealizado. Además surgió una nueva sensibilidad espiritual que dio lugar a la ascética y la mística. La literatura se acercó a la realidad social de la época, especialmente en la novela picaresca. En lo formal, los autores renacentistas buscaron los ideales de sencillez, claridad y naturalidad. Para ello, en la lírica, por ejemplo, se adoptó el verso endecasílabo, propio de la poesía italiana, y con él se se empezaron a emplear nuevas composiciones y formas estróficas, a la vez que se recreaban los géneros líricos de raigambre clásica.
            En la literatura renacentista española se perciben dos tendencias contrapuestas: una idealizada, que se observa en la lírica italianizante o en los libros de caballerías, los libros pastoriles o los libros de aventuras bizantinas; y otra realista, que se aprecia en la novela picaresca y la prosa de pensamiento humanista (diálogos, crónicas sobre la conquista de América, estudios sobre lengua y literatura,...).
            En las próximas entradas iremos estudiando los autores y las obras más importantes de esta época: Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León, san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús, Miguel de Cervantes,... Con la literatura renacentista, se inicia en España el período conocido como «Siglos de Oro», que abarca los siglos XVI y XVII.

            viernes, 10 de abril de 2015

            «LA METAMORFOSIS» CUMPLE 100 AÑOS


            Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza, veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.
            «¿Qué me ha ocurrido?», pensó.
            No era un sueño. Su habitación, una auténtica habitación humana, si bien algo pequeña, permanecía tranquila entre las cuatro paredes harto conocidas.

            Estas son las palabras con la que arranca una de las novelas más importantes que se escribieron en el siglo pasado, La metamorfosis, de Franz Kafka, obra que estos días cumple el centenario de su publicación. El sorprendente comienzo de la novela es, por sí solo, una extraordinaria invitación a su lectura. Este hecho fantástico, la transformación de una persona en insecto, sirve a Kafka para reflejar en la obra algunas de las obsesiones que dominan su original narrativa: las relaciones difíciles entre padres e hijos, la soledad, la melancolía, el autoritarismo o la falta de explicación lógica en el destino de una persona.
            La historia de Gregor Samsa, después de cien años, sigue cautivándonos y perturbándonos. Ha pasado a ser, como dijo Borges de Kafka, «parte de ese sueño universal que es la memoria».

            miércoles, 8 de abril de 2015

            PREPOSICIONES Y CONJUNCIONES: ELEMENTOS DE RELACIÓN

            Terminamos el repaso de morfología de este curso con las clases de palabras que sirven para relacionar las demás unidades lingüísticas (palabras, sintagmas, oraciones,...), para coordinarlas o para subordinar unas a otras. Los elementos que sirven para relacionar son las preposiciones (que relacionan diferentes palabras o diferentes sintagmas entre sí, subordinando uno a otro) y las conjunciones (que pueden relacionar palabras y sintagmas entre sí y también oraciones entre sí, pudiendo coordinar o subordinar unidades lingüísticas). Las preposiciones funcionan en la lengua como enlaces y las conjunciones como nexos.
            En la presentación se caracteriza desde el punto de vista morfológico, semántico y sintáctico a estas dos clases de palabras.

            martes, 7 de abril de 2015

            EL ADVERBIO

            Los adverbios son palabras invariables morfológicamente: no admiten morfemas flexivos de género ni de número. Algunos pueden llevar sufijos derivativos (cerquita, prontito,...) o admitir gradación (muy lejos, lejísimos). Según su forma algunos son simples (ayer, no, bien,...) y otros compuestos (enfrente [en+frente], también [tan+bien], mediante la terminación -mente añadida al adjetivo: claramente, felizmente,...). Las locuciones adverbiales son grupos de palabras que forman una unidad indisoluble y equivalen a un adverbio (a veces, a oscuras,...).
            Sintácticamente, el adverbio forma un sintagma adverbial del que es núcleo y puede modificar a un verbo (ven pronto), a un adjetivo (bastante inteligente) o a otro adverbio (muy cerca).
            Semánticamente, constituye una clase de palabras que tienen significado propio y designan circunstancias relativas a las acciones o estados y a las cualidades. Dichas circunstancias pueden ser muy diversas: de lugar (aquí, fuera,...), de tiempo (ayer, ahora,...), modo (así, deprisa,...), cantidad (muy, bastante,...), afirmación (sí, ciertamente,...), negación (no, tampoco,...) y duda (quizá, acaso,...).
            En la presentación se recogen desarrollados todos estos aspectos y se hace también hincapié en otros comentados y trabajados en clase: la adverbialización, la distinción entre adverbios de cantidad y pronombres y determinativos indefinidos,...