miércoles, 24 de abril de 2013

LA NOVELA SEGÚN DELIBES

Miguel Delibes nos dejó en varios textos sus ideas acerca de la novela. Recojo a continuación algunas de sus opiniones sobre qué es para él la novela, cómo han de tratarse sus diferentes elementos compositivos y cuál ha de ser la función de este género literario. Estas son las ideas que dan sentido a la labor de cincuenta años que abarca su trayectoria literaria, desde La sombra del ciprés es alargada (1948) a El hereje (1998).

Definición de novela
«En toda novela debe haber, al menos, tres elementos: un hombre, un paisaje y una pasión».

«Novelar o fabular es narrar una anécdota, contar una historia. Para ello se manejan una serie de elementos: personajes, tiempo, construcción, enfoque, estilo. A mi ver, con estos elementos se pueden hacer todas las experiencias que nos dé la gana..., todas menos destruirlos, porque entonces destruiríamos la novela».

La materia de las novelas
«El novelista auténtico se nutre de la observación y la invención tanto como de sí mismo. El novelista auténtico tiene dentro de sí, no un personaje, sino cientos de personajes. De aquí que lo primero que el novelista debe observar es su propio interior. En este sentido, toda novela, todo protagonista de novela, lleva en sí mucho de la vida del autor. Vivir es un constante determinarse entre diversas alternativas. Mas, ante las cuartillas vírgenes, el novelista debe tener la imaginación suficiente para recular y rehacer su vida conforme otro itinerario que anteriormente desdeñó. Imaginativamente puede, pues, recrearse. Por aquí concluiremos que por encima de la potencia inventiva y del don de observación, debe contar el novelista con la facultad de desdoblamiento: no soy así pero pude ser así. Dar testimonio, en una palabra, no sólo de lo que le ha ocurrido, sino de lo que podría haberle ocurrido en cada caso y cada circunstancia».

Los personajes
«Yo doy a mis personajes un lugar preponderante entre todos los elementos que se conjugan en una novela. Unos personajes que vivan de verdad relegan, hasta diluir su importancia, la arquitectura novelesca, hacen del estilo un vehículo expositivo cuya existencia apenas se percibe y pueden hacer verosímil el más absurdo de los argumentos».

Técnica y estilo
«Cada novela requiere una técnica y un estilo. No puede narrarse de la misma manera el problema de un pueblo en la agonía (Las ratas), que el problema de un hombre acosado por la mediocridad y la estulticia (Cinco horas con Mario). El primer quehacer del novelista, una vez elegido el tema es, pues, acertar con la fórmula, y el segundo, coger el tono [...] Resueltos estos problemas, la temperatura de creación -que algunos llamaron musa, e inspiración otros- no puede negársenos. En ese momento han de entrar en juego los recursos selectivos del novelista para eliminar lo accesorio. Quiero decir que una vez en posesión de la fórmula (técnica) y cogido el tono (estilo), lo difícil no es hacer una novela larga, una novela río, sino decir lo que queremos decir con el menor número de palabras posible».

Función de la novela y del novelista
«La novela no puede permanecer anclada en su antigua misión de entretener a la burguesía, pero yo pienso que mayor interés aún que los experimentos formales tienen las innovaciones de fondo. La novela, hoy, antes que divertir -para esto ya están el cine comercial y la televisión-, debe inquietar. Es, tal vez, el instrumento más directo de que disponemos para barrenar la oronda seguridad de una burguesía satisfecha».

«Nuestra misión consiste en criticar, molestar, denunciar, aguijonear al sistema de hoy y al de mañana porque todos los sistemas son susceptibles de perfeccionamiento, y esto, a mi ver, sólo puede hacerse desde una conciencia libre, sin vinculaciones políticas concretas».

[Los textos están tomados de su diario de 1970 Un año de mi vida y de las conversaciones mantenidas por el autor con el periodista César Alonso de los Ríos].

No hay comentarios:

Publicar un comentario